“Es de justicia que eléctricas y bancos arrimen el hombro”
Nadia Calviño | Vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos
La número dos del Gobierno defiende la labor de un Ejecutivo “progresista y europeísta” cuya prioridad es contener el alza de los precios y garantizar un “reparto justo” del coste de la guerra
Nadia Calviño (La Coruña, 1968) abandonó hace cuatro años uno de los puestos técnicos con mayor responsabilidad de la Comisión Europea para asumir la cartera de Economía con la vitola de independiente. Desde julio del año pasado es la número dos del Ejecutivo de Pedro Sánchez, ejerciendo de puntal del primer Gobierno de coalición de la democracia española. Enamorada de los veranos en la provincia de Cádiz, confiesa su sorpresa ante la belleza del Castillo de Luna de Rota, donde se celebra la entrevista antes del acto de homenaje a la escritora Almudena Grandes.
–En su última entrevista con este diario hablaba de recuperación. Ahora afrontamos otra palabra que empieza por erre: recesión. ¿Estamos en vísperas de una?
–La economía española está mostrando una gran fortaleza, incluso en este contexto internacional tan complejo. Está claro que hay una gran incertidumbre derivada de la guerra en Ucrania. Pero España creció casi el doble que la media europea en el segundo trimestre del año. El primer semestre ha sido muy potente. La campaña turística está siendo muy buena.
–Pero hay síntomas de agotamiento. La Seguridad Social ha advertido esta semana de un importante descenso de la afiliación en el mes de agosto. ¿Podemos hablar de desaceleración?
–La afiliación cae siempre en el mes de agosto. Tenemos una economía con un componente estacional muy fuerte, sobre todo con el final de la campaña turística, aunque esperemos que este año se pueda alargar. De momento, hemos visto un comportamiento extraordinario del mercado laboral. Tenemos casi 20,5 millones de trabajadores ocupados, 800.000 ocupados más que antes de la pandemia, mínimos históricos de paro y de jóvenes que ni estudian ni trabajan... Vemos un cambio estructural de nuestro mercado laboral positivo, con una mayor estabilidad y fortaleza frente a los retos que nos puedan venir.
–Retos que también vienen de fuera. España se ha beneficiado de una temporada extraordinariamente larga de bajos tipos de interés. Ahora se avecina una nueva subida por la alta inflación, con un efecto en los bolsillos de los españoles.
–Hemos aprovechado los años de bajos tipos de interés, que han sido incluso negativos, para prepararnos para esta normalización de la política monetaria en un contexto de inflación generalizada como la que tenemos en la zona euro y en todas las economías occidentales. Hemos conseguido alargar mucho el periodo de maduración de la deuda pública para que cada año sólo tengamos que refinanciar un 15%. Ya se ha realizado casi un 70% de la emisión de deuda prevista para este año. Y vamos a seguir mejorando nuestras condiciones de financiación, incluso en este contexto de subidas de tipos de interés.
–Se acaban de cumplir diez años del ‘whatever it takes’ de Mario Draghi. ¿Teme que el BCE retire los estímulos a la compra de deuda soberana española?
–El Banco Central Europeo, que es además quien hace las previsiones de inflación, está siendo muy claro con respecto a su determinación para subir los tipos de interés y evitar, al mismo tiempo, que pueda haber inestabilidad en los mercados de deuda pública. En definitiva, ha expresado claramente su compromiso de evitar una repetición de lo que vivimos hace diez años.
–Su nombramiento como ministra de Economía fue interpretado como un gesto del Gobierno a la ortodoxia europea. ¿Se siente cómoda aplicando medidas como los impuestos a la banca o a las eléctricas?
–Este es un Gobierno progresista y europeísta. Nuestra prioridad es contener el alza de los precios y garantizar un reparto justo del coste de la guerra. Es de justicia y de sentido común que arrimen el hombro aquellos sectores que están teniendo beneficios extraordinarios y que, además, no se ven perjudicados por el alza de los precios de la energía. Es el momento de ser solidarios para afrontar el reto de esta guerra que llega justo cuando llevábamos dos años enfrentándonos a otro reto tan importante como el de la pandemia.
–Alemania acaba de anunciar un plan de ayudas para empresas con 27.500 millones de euros para evitar la deslocalización de su industria. ¿España no se plantea una medida similar para proteger su industria?
