¿Qué hacer si te toca la Gran Pasta?

lotería de navidad

Aunque está rodeado de un halo de ilusión, ganar el principal premio navideño no implica un cambio de vida radical

A la hora de invertir, comprar una vivienda sigue siendo, a pesar de todo, la mejor opción

La Lotería de Navidad sigue siendo la carta a los Reyes de los adultos.
La Lotería de Navidad sigue siendo la carta a los Reyes de los adultos. / Miguel Guillén

Imagino que todos los sabemos. Qué hacer si nos toca la Gran Pasta. El Gordo de Navidad. O, al menos, alguno de sus hermanos pequeños, no tan metidos en manteca. Lo primero, comprar una botella de cava y desperdiciarla en espuma. ¿Y luego, qué ocurre? ¿Te llaman de Hacienda, te llaman del banco? Pues no: no eres, por ahora, tan famoso. “Todo empieza con el agraciado llegando a la ventanilla de su banco con el boleto premiado, el ingreso es automático y la retención, también”, explican desde la asesoría fiscal de Víctor López Soberado. La retención no se aplica en todos los casos, claro: en la Lotería de Navidad, la fiscalidad se limita al Gordo, Segundo y Tercer premios –los primeros 40.000 euros que uno gane se libran de tributar desde enero del año pasado–.

“No se tiene que hacer nada, ni siquiera lo tienes que reflejar en el IRPF. Esto es igual en todos los sorteos de carácter estatal, Loterías, Once y Cruz Roja –comenta Carlos Cruzado, presidente de los Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha)–. Cualquier otro sorteo o rifa, sin embargo, como los concursos de televisión, no van con este impuesto y sí como incremento de patrimonio”. Si es una entidad tipo peña, tendrá que repartirse entre todos los integrantes e ir a cobrarlo de forma individual. Eso sí, los ingresos que puedas tener a partir de ese montante sí que van tributando. Igualmente, si fuera en una sociedad, “tendrá una retención como beneficio en impuesto de sociedades”.

Es cierto, en fin, aquel dicho de que la lotería es un impuesto especial que se ha inventado el Estado para aquellos que no saben de matemáticas (como si no tuviéramos suficiente castigo). La probabilidad de que el Premio Gordo te roce es de 1 entre 100.000 pero, de cada décimo del máximo premio de la Navidad, Hacienda se quedará con 72.000 euros. En el caso de que se vendieran todos los décimos premiados, la Administración pública recaudaría 123,8 millones del ‘Gordo’, otros 29,2 millones del segundo premio y 3,4 millones del tercer premio. Al final, el Casino siempre gana.

El caso de la Lotería de Navidad es curioso. Es el premio, desde luego, que más bonificaciones reparte. El que concentra toda la ilusión de la que somos capaces como adultos: nuestra carta de Reyes. Según la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado, cada español gastará este año una media de 66,60 euros en sus décimos, mientras que la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) sitúa el gasto medio en algo menos, en torno a 61 euros. La provincia gaditana, sin embargo, apenas superará la mitad de este cálculo, con una estimación de gasto de 35.04 euros por habitante (a la cola de la inversión lotera prevista en Andalucía, junto con Sevilla y Huelva). Para ser el hogar del invento, nos lo tomamos con bastante escepticismo. Debemos ser buenos en matemáticas.

La probabilidad de que te toque el Gordo de Navidad es de 1 entre 100.000

El de Navidad es el sorteo emblemático pero sus montantes palidecen con los botes, por ejemplo, del Euromillón o la Bonoloto. De hecho, cuando los micrófonos se acercan a los felices ganadores del sorteo navideño, casi todos dicen: “Para tapar agujeros”. A muy pocos escucharemos decir que le ha cambiado la vida: “El tapar agujeros se traduce en amortizar, cancelar deudas y después trabajar la hipoteca según las características de cada uno”, desarrolla Carlos Cruzado.

“Sin embargo, a la hora de decidir qué deuda amortizar, es importante saldar primero aquellas que cuentan con un tipo de interés mayor”, señalan desde Self Bank, donde también apuntan que la cancelación de hipoteca, otras de las alternativas preferidas por los premiados, “puede no ser la mejor opción a nivel fiscal si cuenta con un tipo de interés bajo, o si la vivienda se adquirió antes de enero de 2013, ya que disfruta de la deducción en el IRPF por su adquisición”.

