"Esta noche se decidirá lo que sea"
MEMORIA HISTÓRICA
Manuel escribió una carta a su madre antes de ser fusilado. Continúa la búsqueda de sus restos y los de otros fusilados en Jerez, Jimena y San Fernando
Cádiz/Manuel de la Calle, de 40 años, viudo con seis hijos, le escribió a su madre una carta cuando estaba detenido. “El asunto me parece que va por un buen camino. Yo espero que esta noche se decidirá lo que sea”, decía el hombre. Acertó en su segundo pronóstico pero falló en el primero. Los militares que se habían rebelado contra la República lo fusilaron y enterraron luego el cadáver en una fosa del cementerio de Jerez. Ni a la madre de Manuel ni a sus hijos les dejaron hacerle un entierro ni les dijeron dónde estaba la fosa ni nada. Tampoco les permitieron durante el franquismo intentar recuperar los restos mortales para trasladarlos a una sepultura con su nombre, donde llevarle flores, donde honrar su memoria. Es el nieto de Manuel, Amaro de la Calle, quien trata ahora de enmendar esa anomalía.
Amaro y otros familiares de represaliados están empeñados en conseguir lo que les fue prohibido a los hijos, padres, viudas y viudos durante el franquismo. Al contrario de lo que hizo la dictadura con sus muertos enterrados en fosas (buscó los restos y recuperó los que fue posible), el régimen democrático no ha afrontado directamente esa tarea: no ha buscado y recuperado los restos de los que mataron los franquistas. Por eso algunas instituciones como la Diputación Provincial de Cádiz están financiando las excavaciones que emprenden las asociaciones de memoria histórica.
Ahora, con un nuevo aporte de fondos de la Diputación, gracias a la iniciativa del servicio de Memoria Histórica y Democrática, del que es responsable la diputada Lucía Trujillo, podrán Amaro y otros continuar con su búsqueda. En Jerez, en San Fernando y en Jimena.
Las excavaciones en Jerez comenzaron hace un año en la zona de la ciudad que ocupaba el cementerio de Santo Domingo. Hallaron fosas en el Parque Scout. Pero en ellas no había restos de ningún represaliado. Los trabajos se reanudarán en el mismo parque, tras un estudio exhaustivo de los planos del antiguo camposanto. Un testimonio oral puede dar ahora una buena pista para encontrar la fosa en la que eran enterrados los fusilados.
Amaro, que es presidente de la Asociación de Familiares y Amigos por la Recuperación de la Memoria Histórica de Jerez y Comarca, explica que en Jerez cayeron bajo las balas de los golpistas al menos 600 personas (sobre las que hay documentación) y probablemente muchas más. Una de ellas, su abuelo, que era presidente del sindicato anarquista de camareros y cocineros.
Manuel de la Calle se escondió en una casa, en Jerez, cuando empezó la guerra. Hubo una delación y fue detenido. Lo encerraron en el cuartel de la calle Empedrada tres días y allí escribió la carta sin fecha que su familia encontró hace unos años, traspapelada entre otros documentos. Dice así: “Mamá, no me mande usted nada de comer, nada más que cosas como café y caldo. No crea usted que estoy malo, sino que no tengo ganas de comer. El primer día me pelaron y me dieron el purgante y me quitaron el bigote, pero todo me hacía falta. Lo único que echo de menos son los dos colchones de lana. El asunto me parece que va por un buen camino. Yo espero que esta noche se decidirá lo que sea. Yo las sentí a ustedes anoche, a todas. Muchos besos para los niños, abrazos para usted y recuerdos para todos los vecinos. Manolo”.
La madre y las hermanas de Manuel acudieron al cuartel para pedir que lo soltaran, comenta Amaro. Y él les dice en su carta que oyó cómo lo llamaban o gritaban para intentar comunicarse con él. De allí fue trasladado al Teatro Eslava e inmediatamente lo fusilaron.
