Irene García, en misa y repicando

Proceso precongresual en el Partido Socialista

La líder del PSOE gaditano sigue jugando a dos bandas con 'susanistas' y 'pedristas' en busca de asegurarse su futuro, prometiendo su apoyo a diestro y siniestro pero sin confirmarlo en público

Irene García, junto a Juan Espadas en una visita al Ayuntamiento de Sanlúcar acompañados del presidente de la Diputación de Sevilla, Fernando Rodríguez Villalobos, y del alcalde sanluqueño, Víctor Mora. / D.C.

Todas las luces de alarma se encendieron ayer en la dirección del PSOE de Andalucía después de que el alcalde de Chiclana, José María Román, asegurara en declaraciones a Diario de Cádiz que la secretaria general de este partido en la provincia gaditana, Irene García, está "al cien por cien" a favor de que haya un cambio en la cúpula regional del partido. Y el pánico estaba justificado porque ello suponía que Susana Díaz perdía uno de sus principales apoyos de cara a intentar su reelección en unas primarias que, presumiblemente, tendrá que disputar el próximo otoño contra Juan Espadas, actual alcalde de Sevilla y principal opción del pedrismo para tomar el control del PSOE andaluz.

Pero esas luces de alarma se fueron apagando poco a poco cuando los dirigentes de este partido fueron cayendo en la cuenta de que la protagonista de la historia era Irene García, la misma dirigente que, según constatan socialistas de uno y otro bando, lleva meses jugando a dos bandas, prometiendo su apoyo a diestro y siniestro en reuniones internas pero después desmintiéndolo todo públicamente. Y es que susanistas y pedristas tienen claro que la política sanluqueña prefiere de momento no mojarse, no vaya a ser que termine apostando a caballo perdedor y tenga que empezar a despedirse no sólo de la secretaría general del PSOE gaditano a la que llegó en julio de 2012 sino también de la Presidencia de la Diputación de Cádiz que dirige desde mediados de 2015.

Las declaraciones de Román –no hay que olvidar que es vicepresidente de la Diputación gaditana que preside Irene García, es decir, que en teoría debería ser su mano derecha en esta institución– tenían mucha miga porque venían a decir, aunque con otras palabras, que la secretaria general del PSOE de Cádiz ya se había cambiado de bando, que ya había traicionado a Susana Díaz.

Sorprendía, claro, que Román hablara en nombre de Irene García y de ahí que desde todos los frentes se esperara la reacción de ella. Y esa reacción se produjo ayer mismo pero fue, por enésima vez, muy tibia. Siempre a mitad de camino, ni frío ni calor, entre Pinto y Valdemoro. Porque ante los micrófonos de la Cadena Ser Irene García tuvo una oportunidad magnífica para desmentir a Román, o para darle la razón, pero volvió a tirar por la calle de en medio: "Aún no está el congreso regional convocado, aún no hay candidaturas presentadas y no es el momento de hablar de eso. Entiendo que es un tema que tiene su morbo, pero yo estoy ahora en otras historias y prefiero hablar de gestión". Y, eso sí, lanzó una pequeña chinita contra su vicepresidente en la Diputación: "Cuando toque hablaré, pero lo haré yo, sin necesidad de tener un portavoz".

Y estas declaraciones, al igual que las de Román, volvieron a dar la vuelta a Andalucía. Cuentan por ejemplo que uno de los grandes sorprendidos fue el propio Juan Espadas, que ayer vio cómo Irene García no decía públicamente que era su candidato a la secretaría general del PSOE andaluz cuando, siempre según fuentes del sector pedrista, así se lo dejó claro ella misma al alcalde de Sevilla en una reunión celebrada el pasado viernes.

Pero, una vez más, hubo quien rápidamente recordó a Espadas que ésta es la forma de actuar que siempre ha tenido Irene García, basada en la indefinición más absoluta. Un ejemplo evidente se produjo a principios de año, cuando ella dijo en declaraciones a una televisión local que al frente del PSOE andaluz hacía falta un "revulsivo". Tal marejada se produjo que rápidamente rectificó explicando que, a su entender, un revulsivo no quiere decir un cambio en las personas. Fue entonces cuando dijo que ella no se había movido, que seguía estando en el mismo sitio, para pocas semanas después acudir a una reunión en Ferraz en la que, acompañada curiosamente de José María Román, vino a decirle a José Luis Ábalos y a Santos Cerdán, dos pilares de la ejecutiva federal socialista, que podían confiar en ella para impulsar el cambio al frente del PSOE-A, siempre según la versión del pedrismo gaditano.

Las declaraciones de Román corrieron como la espuma y una cuenta socialista de twitter denominada Cádiz con Juan Espadas no tardó en difundirlas como si de una victoria se tratara. Mientras, entre los susanistas aún ayer había dirigentes que seguían confiando en la fidelidad de Irene García. Como ejemplo de ello ponían que uno de sus peones de confianza, el arcense Joaquín Macías, es quien está coordinando la campaña de Susana Díaz en la provincia gaditana.

Con tanto estar en misa y repicando, ya hay incluso quien califica a Irene García como "un agente doble" que no se decide entre la CIA y la KGB. Son los mismos que piensan que la ex alcaldesa de Sanlúcar va a apurar hasta última hora para posicionarse a la espera de que al final haya un solo candidato a liderar el PSOE andaluz –algo que parece cada vez más improbable– o que se vaya visualizando un ganador claro al que arrimarse in extremis para luego intentar volver a ser la secretaria general en Cádiz. La estrategia es sin duda arriesgada, sobre todo porque en la historia ha habido muchos agentes dobles que han terminado siendo descubiertos.

La curiosa unión de ‘romanistas’ y ‘pizarristas’ contra Susana Díaz

Desde hace muchas décadas en el PSOE de Cádiz conviven dos facciones históricamente enfrentadas: la de los pizarristas o clan de Alcalá y la de los romanistas. Los primeros siempre tuvieron como paladines a Luis Pizarro y al desaparecido Alfonso Perales; los segundos han tenido como referentes a los hermanos Rafael y José María Román. Y la influencia de unos y otros ha sido fundamental para establecer alianzas de las que han ido emanando las diferentes direcciones provinciales y, a veces, los cambios regionales. Al pizarrismo, por ejemplo, se le ha asociado siempre con Chaves, mientras que el romanismo fue uno de los apoyos esenciales primero de Griñán y luego de Susana Díaz.

Pero en el actual proceso precongresual se está produciendo un fenómeno jamás visto en la provincia de Cádiz y es que romanistas y pizarristas parecen haber coincidido en que la persona ideal para tomar las riendas del partido en Andalucía es Juan Espadas. Unos y otros se han posicionado del lado del pedrismo en este pulso y esta alianza, aunque sea coyuntural, supone un hándicap añadido contra el que tendrá que combatir Susana Díaz en su pretensión de ser reelegida secretaria general. Una vez que acabe la guerra de estas primarias regionales vendrá la del congreso provincial donde, a priori, ahí sí volverán las hostilidades.

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