Por supuesto, las entidades bancarias animan a invertir en fondos. A pesar de que los últimos meses están viendo una inflación al alza, en general hemos tenido una “inflación baja, que procura unos tipos de interés a cero, es decir, depósitos e inversiones sin riesgo que tampoco dan nada. Las inversiones en fondos o en acciones tienen que ser con algo de riesgo para que se te traduzcan en algo”, apunta Carlos Cruzado.

Depende de la cantidad, del banco y demás pero, en general, si hablamos de mucho dinero, se reúnen contigo el director de zona y otros agentes e intentan hacerte un seguro de vida o derivarte a lo que llaman la banca privada –indica el asesor Víctor López Cortés–, una figura destinada a aquellos que tengan más de determinada cantidad en distintos bancos, y que lo metas en fondos de inversión”. Desde la banca, no es extraño aconsejar invertir en valores en distintas bolsas, “con una rentabilidad de tipo medio, en torno al seis por ciento”.

Apostar por los fondos es una tendencia que se ha afianzado desde que se nos rompió el ladrillo “generalmente, parte en inversiones de riesgo medio y otra, en riesgo más alto. Lo inmobiliario se ve como una forma de despatrimonizar”, continúa López Cortés. ¿Si compro una casa no tengo patrimonio? “No, pero te quedas sin liquidez para invertir”. “Aun así –prosigue el asesor–, el actual es un mercado muy volátil y, mi recomendación personal, en un escenario de pandemia, que nos ha colocado a todos en un clima de incertidumbre, es seguir tirando por la inversión inmobiliaria. Cada vez que hay una noticia relativa a un aumento de casos o a una nueva variante, la bolsa se desinfla”.

La cifra a partir de la que podríamos dejar de trabajar se coloca en unos cinco millones de euros

Para los asesores, con cierto margen financiero, invertir en vivienda, “quizá diversificando el impuesto”, sigue siendo un valor seguro más allá de si, por ejemplo, se limitan o no las licencias de pisos turísticos. Puede que en Soria (nos encanta Soria) el tema sea distinto, pero en una zona como la provincia gaditana y, sobre todo, en una ciudad como la capital, con un parque inmobiliario comprometido de salida, endémicamente, el metro cuadrado está hecho en patrón oro. “Y Cádiz está de moda –continúa Víctor López Cortés–. La vivienda como valor es algo que podríamos aplicar a los centros de las grandes ciudades. Una casa seguirá siendo un activo, aunque la malvendas no te verás en la tesitura de perderlo todo”.

Desde Self Bank indican que comprar una vivienda es la opción que eligen en torno al 41% de los españoles premiados, “pero su adquisición también debe reflexionarse –explican–, en función de si el inmueble es para vivir, como residencia vacacional o si se busca una propiedad para alquilar. En este último caso, se debe tener en cuenta tanto la demanda como los precios de alquiler de la zona para analizar la rentabilidad de la inversión”.

En la asesoría de Víctor López Soberado han trabajado con algún caso de agraciado con Euromillón. Sí, el premio mastodonte. Ni siquiera así el asunto es tan lujurioso como promete: “Incluso con un millón de euros, tienes que seguir trabajando”, apuntan. Pues vaya chasco. Los asesores cifran la cantidad “cómoda” para olvidarse de fichar todos los días en cinco millones de euros: un total muy alejado de los que se manejan en la Lotería de Navidad.

Repartir el dinero a terceros, por cierto, va por donaciones en el caso de padres a hijos: una figura que está muy bonificada en regiones como Madrid o Andalucía. Si le dejamos el dinero a un amigo, la cantidad tributaría de forma normal.

Hacer inversiones sensatas. Reflexionar lo de la hipoteca. La jubilación. Las mordidas. Qué depresión. Que me ha tocado un premio, oiga. Que somos humanos, no personas. De lo que se gana, aconsejan los que saben, la parte destinada a los caprichos –esa pequeña joya, esa no tan pequeña tele, ese pequeño viaje– no debe superar el 10%.

