"Nos contó que esperó a que su esposo estuviese dormido para golpearlo"

Juicio a la acusada de asesinar a su marido en Chiclana

Guardias civiles que intervinieron en la detención de la procesada aseguran que ella admitió que "quería matarlo". "Se convencía a sí misma de haber hecho lo correcto".

Los agentes afirman que la mujer tenía el cuerpo repleto de hematomas compatibles con "una paliza". Él tenía "lesiones de autodefensa, pudo reaccionar".

La acusada, de espaldas, durante la celebración de la vista oral. / D.C.

Cádiz/"Tenía que hacerlo, tenía que hacerlo, nos repetía una y otra vez. Se convencía a sí misma de haber hecho lo correcto". Agentes de la Guardia Civil que participaron en la detención de la mujer que esta semana está siendo juzgada en la Audiencia de Cádiz acusada de asesinar a su marido en Chiclana tras golpearle la cabeza con un rodillo de amasar explicaron, durante la segunda sesión del juicio con jurado, que la procesada admitió que "esperó a que su esposo estuviese dormido para golpearlo". Asimismo, los agentes manifestaron que el día del crimen, el 26 de septiembre de 2018, la mujer tenía el cuerpo repleto de cardenales compatibles con "una paliza" y que el hombre presentaba "lesiones de autodefensa". "Él pudo reaccionar", dijo una guardia civil en contra del criterio de la Fiscalía.

Uno de agentes que testificó este lunes afirmó que la encausada se encontraba en estado de shock tras su arresto. "Se contradecía, decía que era una asesina y después lo negaba. Eso sí, la frase que más veces repitió en el cuartel es que quería matarlo. De hecho, nos contó que esperó a que su marido estuviese dormido para golpearlo con el rodillo. También nos comentó que él la había violado". Esta versión confronta con la ofrecida por la propia acusada, que el pasado viernes declaró ante el tribunal popular que su esposo estaba despierto y que intentó agredirla sexualmente.

Otros agentes que intervinieron en las primeras pesquisas indicaron que la mujer tenía "moratones muy potentes" y "relativamente recientes" visibles en los brazos y otros tantos ocultos en distintas partes del cuerpo. Esos hematomas, confirmó una guardia civil, eran compatibles con "una paliza". "Ella nos dijo que los cardenales eran fruto de las continuas peleas y discusiones con su pareja y que la gota que colmó el vaso en el desgaste de la relación fue un mensaje de texto que ella recibió de un amigo".

"En el momento de su arresto, la detenida no estaba bien. A veces lloraba. Otras se quedaba tranquila, como ida. Tenía miedo y se preocupaba por sus suegros y por sus hijos. Hablaba al aire, divagaba... pero a ratos. No era ajena a lo que estaba pasando, entendía perfectamente lo ocurrido", coincidieron en señalar varios de los agentes, que también ratificaron que la acusada confesó el crimen de inmediato y que siempre mantuvo una actitud de colaboración con la Guardia Civil. "Dentro de lo complicado del escenario, nos los puso fácil", recalcaron.

En la segunda sesión del juicio con jurado también prestaron declaración varios guardias civiles que llevaron a cabo la inspección ocular de la vivienda del matrimonio, situada en Huerta del Rosario, Chiclana, el 26 de septiembre de 2018. Esos agentes encontraron el cuerpo sin vida del marido de la procesada "tumbado en la cama, parcialmente tapado y con la cabeza fuera del colchón". "La cama estaba llena de sangre y las proyecciones de las salpicaduras en el cabecero nos permitieron concluir que hubo un primer impacto en la cabeza de la víctima realizado con mucha fuerza".

Los investigadores hallaron también restos de masa encefálica del marido así como de su cabello, que se desprendieron por el fuerte golpe. "Localizamos igualmente un rodillo de cocina, un cuchillo, un trapo y ropa interior de ella", indicaron.

La guardia civil que realizó el reportaje fotográfico de la víctima mortal manifestó que, además de los golpes en la cabeza, el esposo de la acusada tenía "heridas de autodefensa" en las manos. Así, en contra de la versión de la Fiscalía, que asegura que el hombre no tenía lesiones defensivas, la agente afirmó que el esposo "pudo reaccionar". "Puso las manos en alto para protegerse", precisó.

Esta misma agente tomó las fotografías del cuerpo de la procesada ese 26 de septiembre y aseveró que "no era normal" tener el cuerpo lleno de hematomas. "Ella había sido golpeada. Se podría decir que le habían dado una paliza".

"Sufrió un arrebato, propio de una gran pasión"

Este lunes testificó ante el tribunal popular un psicólogo que ha tratado a la encausada en el centro penitenciario en el que está interna de forma provisional desde que ocurrieron los hechos. El testigo, propuesto por la defensa, aclaró que es presidente de una ONG que colabora de forma voluntaria en las cárceles y que, por tanto, "no ha sido contratado" por la procesada. "No soy un psicólogo de parte", subrayó.

A preguntas del abogado defensor, el especialista señaló que mantuvo cinco o seis sesiones con la acusada a partir de la petición que le hizo una enfermera de la prisión. "La mujer tenía graves problemas psicológicos, presentaba un estado de gran confusión y no comprendía nada de lo sucedido", afirmó.

"Ella me contó que, a la fecha de los hechos, estaba sujeta a mucha presión. En un momento dado, se vio profundamente amenazada por su pareja y por eso sufrió un arrebato, propio de una gran pasión. Lo que se coció los días previos fue como una olla a presión a la que al final le quitas la válvula. Hubo una explosión que acabó en un hecho desgraciado cuyo desencadenante fue la alta tensión acumulada", ejemplificó el psicólogo.

El profesional, "con más de 28 años de experiencia", concluyó que "nuestro cerebro puede llegar a desconectar su parte más racional cuando interpreta que hay un peligro. En esas circunstancias, podemos cometer actos movidos por un arrebato o una obcecación momentánea".

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