La joven testigo de los hechos, que también fue atacada, reconoce que pasó mucho miedo
La joven isleña, junto a otros amigos y familiares, permaneció toda la jornada en el tanatorio
Deshecha. Destrozada. Hecha polvo. Son las palabras normales en estos casos que un familiar de Alma usaba ayer para describir el estado de ánimo de esta joven de San Fernando, que arropada por su familia y amigos, aguardaba la conclusión de la autopsia que en Cádiz se realizaba al cuerpo de Juan Mena, el joven que el domingo perdió la vida a consecuencia de las dos puñaladas que horas antes había recibido cuando tres jóvenes intentaron robarle a él y a su amiga. Alma era la joven que acompañaba precisamente a este chico madrileño en el momento de los hechos.
Fue esta isleña de 26 años la que corrió hacia el centro de salud ubicado en las inmediaciones del lugar para solicitar ayuda cuando vio las heridas que el arma blanca habían provocado a su amigo. Sus gritos alertaron además al resto de los amigos, que acudieron para prestar ayuda a Juan. El joven estaba consciente en esos primeros compases.
La víctima pasaba unos días con sus amigos en Conil, donde el grupo había alquilado un apartamento. Conocía la zona de veranear en anteriores ocasiones con sus padres. También de eso se conocían Alma y él. El sábado habían salido de marcha, como cualquier joven de su edad, apuntaba un familiar de la chica, que se lamentaba, como la isleña, porque la mala suerte se cruzara con ellos esa noche. Esta persona contaba además que Alma había pasado miedo mientras se producía el atraco. Estaba al lado de Juan cuando éste recibió las puñaladas y ella misma fue atacada, golpeada con un casco.
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