Karim, una entrega no tan voluntaria
El autor confeso de la muerte de dos guardias civiles en el puerto de Barbate tras arrollarlos con una narcolancha fue convencido por su tío y capos del narcotráfico para que volviera a España
El ‘Messi del hachís’ también habría pedido a su tío que Karim diera la cara
Karim se entrega en Barbate siete meses después de los asesinatos de los dos guardias civiles
Cádiz/Cuando un informe de la UCO y la Policía Judicial de la Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz confirmó que Kiko El Cabra no iba a los mandos de la narcolancha que embistió a los agentes en el puerto de Barbate aquel aciago 9 de febrero, la vida de Karim El Baqqali pegó un giro tan brusco como el que el marroquí asegura le hubiera gustado dar para evitar las muertes de David y Miguel Ángel. La noticia, cuyo runrún ya venía resonando algunos días, saltó la tarde del 8 de mayo y acaparó portadas de los medios nacionales. Los seis detenidos, todos ellos en prisión, no eran los responsables del crimen. “Tenemos controlado al causante. Es cuestión de tiempo”, dijeron entonces a este diario desde las más altas instancias beneméritas.
Ese tiempo se ha dilatado casi cinco meses, hasta que el jueves de la pasada semana Karim se entregó en la playa de la Hierbabuena de Barbate. El ejercicio de blanqueamiento que durante estos días está llevando a cabo su abogado, que ha llegado a tildar de “valentía” la decisión de su cliente de cruzar el Estrecho para someterse a la justicia española, se da de bruces con la realidad del negocio del narcotráfico en las dos orillas y el concienzudo trabajo que los investigadores del instituto armado han llevado a cabo para conseguir poner entre rejas al responsable confeso de la muerte de sus compañeros.
La pregunta más repetida es si la entrega de Karim El Baqqali, también conocido como Karim Gabarde o El Enfadao, en sus círculos más cercanos, fue voluntaria o se debió a una orden directa de sus jefes. Y la respuesta es que Karim se vio, prácticamente, obligado a viajar a España y ponerse en manos de la Guardia Civil para evitar males mayores. Hay quien desliza que veía peligrar su integridad y la de su familia, y que la exigencia de los capos del hachís en Marruecos de que asumiera sus actos subía el tono conforme la Policía iba cerrando el círculo. Ante esto, Karim no encontró otra salida.
La huida y el refugio
El nombre de un marroquí llamado Karim como el presunto responsable de la muerte de los agentes fue puesto sobre la mesa desde el primer momento. Los detenidos se defendían de las acusaciones y el linchamiento mediático con fotos y vídeos que demostraban que ellos se encontraban en otra narcolancha, que la suya tenía dos antenas y que la que arrolló a la embarcación de los guardias solo una. Es más, apuntaban que un tipo bragado y de carácter temperamental fue quien les pasó por encima.
Pero a esas horas Karim ya estaba en Marruecos. Entonces no se le pasó por la cabeza entregarse. Diferentes informaciones le sitúan tranquilamente en Tánger o Dalía, un pueblito por donde se dejó ver durante estos meses sin pudor jugando al parchís o navegando.
Con Kiko El Cabra y el resto de detenidos en prisión Karim se siente a salvo. Pasan tres meses donde ese remordimiento que pone sobre la mesa su defensa no le incita a tomar el camino de España. Pero llega el informe de la UCO y la Policía Judicial de Cádiz y le tuerce el gesto. La presión aumenta. En España, pero también en Marruecos. El equilibrio es precario. Karim es sobrino de Abdellah El Merabet, alias Pus Pus, al que fuentes policiales sitúan a la cabeza de uno de los clanes más importantes del narcotráfico en la Costa del Sol. Entre Fuengirola y Tánger pasa la vida. Es un hombre de negocios. Y la muerte de dos guardias civiles tras ser arrollados por una narcolancha pilotada por un familiar no es buena para el negocio.
