El parqué
Jaime Sicilia
Quinta sesión en verde
Galería del Crimen | Capítulo 17
Cádiz/A la mayoría de los norteamericanos les fascina la Vieja Europa. A Yana Rose y su marido Michael Martin Hoseyni, también. Yana, que había nacido en Rusia pero tenía la nacionalidad estadounidense, y Michael, de origen iraní, regentaban un rentable negocio de coches en Denver, en el estado de Colorado. Las cosas les iban bien. Los dólares se multiplicaban en su cuenta corriente y Michael, de 55 años, pensó que era el momento de cruzar el charco y realizar ese tour soñado por su mujer. Yana, que tenía 40 años, se entusiasmó con la idea. La pareja había superado alguna crisis debido al carácter fuerte y celoso de Michael, pero en agosto de 2021 hicieron las maletas decididos a emprender una aventura de varios meses. Las amigas rusas de Yana les habían confeccionado una ruta que recorría varios países, entre ellos Albania, Bulgaria, Macedonia, Croacia, Italia, Francia y España, antes de regresar a casa. Aunque Yana nunca volvió.
Tras varios meses viajando por Europa, la pareja alquila un coche en Milán y atraviesa Francia y España de norte a sur. Se hospedan en un apartamento de dos plantas en la urbanización de La Alcaidesa, en La Línea, a pocos kilómetros de Sotogrande. Y ahí se le pierde la pista a Yana. Estamos en Navidad y Yana, que cada día llama a su madre para contarle sus peripecias, no da señales de vida. Se la ha tragado la tierra. Sus amigas, con las que mantiene contacto habitual, tampoco saben nada. Ha sido llegar a Cádiz y desaparecer. El día después de Navidad, la madre de Yana habla por teléfono desde Rusia con su yerno. Le pregunta si todo va bien. Michael le cuenta que han tenido una discusión muy fuerte, que Yana se ha enfadado mucho y que se ha marchado. Asegura que no sabe dónde se encuentra. La madre de Yana se angustia pero está a miles de kilómetros de distancia y poco puede hacer salvo esperar. Su instinto le dice que a su hija le ha ocurrido algo malo. Más aún, cuando Michael le envía un mensaje de whatsapp en la que le anuncia que va a volver a Milán para tomar un vuelo que le lleve de regreso a EEUU.
Mientras, en Valencia, una amiga de Yana con la que había quedado citada intenta sin éxito contactar con ella. Habla con Michael, que le ofrece las mismas vagas explicaciones sobre la pelea y su posterior marcha. “Algo no va bien”, se dice. El 9 de enero esta preocupación fundada le hace acudir a la comisaría de la Policía Nacional y denunciar su desaparición.
Los agentes del grupo de Desaparecidos de la Unidad Central de Delincuencia Organizada y Violenta (UDEV) toman las riendas de la investigación. Se desplazan hasta los apartamentos de La Alcaidesa donde se ha visto a la pareja por última vez y se topan con una valiosa prueba: la grabación de una cámara de seguridad cercana al complejo turístico. Son imágenes tomadas la noche del 26 de diciembre en la que se ven el coche de alquiler de la pareja con el maletero abierto y a Michael arrastrando por los tobillos el cuerpo de su mujer. La baja de esta guisa por los escalones de la casa de dos plantas y la mete en el maletero. Los policías no tienen dudas de que Yana está muerta. El vídeo permite ver al matrimonio durante la mañana del día 25 entrando y saliendo del apartamento, pero cuando llega la tarde ya sólo se ve al hombre. Por esto los investigadores consideran que Yana pudo morir el mismo día de Navidad. Aunque la pareja había alquilado la vivienda más tiempo, ese mismo día Michael se pone en marcha con el cadáver de su mujer en el maletero.
A partir de ese momento la Policía inicia la búsqueda del cadáver de Yana. Michael se ha convertido en el único sospechoso. Para seguir su pista, los agentes localizan el BMW alquilado en el que se han desplazado por España y que cuenta con un geolocalizador. Así comprueban que ha recorrido más de mil kilómetros, viajando desde Cádiz hasta Tarragona. Una vez allí, sin una explicación aparente, Michael da la vuelta y se dirige a Valencia.