Eso que se dice de que dos de cada cuatro jugadores de la NBA se arruinan. El dinero si quieres, lo gastas –asegura López Cortés–. Y si no tienes ninguna educación o consejo financiero o económico, es probable que lo gastes rápido”. Por no desdeñar a las usuales garrapatas: “El relacionarte con gente habituada a moverse con dinero te abre puertas, pero también abre puertas a quien te lo quiera sacar”.

Cada gaditano gastará este año en el sorteo de Navidad una media de 35,04 euros

“La famosa soledad en la cumbre es algo que puede producirse pero no tiene por qué –afirma, desde Erytheia Psicología, Fran Quintana–. Nuestros esquemas tienen que integrar que uno, de repente, tiene cientos de miles de euros, o millones en el banco, y hacer los cambios relacionales que eso suponga. Muchas de esas relaciones estarán interpretadas a raíz de ese premio, de esa nueva realidad, y es normal que caigan relaciones por el camino y se establezcan otras nuevas. Puede que el individuo entre en una desconfianza recelosa o interpretativa respecto a la conducta de los demás, sobre todo, si ya lo era antes”.

Al respecto, es famoso el estudio de Philiph Brickman, Philiph Brickman, que venía a afirmar que un perfil derrotista seguía siéndolo aun cuando le ocurriera algo muy bueno, como ganar la lotería –especialmente si no tenía los capitales personales ni sociales para moverse en el mundo donde el dinero lo ha colocado–, mientras que un perfil resolutivo lo seguía siendo aun en circunstancias muy adversas. “Ahí entra lo que llamamos distorsión cognitiva –desarrolla Quintana–. Se tiende a ver la realidad de forma sesgada hacia lo negativo. Y puede estar así de marcado: con disonancia cognitiva, su esquema le dice que la vida siempre le irá mal, aunque el hecho de que le hayan tocado miles de euros le enmiende la plana de lleno. Frente a esto, casi siempre la persona preferirá optar por su creencia previa antes que por la evidencia. Te lo traducirá con que ahora vive con un estrés tremendo, con una tensión muy alta, que lo persigue la gente, etc”.

“La psicología cognitiva nos dice que algo así pone a prueba nuestros esquemas –explica Fran Quintana–. Todos tenemos un conjunto de pensamientos que articulan un modo de funcionamiento en un contexto determinado, dentro de un grupo social, con unas características financieras y modo de vida. Estos esquemas se aplican a todo tipo de contextos, son como las guías que nos permiten vivir. De repente, si nos convertimos en millonarios, hay que cambiarlos por completo. La diferencia está en la flexibilidad mental: se pone a prueba la capacidad de adaptación psicológica a un nuevo contexto de vida en el que las reglas anteriores no sirven y hay que cambiarlo. Hay quien los mantiene al máximo –prosigue–, y hay quienes no (también por variables situacionales, no es lo mismo un episodio así desde una relativa abundancia que desde la carencia). Siempre que hay una adaptación a un nuevo contexto, el ser humano sufre como mínimo una tensión, una carga de estrés para adaptarse. Muchos pensamos que con dinero es más fácil hacer esa adaptación, desde luego, pero no todo el mundo está igualmente preparado”.

Desde el mundo de los cutres, la adaptación se ve como algo perfectamente posible. Ansiable. Deseable. El 22 de diciembre muchos miraremos de reojo los números que se van cantando, con la condicional sobrevolando.

¿Es simplista desear? –continúa Quintana–. Qué quieres que diga, el ser humano vive en permanente aspiración. Vivimos para intentar lo que sea, y hacemos un intento u otro con el objetivo de ser más felices o alcanzar un mayor bienestar. El dinero como tal no es lo que se ansía, sino la estabilidad: por desgracia, vivimos a veces en condiciones tan precarias, tanto laborales como sociales, que parece completamente legítimo que las personas aspiren a ser felices. Uno se ilusiona con la idea de compensar lo que la sociedad no te está brindando. Quizá sea un poco tramposo, porque en el dinero no está a veces del todo la solución a tus problemas pero, como digo, es legítimo".

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