La lista de espera para operarse del corazón en Cádiz llega a los diez meses
Durante las vacaciones de verano, el quirófano en el Hospital Puerta del Mar sólo atendió casos derivados de urgencias y traslados
Los días de espera para una operación se triplican en Cádiz en los últimos quince años
Diez meses: en total, siete más de los que estipula la normativa de plazos y garantías para las operaciones de corazón. Ese es el tiempo que están tardando en llamar en la lista de espera de intervenciones quirúrgicas por problemas asociados a cardiopatías en el Hospital Puerta del Mar, el único que realiza este tipo de intervenciones en la provincia. El plazo de espera, que fue confirmado por este periódico, se ha visto dilatado también por el paréntesis que supusieron los meses de verano, cuando las operaciones por cita se vieron paradas casi por completo y sólo se atendían lo más perentorio: ingresos por urgencias y traslados desde otros centros.
Enrique González es uno de los pacientes que sufre las consecuencias de ese retraso. Con dos patologías de naturaleza cardíaca detectadas durante el pasado verano –estenosis aórtica severa y válvula bicúspide–, y un pronóstico de infarto seguro en el plazo de un año según los especialistas, vio cómo el tiempo que se le estimaba para una intervención se alargaba a nueve meses. Tras sacar a la luz su caso, una plataforma de ayuda a pacientes consiguió que se obtuviera cita para las pruebas de preoperatorio en el Hospital de San Carlos, en San Fernando, la semana pasada: a una quincena de que se cumpliera el plazo de 90 días estipulado por ley para su intervención. Una vez allí, sin embargo, le confirmaron que los plazos de operación seguían estando fuera de medida: algo que excede de toda lógica, porque el periodo de confianza de las pruebas preoperatorias es de veinte días.
“Tras llamar al servicio de Cardiología del Puerta del Mar, me confirmaron que ahora mismo están empezando a llamar a los que aparecían en la lista para intervenciones en el mes de febrero –cuenta Enrique González–. La explicación que me dieron es que faltaban anestesistas”. Allí también le dijeron que, durante las vacaciones de verano –incluido septiembre–, el servicio estaba bajo mínimos, limitándose a las operaciones de urgencia. “Y me temo que este mes de diciembre, con todas las navidades de por medio, sea más de lo mismo”, añade.
Una de las opciones que se manejan en un caso como el de Enrique González –una vez finalice el plazo legal máximo de intervención– es pedir una carta de pago: un instrumento reconocido desde el SAS por el cual se pide que te operen en un sitio distinto de la sanidad pública. “No solemos recomendarla –apuntan desde las Mareas Blancas– porque no cubren el 100% de la operación, sólo el 60% del precio total. Pero en el caso de las intervenciones cardíacas, que no se realizan fuera del sistema público de salud, tendrían que sugerir otro centro público en un breve plazo de tiempo”.
Visto el escenario gaditano, tendría que ser -apunta González- fuera de la provincia: “Lo que produciría unos gastos que no podría afrontar: habitación de hotel más comidas para mi mujer durante mi estancia en el hospital. La segunda opción –continúa– sería más inviable aún; ir a la sanidad privada, costear yo la operación y después reclamarlo a la sanidad andaluza, cosa que es más imposible de afrontar todavía; además, a saber si lo pagarían o se buscarían una excusa legal para no pagarlo, o pagarlo al cabo del tiempo”.
También, desde luego, está la opción de denunciar en un juzgado, algo que tampoco convence a Enrique: “Hay casos seguros que luego se han perdido, y es gasto de tiempo y costes”, indica.
Ninguna de estas soluciones, en cualquier caso, es la que debería ser: cualquier paciente debería poder ser atendido en las especialidades que ofrece el SAS dentro de su misma provincia, sin suponerle un mayor menoscabo.
Enrique González, que reside en el Campo de Gibraltar, es bien consciente de que lo terrible de esta situación no se limita a su caso personal: “Quizá por carácter, o por determinación, no sé bien, yo me estoy moviendo y armando ruido –reflexiona–. Pero, ¿qué pasa con todas las demás personas que estén en mi misma situación, engrosando esa lista de espera? ¿Cuántas habrán empeorado, cuántas podrán morir por el camino o han tenido que ser intervenidas de urgencia, en efecto, porque les ha dado una parada cardíaca?”.
Cuenta que, en la revisión, le comentaban que tenía la tensión mínima muy alta, que había que tranquilizarse :“Te dicen que te relajes cuando te presentan unos plazos como estos, ¿cómo voy a tomármelo con calma? Por más que quiera entender la situación, se escapa de lo lógico. Las personas que deben estar pendientes de esto, ¿hacia dónde están mirando?”.
Para González, está claro que hay “alguien que no está haciendo bien su trabajo”: “Sabemos que las listas de espera en el sistema público no hacen más que aumentar: una empresa con pérdidas no espera a que estas se multipliquen para tratar de hacer algo, sino que actúa en cuanto empieza a ver que algo va mal”.
En la carta que ha escrito a los medios para explicar su caso, Enrique González recuerda los versos de Joan Manuel Serrat en A quien corresponda: “Se sirva tomar medidas y llamar al orden a esos chapuceros”. Para que no hagan falta ni más héroes, ni más milagros.
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