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Una misteriosa desaparición al inicio de la Guerra Civil

El Ejército republicano dejó anotado que Artal se pasó al enemigo cuando se hallaba en el frente de Toledo pero ningún bando dio noticia oficial alguna de su paradero.

Jesús Núñez / Cádiz

09 de enero 2011 - 08:47

Cuando el 11 de enero de 1933 el joven teniente de infantería Gregorio Fernández Artal, destinado entonces en el Cuerpo de Seguridad (antecedente histórico de la Policía Armada y de la Policía Nacional), se dirigía al frente de sus hombres hacia Casas Viejas, cuya casa-cuartel de la Guardia Civil había sido atacada por revolucionarios que habían proclamado el comunismo libertario, poco podía sospechar de los terribles sucesos en los que se vería envuelto ni el triste y misterioso final que el destino le tenía reservado.

Esclarecer que fue de él era una tarea muy difícil que por el momento no ha tenido éxito. Aunque se conservan sus expedientes en el Archivo General Militar de Segovia y en el Archivo General del Ministerio del Interior en Madrid, faltan muchos documentos.

Nacido el 12 de marzo de 1906 en la casa-cuartel de la Guardia Civil de la pequeña localidad turolense de Pancrudo, era uno de los cinco hijos de su comandante de puesto, el sargento Gregorio Fernández Sabio y de Prudencia Artal Palacios.

Con ocho años de edad, dirigió una instancia al director general de la Benemérita solicitando el ingreso en el Colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro. A los dieciséis lo volvió a solicitar y fue aceptado, teniendo aprobado ya el ingreso en la Academia de Infantería de Toledo, pero los escasos recursos económicos familiares no le permitieron entonces sufragar los costes del acceso directo.

Finalmente, el 8 de septiembre de 1925 pudo ingresar como cadete en dicho centro, donde permaneció tres años hasta que obtuvo su despacho de alférez, siendo destinado al Regimiento de Infantería Gerona nº 22, donde le sorprendería, ya como teniente, la proclamación de la Segunda República. Tras breves destinos en el Regimiento de Infantería nº 42 y en el Batallón de Cazadores de Africa nº 6, pidió en julio de 1932 su ingreso en la Guardia Civil.

Dada la numerosa lista de espera que había entonces de oficiales del Ejército que querían pasar a la Benemérita, también solicitó el Cuerpo de Seguridad, donde ingresó al mes siguiente y fue destinado a las secciones de vanguardia y asalto, dada su estatura de 1'75 metros, muy elevada para la época. No obstante, no desistió de su sueño de ser oficial de la Guardia Civil y pudo por fin examinarse y aprobar, quedando inscrito el 27 de diciembre de 1934 en la escala de aspirantes.

Sin embargo, no tuvo vacante en su turno de lista, que mejoró al reconocérsele el concepto de "valor acreditado", hasta el 3 de julio de 1936, dos semanas antes de estallar la Guerra Civil. Poco antes, tras casi cuatro años destinado en Madrid en el Cuerpo de Seguridad, había pasado al Batallón de Cazadores Las Navas nº 2, de guarnición en Larache, si bien no llegó a incorporarse.

Tras fracasar la sublevación militar en Madrid, fue comisionado el 28 de julio al 4º Tercio capitalino y diez días después ascendido a capitán pero el 11 de septiembre quedó disponible forzoso hasta que la comisión depuradora del comité central de la Guardia Nacional Republicana (nueva denominación de la Guardia Civil a partir del 30 de agosto) decidió seis días más tarde su continuación en el Cuerpo.

A partir de aquí todo es confuso. El 2 de octubre, el auditor de guerra de la 1ª División Orgánica comunicó "que se encuentra peleando en el frente de la Sierra con las fuerzas leales" y debía comparecer ante el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 5 de Madrid, al objeto de notificársele el auto de procesamiento y recibirle declaración en el sumario 319-36 por el delito de insulto a la autoridad, incoado contra él y otras personas y posiblemente relacionado con los graves incidentes acontecidos tras el entierro del diputado José Calvo Sotelo, asesinado el 13 de julio.

Sin embargo, nunca compareció. El 23 de octubre se informó al ministerio de la Guerra que dicho oficial, "que se encontraba en el frente de Toledo al mando de una compañía de esta Guardia Nacional Republicana, ha desertado al enemigo". Consecuente con ello, el 17 de diciembre se decretó su baja definitiva en el servicio activo "sin perjuicio de lo que en su día resulte de la información que al efecto se instruye", en cumplimiento del decreto de 26 de julio de 1936, "sobre cesantía de todos los empleados que hubieran tenido participación en el movimiento subversivo o fueran notoriamente enemigos del régimen republicano". Se ignora cual debió ser la conclusión final de dicho informe ya que no se localizó.

El misterio es que nunca llegó a alcanzar las líneas enemigas que mandaba entonces el general Varela, quien acababa de liberar el Alcázar toledano, ni su nombre figura en los numerosos listados de pasados y prisioneros que obran en su archivo gaditano ni en ningún otro.

¿Realmente intentó pasarse y alguien del bando republicano lo mató para evitarlo o alguien del otro bando lo confundió con un enemigo? Es raro que posteriormente no fuera identificado su cadáver por alguno de los dos bandos. También pudo ser reconocido entre las entonces convulsas filas republicanas por su vinculación con los sucesos de Casas Viejas o el sumario citado y alguien decidiera vengarse sin dejar rastro. El caso es que nunca más se supo de él.

Finalizada la guerra y dada su condición de "desaparecido", no podía ser inscrito su fallecimiento en el registro civil, por lo que el 3 de octubre de 1942, su madre solicitó al director general de la Guardia Civil un certificado sobre su situación, "no teniendo noticia oficial ni concreta sobre el paradero de su citado hijo Gregorio desde el mes de septiembre del año 1936, en que, según referencias particulares, se pasó a la Zona Nacional por encontrarse a la iniciación del Glorioso Alzamiento Nacional en Madrid".

Consecuente con ello, se certificó el 24 de octubre que su situación continuaba siendo la de "desaparecido". El 4 de febrero de 1943, el director general de la Guardia Civil ordenó la instrucción de una información "en averiguación de las causas que motivaron el fallecimiento del teniente". Su ascenso a capitán nunca fue reconocido por los vencedores.

El 5 de mayo siguiente fue remitido el informe, que tampoco se ha localizado. Debió limitarse a declarar su muerte para que la madre pudiera percibir la pequeña pensión que entonces se concedía.

Pero ni después de "desaparecido" y "fallecido" se libró de ser depurado, ya que al inicio de la sublevación militar, permaneció leal al Gobierno republicano. Así, el 23 de noviembre de 1943, el Juzgado número 3 del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo solicitó al inspector general de la Policía Armada y de Tráfico información sobre su situación militar y paradero.

Y apenas dos semanas después, el general subsecretario del ministerio del Ejército remitió un escrito "reservado" al director general de la Guardia Civil solicitando su situación actual, ya que se le estaba instruyendo expediente "como incurso en la Ley de 1 de marzo de 1940", promulgada para la represión dell comunismo y la masonería.

Casi ocho décadas después de los sucesos de Casas Viejas su muerte sigue sin esclarecer y sus restos, como los de otros muchos españoles de entonces, deben yacer en alguna tumba o fosa sin nombre.

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