–Alemania está empezando a aplicar ahora medidas que nosotros que veníamos aplicando el último año, como las ayudas al sector electrointensivo y el tope al gas, que es sin duda la medida más importante desde el punto de vista de la competitividad de la industria española. Gracias a ese tope al gas, el precio de la electricidad en el mercado mayorista en Francia y Alemania es tres veces superior al de España. Esta es una medida muy importante para que la industria española gane competitividad. En cierta medida, España se anticipó. Fuimos precursores en la adopción de medidas y el primer país en dar la señal de alarma ante el alza de los precios de la energía. Otros países están tomando medidas ahora que nosotros hemos ido tomando a lo largo del último año.
–¿Cómo se interpreta desde el Gobierno la reticencia de Francia al gasoducto Midcat?
–La necesidad de incrementar las interconexiones tanto eléctricas como gasísticas con Francia no es nueva. A lo largo de mi carrera he tenido que abordar esta cuestión en numerosas ocasiones. Francia siempre ha tenido una gran reticencia, pero ahora está claro que es fundamental para Alemania y para el conjunto de la Unión Europea. Yo confío en que tanto el Gobierno alemán como la Comisión Europea se impliquen a fondo para que la Península Ibérica deje por fin de ser una isla energética.
–¿Cree que Alemania ha vivido por encima de sus posibilidades, energéticamente hablando?
–La situación actual lleva a que España sea un ejemplo en términos de gestión energética por la diversificación de suministros, la potencia de nuestra capacidad de regasificación, muy útil ahora por su capacidad de almacenamiento, o la penetración de las energías renovables. Todo eso nos posiciona en una mejor situación más fuerte, con una mayor autonomía estratégica, y nos permite ser solidarios con el resto de los países europeos. Es el momento de actuar con unidad, arrimar el hombro, y en el caso de España, ser solidaria con aquellos otros países como Alemania, que en estos momentos tienen una mayor vulnerabilidad. Igual que ellos nos apoyaron cuando nos golpeó la pandemia.
–La inflación ha traído el fantasma de 1973. ¿Estamos en una situación similar?
–Desde el punto de vista de las previsiones de evolución de los precios, tanto el Banco Central Europeo como el Banco de España prevén que a partir de septiembre empiece a contenerse la inflación en España. Las noticias más recientes de la evolución del precio del petróleo y las medidas que hemos venido adoptando para contener el alza de los precios nos llevan a prever que empiece a ralentizarse a partir de septiembre. Nuestra economía no tiene nada que ver con la de la década de los setenta. Tenemos una economía mucho más diversificada, con una mayor capacidad de exportación, más competitiva y que está mostrando una notable fortaleza incluso ante un contexto internacional tan complicado.
–Varios gobiernos autonómicos del PP han anunciado la deflactación del IRPF para contener el impacto de la subida de los precios. ¿El Gobierno se plantea una medida similar en el tramo estatal del IRPF?
–Desde el primer momento el Gobierno ha estado considerando y aplicando las medidas que le parecían más eficaces. En estos momentos, la prioridad tiene que ser medidas que sean eficaces con un efecto prácticamente inmediato para contener la inflación. El Gobierno ha dado claras muestras de no tener prejuicios a la hora de adoptar las medidas que sean más eficaces y, con responsabilidad, teniendo en cuenta el importante impacto fiscal de las medidas que ya hemos puesto en marcha, 30.000 millones de euros, que se dice pronto.
–¿Ha cambiado la relación con la Junta tras las elecciones?
–No he tenido todavía ocasión de reunirme con el presidente de la Junta tras las elecciones. Hasta las elecciones ha sido una relación muy cordial. Desde el Gobierno de España hemos dado un apoyo decidido al trabajo de la Junta que refleja nuestro compromiso con Andalucía en cuanto a las ayudas directas a las empresas, o los fondos europeos del Plan de Recuperación. Andalucía es la primera comunidad en la recepción de fondos europeos. Hemos transferido a la Junta casi 3.000 millones de euros para que despliegue el plan de vivienda, invierta en educación, la transición ecológica, digitalización... Espero que la Junta acelere el ritmo de ejecución porque, por ejemplo, sería muy importante que se convoquen cuanto antes las ayudas a la conectividad para que puedan tener acceso a la banda ancha los colectivos ciudadanos más vulnerables. Si algo nos ha demostrado la pandemia es que la conectividad digital es esencial para poder desarrollar nuestras vidas. Al igual que creo que sería bueno que la Junta, que tiene las competencias en políticas de empleo, FP, y educación, aproveche el Plan de Recuperación para reducir el paro y cubrir las vacantes. Confío en que el nuevo Gobierno identifique bien las prioridades y gestione con eficiencia la oportunidad extraordinaria que brindan los fondos europeos.
–¿Dónde están esos fondos europeos?¿En qué los puede apreciar el ciudadano de a pie?