Algunos narcos situados en lo más alto de la pirámide alimenticia exigen que se sacrifique al peón para salvar al rey. Diferentes medios, entre ellos El Mundo, aseguran que Abdellah El Haj Sadek El Membri –más conocido como el Messi del hachís–, uno de los 50 criminales más buscados por la Europol y huido de España desde 2019, no ve con buenos ojos que Karim El Baqqali se esconda en Dalía. Nervioso por el posible cerco que policías llegados desde Rabat podrían realizar en el pueblo, uno de los lugares desde donde lleva a cabo sus operaciones, el Messi concerta una reunión con Pus Pus en la que le hace ver la necesidad de convencer a Karim para que se entregue. Para el abogado de El Baqqali estas informaciones “no son más que tonterías”, aunque fuentes cercanas a la investigación corroboran que sin las presiones llevadas a cabo desde Marruecos quizá Karim no habría dado ese paso. “Parece que es su tío quien más insiste en que cuidarán de su familia, de que nada les faltará durante su condena en España. Incluso que están dispuestos a hacerse cargo de la importante indemnización económica para las familias de los fallecidos que la justicia impondrá a Karim. Esto podría ser un atenuante para su condena, como lo es el hecho de que decidiera entregarse, confesar y colaborar con la justicia”, comentan.
El miedo a quedar aislado, sin la protección de su tío, y convertirse en un paria en su propio país, es lo que podría haber pesado en el ánimo de El Baqqali para aceptar su destino más temido. Eso y la posibilidad de ser detenido en Marruecos y tener que cumplir condena en una cárcel de su país ante la falta de un convenio de extradición con España. “Marruecos no extradita a sus ciudadanos a ningún país”, dice otra fuente consultada por este medio, que recuerda un caso ocurrido hace unos años. “Un marroquí mató a un guardia civil embistiéndolo con su vehículo en Granada. Fue detenido en Marruecos y allí cumple condena. Lo que hicieron desde sus juzgados fue pedir toda la documentación a España, pero no se barajó en ningún momento la extradición”, aclara.
Pus Pus, quizá deseoso de evitar una guerra entre clanes del narcotráfico en Marruecos de dudoso desenlace y que probablemente costaría dinero y vidas, habría accedido a mediar para convencer a su sobrino de que se entregara. El País informa que Karim se dejó ver por cafés y teterías de Dalía y Punta Cires y que incluso acudió como invitado a una boda, pero la presión era cada vez mayor tras la puesta en libertad del Cabra y los otros detenidos por los sucesos de Barbate, hasta el punto que, supuestamente, policías de Rabat llegaron a interrogar a su padre, su madre y su suegro.
Algunas fuentes apuntan que a Pus Pus tampoco le interesaba que su sobrino se entregara en Marruecos, por si tenía la tentación de irse de la lengua y destapar algunas de sus operaciones. La mayor confortabilidad de las prisiones españolas en comparación con las marroquíes, unido a la esperanza de que se acepten sus explicaciones sobre lo que sigue defendiendo como un desafortunado accidente con un fatal desenlace hicieron el resto.
El pacto fue sellado entre sus abogados y agentes de la UCO en Madrid. De hecho, la Fiscalía es absolutamente ajena al mismo, por eso insiste en acusarlo de dos cargos de asesinato y cuatro de intento de asesinato, y no de homicidio imprudente, como pide su defensa. Esa promesa fue clave para que Karim accediera a embarcarse nuevamente hacia Cádiz. No obstante, será el juez que instruye la causa quien, con todas las pruebas recabadas a lo largo de estos meses de investigación y los diferentes testimonios, tendrá que decidir la suerte de Karim, que, de momento, ya lleva una semana recluido en la zona de Ingresos de Puerto II. Aún no se le ha asignado un módulo porque muy probablemente la próxima semana sea trasladado a una cárcel más cercana a la Costa del Sol.
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