Gracias a la información de las tarjetas de crédito los agentes comprueban que se aloja el 27 de diciembre en un hotel de Valencia, donde permanece varios días y desde donde se desplaza a Alzira en varias ocasiones. Según la acusación, había creído dar con el escondite perfecto en el camino de Torretxó, antes incluso de llegar a la capital del Turia.
Según la investigación posterior, Hoseyn dejó el cuerpo desnudo de Yana en una esquina de la parcela y lo cubrió con ramas. Luego se fue a Valencia y buscó un hotel. Un día después, de camino a Alzira, paró en un conocido hipermercado francés de bricolaje al pie de la V-31, en Massanassa, y compró una pala, un palote (una herramienta de jardinería más plana que la pala), un hacha y unos guantes. La cámara de la caja en la que pagó captó perfectamente su imagen. A partir de ese momento fue cavando la tumba durante varios días, hasta que consideró que tenía la profundidad suficiente para acoger el cuerpo de su mujer. Tras enterrarla, huyó. Una vez cumplida su misión, Hoseyni sigue su ruta por Europa y vuelve a Milán, donde deja el coche en el aeropuerto y el 11 de enero toma un avión a Londres. Desde la capital inglesa vuela a Nueva York y desde la costa Este se dirige a Sheridan, el pequeño pueblecito de Denver donde se encuentra su casa. Una casa vacía.
Diez días después, el 21 de enero, agentes de los grupos de Homicidios de Valencia y de la Comisaría General, junto a un equipo mixto de Policía Científica de Valencia y de la central, encuentran el cadáver de Yana Rose.
Una vez recuperado el cuerpo comienza el trabajo de los forenses. Los análisis preliminares no dejan clara la causa de la muerte. Incluso se baraja la posibilidad de la muerte accidental durante alguna práctica sexual extrema. El cadáver de Yana Rose presenta un golpe en la cabeza, pero los forenses concluyen que se produjo una vez muerta, posiblemente durante el traslado del cadáver desde el apartamento de dos plantas hasta el maletero del coche. Precisamente en ese vehículo que Michael ha dejado en el aeropuerto de Milán, la Policía halla restos de ADN de Yana y arena del terreno de Alzira donde se enterró el cadáver. La Policía española solicita la ayuda del FBI, que entonces revela un dato importante: Michael Hoseyni había sido denunciado por maltratar a su esposa al menos en una ocasión anterior.
El FBI comienza a seguir los pasos del hombre y constata que Hoseyni ha comprado un billete de vuelta a España. Aterriza en Madrid el 28 de enero, apenas una semana después de que se descubriera el cadáver de su mujer. Según publicó El País en su momento, al ser detenido en el aeropuerto por los agentes del grupo de Desaparecidos, “no dijo nada, ni opuso resistencia, no ha abierto la boca desde entonces”, señalaron los investigadores. Días después, Hoseyni ingresó en la prisión gaditana de Puerto II.
Los investigadores no tienen claro por qué regresa Hoseyni. “No sabemos si quería ocultar algún cabo suelto, restañar algún descuido, denunciar la desaparición de su mujer, o simplemente ser juzgado en España por el crimen”, comentan. Lo que es evidente es que, en este caso, se cumple la máxima de que el asesino siempre regresa al lugar del crimen. En Colorado, el estado en que reside, la pena de muerte, la condena más habitual en los homicidios agravados, se abolió en 2020, pero se mantiene la cadena perpetua, mientras que en nuestro país, la máxima pena sería de 20 años, aunque por un crimen similar suelen ser bastante inferiores.
Forenses valencianos determinaron en un informe posterior que, sin ningún género de dudas, Michael mató a Yana estrangulándola con sus propias manos. De hecho, hay una serie de lesiones en la zona de la tiroides que son compatibles con el estrangulamiento. Su caso, que debía juzgarse el pasado febrero, se ha aplazado y parece que se celebrará en 2025 en la Sección 7ª de la Audiencia Provincial de Cádiz, con sede en Algeciras.
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