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La Guardia Civil desmantela varias plantaciones a la semana

Históricos narcos del hachís se han pasado a la 'maría' porque su precio ha subido y la pena de cárcel es menor

Un agente de la Guardia Civil de Chipiona entra en una vivienda de Sanlúcar acondicionada para criar marihuana. / Fito Carreto
Pedro M. Espinosa

07 de octubre 2017 - 02:06

Cádiz/Hace calor de verano. Pegajoso y húmedo, pero es otoño, la época de floración natural de la marihuana, la droga de moda en la provincia. Tanto, que algunos históricos narcos del hachís y las planeadoras se han hecho agricultores de repente y pasean entre invernaderos con aires de terratenientes a la luz artificial de las lámparas halógenas y el ruido que sale de los aparatos de aire acondicionado, los extractores para camuflar el olor o las motobombas de riego.

En la costa Noroeste, la Janda o la Sierra, las plantaciones de marihuana proliferan. La Guardia Civil tiene trabajo extra. De hecho, actualmente es rara la semana que sus agentes no desmantelan dos o tres, algunas con hasta 8.000 plantas, como la que cazaron hace unas semanas en una pedanía de Vejer de la Frontera.

Los guardias del puesto de la Guardia Civil de Chipiona han tenido una semana movida. El martes dieron con un invernadero en La Colonia, en Sanlúcar, con 2.000 plantas, y el jueves, con la presencia de este diario en directo, localizaron varias casas a la entrada de la localidad hasta arriba de plantas de marihuana en pleno crecimiento. Mientras esperamos en la calle la orden judicial para entrar en una de las casas, los agentes nos cuentan los entresijos del negocio. "Ahora mismo puede pagarse hasta 2.500 euros por un kilo de marihuana, y por el mejor hachís se llega a los 3.000 euros, pero con la marihuana te ahorras el transporte, el mayor riesgo, pagarle a los puntos, al piloto de la goma, a los porteadores. Y encima, si te cogen la pena de cárcel es menor, de hecho si es la primera vez normalmente no entras en prisión. Hasta puedes evitar pasar la noche en el calabozo, depende del juez". Así, es lógico que algunos hayan dado un giro a su negocio y cambiado el chocolate por el cogollo.

No obstante, el precio de la droga fluctúa en el mercado. Según el último informe elaborado hace justo un año por el Centro de Investigación contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), el gramo de marihuana estaría en Europa entre los 5 y los 23 euros, dependiendo del país. En España, el precio medio del pasado año era de 4,58 euros el gramo. El pico más alto se produjo en 2014, cuando el kilo llegó a alcanzar los 1.116 euros. En los últimos meses, las mayores restricciones para el cultivo en países como Holanda, tradicionalmente grandes productores y exportadores, ha provocado un pronunciado aumento en España, algo que está atrayendo no sólo a antiguos traficantes de hachís sino a advenedizos en un negocio que, a veces, se les tuerce.

"Con lo tranquilo que estaba yo en la cama. Me habéis dado el día". El que habla, con una tranquilidad pasmosa, es el ocupante de uno de los unifamiliares sospechosos para la Benemérita. Desde fuera sólo se ve una vivienda con las persianas echadas, blanca, estrecha, con tres pisos. Al acercarse, puede oírse el rumrum delator: extractores. Pero más cante aún da el olor a maría. Los guardias, de tanto patrullar en busca de la droga, casi tienen olfato perruno. Han localizado al inquilino que habita la vivienda en régimen de alquiler. Lo han sacado de su domicilio habitual y le han pedido que abra. Al contrario que su vecino, que ha exigido la orden judicial, este ha decidido colaborar con la justicia. ¿Es la primera vez? "La primera, yo sabía que esto iba a pasar algún día, pero tengo 26 años y estoy parado, y algo tengo que hacer. Mala suerte. Con el follón que había montado aquí". Cuando habla de follón se refiere no sólo a las macetas con las plantas de marihuana que todavía están en plena maduración, sino a las lámparas que las alumbran día y noche, a los aparatos de aire acondicionado salpicados en las diferentes habitaciones, los ventiladores, los extractores, el riego. Los plantones o esquejes de marihuana se venden a cinco o seis euros, y una vez que alcanzan el metro y medio se venden por 150.

Para no levantar la liebre con facturas del recibo de la luz de muchos miles de euros, los narcos metidos a agricultores realizan una doble acometida eléctrica. Por eso la colaboración con los técnicos de Endesa es esencial. Algunos han llegado al lugar rápidamente. Levantan las arquetas de la calle. Nada raro. Algo llama la atención en el descuidado jardín arenoso y sin rastro de césped de la entrada de la vivienda. Cavan medio metro y... bingo. El cable rojo, el legal, de la instalación cubre otro más pequeño, verde, por el cual entra la energía, robada, a la vivienda, la que corre hasta diferentes transformadores que evitan las sobrecargas.

Los agentes cuentan que en invernaderos de La Colonia han llegado a encontrarse hasta dos generadores, valorados en 10.000 euros cada uno, y que funcionan con gasoil. "Con eso se evitan de problemas y consiguen esquivar las facturas de la luz. Pagan el carburante al contado y compran todo el material en Valencia, para no dejar rastro que nos pueda dar pistas de sus actividades".

Los dueños de las grandes plantaciones invierten mucho dinero para su mantenimiento. En estos cultivos de interior, utilizando técnicas hidropónicas y semillas modificadas genéticamente para generar más cogollos (la parte que se fuma) obtienen hasta cuatro cosechas al año. "España era la huerta de Europa para las hortalizas. Ahora lo es para la marihuana", recuerda un agente que le espetó el miembro de una asociación de cannabis. Otro asegura que han llegado a encontrarse "auténticas industrias dedicadas a la marihuana".

Hay que tener en cuenta que, al igual que ocurre con el hachís, cuanto más al norte de Europa se coloca más sube su valor. En España el kilo de cogollo de marihuana se paga entre los 1.000 y los 1.500 euros; las plantas, que pueden dar hasta 250 gramos de cogollo, se venden a 150 euros. En Francia, ese mismo kilo ya sube a los 2.000 o 2.500 euros, que alcanzan los 4.000 euros en países escandinavos como Finlandia. De hecho, la Guardia Civil ha desmantelado organizaciones que compraban la droga en el Sur de España y la trasladaban hasta el norte del continente. "Al contrario de lo que ocurre con el hachís, el cultivo de la marihuana ya está en suelo europeo, no tiene que cruzar el Estrecho ni ninguna frontera porque ya está en la Unión Europea", dicen desde la Guardia Civil.

En los últimos meses, las aprensiones y las detenciones por el cultivo de marihuana han aumentado considerablemente. Sólo en la denominada operación Librero, en Vejer, mencionada anteriormente, se detuvo a nueve personas y se incautaron 8.000 plantas y gran cantidad de kilos de cogollos en sacos dispuestos para su distribución. Fue un duro golpe para estas redes que, no podemos olvidarlo, están tan fuera de la ley como las que trafican con hachís.

Del cultivo para consumo propio a los clubes

Las fuerzas de seguridad se enfrentan con un problema añadido al auge del cultivo de marihuana. Actualmente, en cualquier buscador de internet pueden encontrarse ofertas como esta de una empresa de cultivos: "Kit industrial completo para cuarto de cultivo de ocho focos y 96 macetas, con ocho juegos de poleas, extractor tubular... 1.900 euros". En internet se pueden comprar no sólo las semillas, sino las plantas o los extractores para disimular el inconfundible olor de la marihuana.

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