Narcosubmarinos en el Guadalquivir: Una profunda amenaza

Agentes de la lucha antidroga alertan de la proliferación de los semisurmergibles para el transporte de cocaína hacia las costas de Cádiz y la desembocadura del Guadalquivir no deja de crecer

Interceptan un narcosubmarino cargado con cocaína que se dirigía a las costas de Cádiz

Agentes de la lucha antidroga en el momento de abordar un narcosubmarino cerca de las costas de Cádiz en el que viajaban cuatro colombianos.
Agentes de la lucha antidroga en el momento de abordar un narcosubmarino cerca de las costas de Cádiz en el que viajaban cuatro colombianos.

A finales del siglo pasado, los cárteles colombianos de la cocaína idearon un novedoso método para burlar los controles marítimos de EEUU: los narcosubmarinos. Estas naves, construidas con fibra de vidrio y equipadas con potentes motores, no eran sino semisumergibles que navegaban a ras de la superficie del mar, con su casco bajo agua, capaces de recorrer miles de kilómetros sin ser detectadas empetadas de cocaína y gasoil. Pero, como bien es sabido, cualquier moda americana acaba llegando al viejo mundo.

De esta forma, en noviembre de 2019 un narcosubmarino con 3.000 kilos de cocaína fue interceptado en la costa gallega. Aquel hallazgo supuso un hito en la lucha contra el tráfico de drogas en nuestro país. Hubo quienes restaron importancia al asunto calificándolo de anecdótico. Sin embargo, en los últimos tiempos, la conocida como Ruta Africana de la cocaína, que introduce los cargamentos por el Guadalquivir y el Estrecho de Gibraltar, no cesa de contradecirles. Este medio ha hablado esta semana con fuentes involucradas en la lucha antidroga que ponen el foco en varios aspectos importantes. El primero de ellos es que esos narcosubmarinos nunca entran en el Guadalquivir, sino que “se quedan a unas 60 millas de la costa, frente a la Bahía de Cádiz, en aguas internacionales, y hasta allí se desplazan las gomas que recogen la droga y la llevan río arriba”.

Otro es que el negocio se ha endurecido y ahora los narcos españoles que compran cocaína a colombianos y mexicanos no pagan contrareembolso, sino que deben abonar al menos un suculento porcentaje del montante global. Además, acostumbran introducir a uno de sus hombres en el propio artefacto, aunque, en ningún caso, este se encarga de pilotarlo. Es conveniente aclarar este extremo porque tras la interceptación de un semisumergible en pleno Atlántico, a 500 millas náuticas al sur de las Azores, se informó de la presencia entre los cinco detenidos de un sevillano vinculado con clanes del narcotráfico en esta provincia y se llegó a asegurar que estaba a los mandos. Muy posiblemente este sujeto hacía las veces de notario, del mismo modo que los narcos marroquíes llevan a los suyos en las narcolanchas que traen el chocolate del moro a las costas gaditanas.

En esta operación, la embarcación transportaba 6,6 toneladas de cocaína y se dirigía desde Brasil hacia la península ibérica. Esta ha sido la primera vez que se logra abordar con éxito un semisumergible cargado con droga tan lejos de la costa. En la operación participaron también la Marina y la Fuerza Aérea de Portugal, la DEA de Estados Unidos y la Agencia Nacional del Crimen del Reino Unido. Cinco personas fueron detenidas, entre ellas, además del español antes mencionado, había un colombiano y tres brasileños.

Un narcosubmarino, fotografiado desde un helicóptero en mitad del Atlántico.
Un narcosubmarino, fotografiado desde un helicóptero en mitad del Atlántico.

Se da la circunstancia que actualmente Brasil se ha convertido en el epicentro de la construcción de estas naves que, podría decirse, son de usar y tirar, puesto que, una vez trasvasada su carga, suelen ser hundidas para evitar su incautación por parte de las autoridades.

Aseguran diferentes fuentes que antes de llegar a alcanzar su autonomía actual, estos semisumergibles llegaban a ser remolcados desde las costas americanas hasta Europa por otras embarcaciones. Desde la Benemérita apuntan que han llegado a detectar drones submarinos que recuerdan a los famosos sirulos, conocidos coloquialmente como Maiale (cerdo) y que fueron utilizados por la marina italiana para hundir barcos enemigos en puertos como Gibraltar durante la Segunda Guerra Mundial. El Sirulo a Lenta Corsa (Torpedo de Navegación Lenta) era, básicamente, un vehículo de propulsión para buceo en el que viajaban dos ocupantes. En el caso de los utilizados por los narcos no está pilotado por un buzo, sino que se maneja con control remoto y va hasta las trancas de cocaína. Una vez que llega al punto acordado, los receptores suben la droga a la goma y la llevan a tierra.