También fue fusilado, en Jimena, Pascual Collado. Su nieto, del mismo nombre, está pendiente de las excavaciones que la Diputación financiará en ese municipio, en el cementerio antiguo, que se encuentra en el entorno del castillo, en la zona alta del pueblo, y que aún hoy tiene uso. Fue el principal lugar de enterramientos de represaliados. Y de fusilamientos. Hubo una excavación en las zonas señaladas por un georradar y en una de ellas aparecieron restos de cuatro personas con signos evidentes de haber sido fusiladas. Luego se volvió a tapar la fosa, no se extrajo ningún resto.
En esta segunda fase serán exhumados los restos y serán recabadas las muestras necesarias para el estudio de ADN, para tratar de identificar a los fusilados. Pascual explica que estiman que puede haber enterrados de 35 a 40 vecinos de Jimena, según el resultado de las investigaciones de varios historiadores, fundamentalmente de José Manuel Algarbani.
El abuelo de Pascual tenía 47 años y cinco hijos pequeños. Era comerciante; se dedicaba a la compraventa de cereales. Bien situado económicamente, no estaba adscrito a ninguna opción política ni sindical. Fue de los primeros fusilamientos que hubo en Jimena: el 6 de octubre de 1936. Jimena cayó en manos de los golpistas el 28 de septiembre. Su muerte salvó vidas, anota su nieto. Muchos afiliados a partidos de izquierda o a sindicatos que se habían escondido o huido, no volvieron al pueblo. Si han matado a Pascual Collado, qué no harán conmigo, se decían. Pascual explica que a su padre y a sus tíos les dijeron que estaba enterrado en un lugar del cementerio, entrando a la derecha. Es el sitio en el que aparecieron los restos de los cuatro fusilados. La familia tiene la esperanza de que uno de los cuatro sea Pascual.
La viuda de Pascual nunca quiso ir al cementerio desde el fusilamiento. Decía que no quería hacer el último recorrido que había hecho su marido. Siempre tuvo la ilusión de recuperar sus restos y darles otra sepultura. Pero murió en 1962 con la pena de no poder lograrlo y con un recuerdo muy vivo: el de los tres días en que le llevó el desayuno y la comida a la cárcel, allí en Jimena. Una mañana llegó y le dijeron: esta comida llévatela para tu casa, que a tu marido ya no le hace falta.
Esa es una escena que se repitió en muchos pueblos de España. También en San Fernando, donde el dinero de la Diputación permite ahora continuar en el cementerio con las excavaciones que ya han recuperado los restos de 106 fusilados. “Calculamos que hay más de 200 fusilados enterrados en las fosas”, explica Javier Pérez Guirao, presidente de Amede, la asociación de memoria democrática de La Isla. La estimación surge de las investigaciones realizadas por Miguel Ángel López Moreno, que ha donado a Amede, para los gastos de las excavaciones, los ingresos que proporcione la venta del libro República, alzamiento y represión en San Fernando.
Los nuevos trabajos, esta vez en la fosa número 7, ya han comenzado en el cementerio de San Fernando ¿Cómo saben que están ante los restos de un represaliado? Javier dice que es una pregunta que siempre surge cuando explican en una charla o en un acto lo que están haciendo.
Lo cuenta de nuevo. En el equipo, señala, hay un antropólogo forense que sabe diferenciar a través de los huesos el sexo, la edad, el tipo de trabajo que realizó esa persona, las enfermedades que padeció en vida, o incluso si la persona era diestra o zurda, si caminó mucho, si hizo trabajos manuales...
En los enterramientos habituales, los cuerpos van en cajas (la madera, no aparece, pero sí los clavos del ataúd y una marca en torno a los huesos) y el esqueleto está boca arriba y con las manos sobre el pecho. “En las fosas de la represión”, dice Javier, “se ve que los cadáveres fueron enterrados unas veces en ataúdes y otras no. Pero los cuerpos están de cualquier forma; no están bien colocados; están de lado, boca abajo, entremezclados unos con otros. Y, sobre todo, aparecen orificios de proyectiles en los cráneos y fracturas de huesos en el momento de la muerte, algunas por impacto de balas. Por todo ello, el antropólogo sabe que fue una muerte violenta”.
En las fosas aparece también ropa. Y salen de las fosas suelas de zapatos y objetos personales: gafas, monedas, llaves, cajas de cerillas, carteras... Pequeñas cosas pero que adquieren ahora un enorme valor sentimental.
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