Muere Isidoro Hidalgo, jefe de la Fiscalía de Cádiz durante 13 años

Dirigió el órgano público gaditano desde junio de 1992 hasta noviembre de 2005

"Quienes tuvimos la fortuna de trabajar con Isidoro Hidalgo fuimos conocedores —y beneficiarios— de su altura como persona, de su afilada inteligencia, de su ilimitado vitalismo y de su sentido de la justicia", recuerda Ángel Núñez

Isidoro Hidalgo
Isidoro Hidalgo / J.B.

Cádiz/Isidoro Hidalgo Baras, quien fue jefe de la Fiscalía Provincial de Cádiz durante 13 años, ha fallecido a la edad de 89 años. Hidalgo, nacido en Fuenteovejuna (Córdoba) en 1935, dirigió la Fiscalía de Cádiz desde junio de 1992 hasta noviembre de 2005.

Hidalgo estudió la carrera de Derecho en la Universidad de María Cristina, en El Escorial, y se licenció en 1957 por la Universidad de Madrid. Más tarde ingresó por oposición directa en la XII promoción de la Escuela Judicial y optó por la carrera fiscal .

En 1964 tomó posesión de su primer destino como abogado fiscal en prácticas en la Fiscalía Provincial de Cádiz. En agosto de 1966, a petición propia, fue trasladado a la Fiscalía de la Audiencia Territorial de Sevilla, donde en 1976 ascendió a la categoría de fiscal .

Más adelante, en 1985, fue nombrado teniente fiscal de esa Audiencia y permaneció en ese cargo hasta el 12 de junio de 1992, fecha en la que tomó posesión del cargo de fiscal jefe de Cádiz.

Pésame en la Fiscalía

Ángel Núñez, actual jefe de la Fiscalía Provincial de Cádiz, muestra sus condolencias en una emotiva reseña:

Conocí a Isidoro Hidalgo a mediados del lejano, olímpico y expouniversal año de 1992, cuando fue nombrado fiscal jefe de la Fiscalía de Cádiz, cargo en que permaneció hasta su jubilación en 2005. Lo conocí personalmente, digo, porque aunque yo llevaba apenas un año de fiscal su fama como jurista lo precedía. A lo largo de ese tiempo, la totalidad de integrantes de la Fiscalía de Cádiz supimos de su capacidad para el ejercicio riguroso del Derecho, de su ambición por el conocimiento, a la busca siempre de la raíz de los problemas para descubrir sus causas últimas, de su sentido práctico alejado de todo dogmatismo, de su defensa apasionada de la dignidad de la Carrera Fiscal, de su siempre provocadora incorreción política. Miembro del Consejo Fiscal, condecorado con la Orden de la Cruz de San Raimundo de Peñafort, poseedor de un extenso currículo, en él se aunaba aquello que mencionaba un ilustre jurista norteamericano, el Derecho de los libros y el Derecho de la acción.

Pero, siendo de enorme mérito, todo ello palidece frente a la dimensión de sus valores humanos. Sin ellos, nada de lo anterior habría tenido especial valor. Isidoro Hidalgo fue jefe y amigo. Disfrutamos de su magisterio jurídico y de sus dotes gastronómicas. Navegamos con él y no solo en sentido figurado. Quienes tuvimos la fortuna de trabajar con Isidoro Hidalgo fuimos conocedores —y beneficiarios— de su altura como persona, de su afilada inteligencia, de su ilimitado vitalismo, de su desopilante sentido del humor, de su capacidad de entusiasmo, de su inmensa generosidad, de su talento para la amistad y de su sentido de la justicia. Como decía Aristóteles, los hombres justos son los más capaces de amistad.

A lo largo de su dilatada vida, Isidoro Hidalgo se ajustó al pie de la letra a aquellas viejas tria iura praecepta, la tres máximas del Derecho: "Vivir honestamente", "No dañar al otro" y "Dar a cada cual lo que le corresponde". Su biografía fue un ejemplo de estética de la existencia, esa que habla de hacer de la propia vida obra de arte. Fue además una de las personas más libres que he conocido. Y un hombre bueno. En este momento triste de su último viaje, tales enseñanzas son con las que quienes lo quisimos tratamos de encontrar consuelo.

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