La manifestación de los trabajadores del metal en Cádiz acaba con graves disturbios
Huelga del metal
El intento de los manifestantes de cortar el puente José León de Carranza finaliza con una fuerte carga policial
La protesta finaliza con un detenido y cinco policías heridos
Cádiz/La tensión de una semana de huelga indefinida de los trabajadores del sector del metal por la falta de acuerdo en la renovación de su convenio colectivo ha estallado por los aires en la manifestación que ha ocupado la Avenida principal de Cádiz durante la mañana de este martes.
Con los ánimos envalentonados por un nuevo fracaso en la negociación entre los sindicatos y la patronal, el pulso entre las partes se ha vuelto a trasladar a las calles, aunque con una importante subida de tono al producirse los incidentes más duros de estas protestas en una zona residencial, alejada de las factorías, los polígonos y la acción de los piquetes. El choque entre la cabecera de la manifestación y los antidisturbios de la Policía Nacional a la altura de la calle Nereidas acabó con unos graves disturbios entre ambas partes. El resultado final, según fuentes policiales, fue de un detenido y cinco policías heridos.
Todo se empezó a torcer en torno al mediodía. En ese momento, la marcha que había partido a las 11 horas de la plaza de Asdrúbal se dividió en dos en el cruce con la avenida de Marconi, una vez pasado el Hospital Puerta del Mar. Por un lado, la cabecera de la manifestación, formada por los representantes de los sindicatos CCOO y UGT -las dos centrales convocantes-, tomó su camino en dirección a la sede de la patronal Femca, en el edificio Ma'arifa. Por el otro, se produjo un corte a la altura de la pancarta del Sindicato de Estudiantes e Izquierda Revolucionaria para dirigir la manifestación hacia el puente José León de Carranza con la intención de cortarlo.
La simbología del cierre del viaducto hacia Puerto Real era atractiva para los manifestantes, muchos de ellos bastante jóvenes al haberse declarado una huelga general estudiantil, por ser uno de los emblemas de las reivindicaciones de los astilleros. El caldo de cultivo se estaba creando, sobre todo por el importante número de personas que se mantenían en la marcha totalmente ajenas a la división que se había producido -unas 1.500 según la Policía Nacional y unas 5.000 según los sindicatos convocantes-.
La manifestación proseguía con paso firme por la avenida Cayetano del Toro camino de Cortadura y en el ambiente se palpaba lo que iba a suceder. Un cóctel molotov en el que se mezclaban las reivindicaciones con los nervios por la presencia de un vehículo blindado BMR de la Policía Nacional en la Bahía de Cádiz desde el pasado lunes -las referencias en la manifestación fueron constantes- y un fuerte dispositivo policial. De hecho, los gritos contra los agentes y las peinetas y los abucheos al helicóptero del Cuerpo Nacional de la Policía que sobrevoló extramuros se repitieron hasta la extenuación.
Tanto se olía lo que podía pasar, que hasta desde la propia Coordinadora de Trabajadores del Metal, con su portavoz Jesús Galván a la cabeza, intentaron aplacar unos ánimos que ya eran difíciles de contener. En la mente de los que estaban al frente solo estaba el objetivo de cortar el puente, por lo que ya era muy complicado frenar lo que se pretendía hacer por la presencia de un gran número de personas.
Eran las 12.30 horas cuando, tras una breve parada, la manifestación superaba la confluencia entre las avenidas Ciudad de la Coruña y José León de Carranza, y la calle Sirenas. Con unos antidisturbios ya preparados por si tenían que actuar, los agentes de la UPR y la UIP comenzaron a retroceder en sus posiciones hasta que una chispa hizo que todo estallara.
Fue a la altura de la calle Nereidas cuando todo saltó por los aires, el lugar en el que se plantó una frontera imaginaria en Cortadura junto a la gasolinera situada a la salida de la ciudad para evitar que se llegara al puente José León de Carranza. Tras la caída de un agente al suelo, comenzó una fuerte carga policial. Por un lado, comenzaron a cruzarse contenedores en mitad de la carretera. La rotura de los bidones cercanos de recogida de vidrio sirvió a los manifestantes para que se produjera una auténtica -y muy peligrosa- lluvia de botellas, a las que se unieron enormes piedras de una obra cercana en una de las calles que cruza hacia el Paseo Marítimo.
Por el otro, los antidisturbios se emplearon con contundencia utilizando escopetas de pelotas de gomas, las porras y gases lacrimógenos. Una batalla campal que provocó un caos y que acabó con la dispersión de los manifestantes en dirección hacia el Paseo Marítimo, las avenida de Marconi y Ciudad de la Coruña, y los barrios de La Laguna, Loreto y el Cerro del Moro.
Y es que los incidentes se extendieron durante cerca de una hora hacia todos estos lugares, con cargas y carreras en unas calles estrechas de estos barrios que, en ese momento, no se imaginaban lo que había sucedido en la Avenida principal.
Una hora de duros disturbios con la principal vía colapsada y llena de botellas y escombros que volvieron a poner a Cádiz en el foco mediático. Porque si una lectura se puede sacar de este pulso entre los sindicatos y la patronal del metal Femca es el enorme interés que esta huelga está despertando más allá de las fronteras de la provincia por la fuerte presencia de los medios nacionales, aunque solo sea de manera superficial y atraídos por el poder de las imágenes.
Con todo, lo sucedido antes de los disturbios acabó pasando a un segundo plano, con gestos como las muestras de apoyo a los manifestantes al paso de la manifestación o el aplauso mutuo que se dedicaron los trabajadores del metal y los profesionales sanitarios que salieron a las puertas del hospital Puerta del Mar para incluir dentro de las protestas las reivindicaciones por la defensa de la sanidad pública.
Al final, tras las imágenes de tensión y miedo que se vivieron en la avenida José León de Carranza, la negociación para desatascar la renovación del convenio colectivo del metal se dirige hacia un camino incierto y de enorme tensión.
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