"Él no pudo defenderse"
Juicio a la acusada de asesinar a su marido en Chiclana
La víctima presentaba multifracturas en la cabeza compatibles con los impactos de un rodillo, una herida incisa de arma blanca que le atravesó el cuello hasta la lengua y otra lesión en el cuello por asfixia, realizada como un garrote vil
Cádiz/La tercera sesión del juicio con jurado a la mujer acusada de asesinar a su marido en Chiclana tras golpearle la cabeza en repetidas ocasiones con un rodillo de amasar se centró este miércoles en la práctica de la prueba pericial. Así, prestaron declaración en la Audiencia de Cádiz los forenses del Instituto de Medicinal Legal (IML) de Cádiz que realizaron la autopsia de la víctima mortal. Los especialistas determinaron que el hombre "no pudo defenderse" de los ataques de su esposa.
A preguntas de la Fiscalía, los peritos aseguraron que el cuerpo del fallecido presentaba múltiples lesiones realizadas con tres mecanismos de ataque diferentes. La primera agresión se llevó a cabo con un objeto contundente, "perfectamente compatible con un rodillo de amasar", en la cabeza. El hombre tenía "numerosas heridas contusas agrupadas el cráneo" que, a su vez, estaba multifracturado "en tela de araña". "Varios fragmentos del cráneo se desprendieron y otros tantos estaban clavados en el interior", especificaron. "Esas lesiones dieron lugar a una hemorragia subaracnoidea que provocaron la muerte de la víctima", confirmaron los expertos, que añadieron que el hombre falleció "prácticamente de inmediato".
La víctima recibió un segundo ataque en el cuello con un arma blanca, concordante con el cuchillo de cocina de 14 centímetros de hoja hallado en el dormitorio del matrimonio. "El arma pasó entre la carótida y la yugular, penetró en el cuello y llegó a atravesar la lengua", concluyeron los forenses.
Los peritos hablaron de una tercera lesión por asfixia en el cuello, fruto de una fuerte presión ejercida con un objeto contundente "al estilo garrote vil". "La agresora utilizó los brazos del rodillo para hacer fuerza, empujar y asfixiar a la víctima".
Asimismo, los forenses explicaron que el hombre tenía un corte en un dedo producido por una arma blanca; una lesión, aseguraron, "de lucha, pero no defensiva". "Descartamos que se tratase de una lesión de autodefensa, ya que no existen heridas defensivas aisladas, tienen que ser varias". De ahí que los peritos concluyesen que la víctima "no pudo defenderse ni ofrecer resistencia". "Si hubo algún tipo de movimiento por su parte fue de forma agónica, estertores".
Según los médicos del IML, el marido de la procesada estaba tumbado, en posición decúbito lateral, cuando sufrió el ataque de su esposa, que en ese momento se encontraba de pie o, al menos, en una posición más elevada que él.
Los peritos hallaron también cabellos en las manos ensangrentadas del hombre, pelo que, una vez cotejado por el Servicio de Biología, resultó ser de la propia víctima. "No hallamos nada en el cuerpo que no perteneciese al fallecido", indicaron.
Además, los especialistas detectaron restos de cannabis y de Diazepan "en concentraciones muy bajas" tras analizar la sangre tomada como muestra durante la autopsia de cadáver.
De otra parte, especialistas del departamento de Criminalística de la Guardia Civil encargados de elaborar el informe huellas dactilares explicaron este martes ante el tribunal popular que "no pudieron hallar huellas propiamente dichas" en el rodillo porque "se sobreponían unas encima de otras por la gran cantidad de sangre" que había en él.
Por último, prestó declaración el forense que examinó a la acusada un día después del crimen, el 27 de septiembre de 2018. El médico afirmó que la mujer tenía repartidos por todo el cuerpo hematomas "evolucionados", esto es, "que se habían producido 5 o 6 días atrás", lo que casaba con la versión de la procesada, que refirió al médico que tuvo una disputa con su marido "el 21 o el 22 de septiembre".
Llamó la atención del perito unos cardenales circulares que la mujer tenía en la cara interna de los muslos. Esos hematomas, dijo, tenían su origen en una presión digital realizada con los dedos de las manos. "Son lesiones propias de las agresiones sexuales", manifestó el especialista, que, no obstante, no pudo determinar si la encausada fue víctima de una violación porque "ella no me refirió nada al respecto y, por tanto, no la examiné en ese sentido".
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