–El Plan de Recuperación es lo que explica que hayamos tenido un crecimiento tan potente el año pasado y que sigamos teniendo un crecimiento tan fuerte este año, con una expansión de la inversión pública y privada sin precedentes. En el caso de Andalucía, ya hay 5.000 beneficiarios de los fondos europeos, de los que la mitad son empresas y centros de investigación. Casi una de cada dos empresas andaluzas entre diez y 49 trabajadores han solicitado los bonos del Kit Digital para ampliar su nivel de digitalización. Los ayuntamientos andaluces ya han recibido fondos para desarrollar zonas de bajas emisiones, como por ejemplo el de Rota, donde estamos hoy. Los fondos europeos están llegando a la economía real y son fundamentales para mantener un crecimiento fuerte en un contexto difícil por la guerra de Ucrania, y para seguir con un proceso de modernización de la economía. Las empresas andaluzas están teniendo también un papel muy activo participando en prácticamente todos los proyectos estratégicos lanzados, los famosos Perte, como el aeronáutico, el agroindustrial, el naval...
–¿Y para las microempresas, que son el 90% del tejido económico andaluz?
–Ya hemos lanzado la segunda convocatoria del Kit Digital para las empresas de entre tres y nueve trabajadores, que podrán solicitar los bonos a partir del mes de septiembre, donde espero una movilización similar a la que hemos visto en las empresas más grandes. Y antes de final de año, vamos a lanzar la convocatoria para empresas de menos de tres trabajadores, con lo que vamos a cubrir todo el tejido productivo con un énfasis muy claro en la modernización y digitalización de las pequeñas y medianas empresas.
–Usted conoce Bruselas muy bien. ¿La guerra ha hecho más fuerte a Europa o ha sacado a la luz sus debilidades?
–El proyecto europeo nació por la gran crisis que supuso la Segunda Guerra Mundial, y de esas cenizas se ha desarrollado la construcción europea, que ha tenido que enfrentarse a numerosas crisis que han ido reforzándolo. Lo vimos en la respuesta a la pandemia, en la que actuamos con determinación, unidad y solidaridad. Esos tres principios nos tienen que guiar para responder unidos al reto de tener una guerra a las puertas de Europa.
–¿Cómo es la convivencia dentro de un gobierno de coalición con dos almas tan diferentes como Podemos y PSOE? A veces, no parece que el gobierno tenga una sola voz.
–Es la primera vez que tenemos un gobierno de coalición a nivel nacional. Si mira atrás, vera que la acción del gobierno ha sido claramente coherente. Desde el punto de vista de la política económica, hemos seguido los mismos principios que nos guían desde 2018: responsabilidad fiscal, justicia social y reformas estructurales y progresistas. Más que dejarse llevar por las declaraciones o las especulaciones, hay que fijarse en los actos de un gobierno tremendamente responsable, con una política equilibrada y totalmente imbricada en las grandes tendencias europeas.
–¿Es más fácil la interlocución con el otro ala del Gobierno desde la salida de Pablo Iglesias?
–Yo coordino la política económica del Gobierno desde julio de 2018 y mi trabajo no ha cambiado desde entonces, la verdad. No hemos dejado de trabajar con la misma intensidad, determinación y coherencia desde el primer momento, con una agenda de política económica muy clara.
–Algunos economistas hablan de que estamos ante el “último verano”, antes de una gran crisis en otoño. ¿Qué opina?
–Creo que en España deberíamos tener una mayor confianza en nosotros mismos y en nuestra capacidad de hacer frente los retos. Si mira atrás, nuestro país es un ejemplo de éxito. En nuestra respuesta a la pandemia hemos dado muestras de actuar con determinación y eficiencia. Ahora lo estamos mostrando también con una guerra en las puertas de Europa. Debemos tener confianza en nosotros mismos y, sobre todo, remar todos en la misma dirección.
–Comienza un curso político con elecciones municipales y el final de la legislatura en el horizonte ¿Qué retos se plantea el Gobierno?
–A lo largo de estos más de cuatro años, hemos dado muestras de tener capacidad no sólo de enfrentarnos a crisis sin precedentes, sino de mantener un rumbo muy claro sobre nuestros objetivos a medio plazo. Que nuestro país siga avanzando con una agenda progresista muy orientada hacia las clases medias y trabajadoras y mejorar las perspectivas de las generaciones más jóvenes. Confío en que los españoles lo valoren y haya un fuerte apoyo a un Gobierno que no ha hecho otra cosa que defender el interés general.
–¿Habrá crisis de gobierno en los próximos días?
–El presidente del Gobierno ha sido muy claro en sus declaraciones al respecto.
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