Pero ese último viaje por el río también conviene aclararlo. Cuando se habla de que el Guadalquivir se ha convertido en una autopista de la droga se olvida mencionar que en todas las autopistas hay peajes. Aquí también. Nadie pasa por la curva de Bonanza con material sin que un sanluqueño se suba a la goma y se ponga a los mandos para guiarla por el intrincado conjunto de caños que conforman el Bajo Guadalquivir, como el del Brazo de la Torre, que tiene siete kilómetros navegables. Hay cuatro o cinco pilotos que son los que cortan el bacalao y las mafias se los rifan.

En localidades de la Costa Noroeste, como Sanlúcar, Chipiona, pero también, y cada vez más, Trebujena, la cercanía con el río más largo de Andalucía está haciendo florecer el negocio del petaqueo. Hablamos sobre todo del conocido como caño Martín Ruiz, que se alarga desde esta localidad hasta más allá de Lebrija, donde no sólo están las famosas tortillitas de camarones de Trebujena o las anguleras sino muchas guarderías de droga. Es la zona conocida por los narcos como Las compuertas, o sea, los dominios del Tarta, que recientemente ha saltado a la palestra informativa después de que los agentes del Instituto Armado detuvieran a buena parte de su organización, y a él mismo, en la denominada Operación Ínsula, coordinada por el Equipo de Delincuencia Organizada Antidroga (EDOA) de la Comandancia de Algeciras, en colaboración con el CRAIN de la Zona de Andalucía. Durante los registros, los agentes intervinieron 452 kilos de hachís, 22.406 litros de gasolina, tres embarcaciones con motores de 300 caballos, dos todoterrenos robados, 54.840 euros en efectivo y una gran cantidad de dispositivos electrónicos, entre ellos GPS náuticos, cámaras de seguridad y teléfonos satelitales.

Según comentan diversas fuentes, El Tarta, que comenzó dedicándose básicamente a echar barcos al agua, ha ido ascendiendo en el escalafón. Amante de las peleas de gallos, en las que llega a apostar cientos de miles de euros sin inmutarse, y de los caballos pura sangre, ha ganado peso entre las organizaciones que salpican el río y que suben hacia localidades de la provincia de Sevilla como Lebrija, Coria, Isla Menor o la zona de la Isla Mínima. Es el Guadalquivir más salvaje y peligroso, el de las miles de hectáreas de marismas y cultivo de arroz, en un paisaje plagado de mosquitos y que recuerda más al sudeste asiático que al sur de Europa. Los altísimos juncos que crecen en sus orillas cobijan de ojos indiscretos las narcolanchas, invisibles incluso para los helicópteros de la Guardia Civil cuando sobrevuelan la zona porque vuelven a cerrarse a su paso como si fuera la cueva de Ali Babá.

Los clanes andaluces y los narcosubmarinos

El uso de narcosubmarinos en el Guadalquivir no es un fenómeno aislado. En los últimos tiempos, los clanes del narcotráfico en Andalucía han intensificado su colaboración con cárteles sudamericanos para facilitar el transporte de drogas. Organizaciones asentadas en el Campo de Gibraltar y en la Costa Noroeste han diversificado sus métodos e invertido en tecnología para burlar la presión policial que se ha incrementado desde la puesta en marcha del Plan Especial de Seguridad por parte del Ministerio del Interior.

Primer narcosubmarino incautado en aguas andaluzas, cerca de San Roque.
Primer narcosubmarino incautado en aguas andaluzas, cerca de San Roque. / Erasmo Fenoy

Las conexiones entre estos grupos y las redes internacionales de narcotráfico han convertido a Andalucía en uno de los puntos más calientes en la lucha mundial contra la droga. Los expertos de la Policía Nacional y la Guardia Civil advierten que el uso de narcosubmarinos podría aumentar en los próximos años, dada la efectividad de este método para introducir grandes cargamentos sin ser detectados. “Se han dado cuenta que pueden construirlos cada vez más grandes, como el último que han pillado cerca de las Azores. Meten toneladas de cocaína, víveres para una semana de navegación, muchas petacas de combustible y a cuatro o cinco tipos dispuestos a jugarse el pellejo por un puñado de miles de euros. Son simples peones, gente chunga, con antecedentes y poco que perder criados en barriadas marginales. Gente sin claustrofobia, claro. Capaz de salir a echar una meada en medio del Atlántico como el que está pescando en los bloques del Campo del Sur. Es de locos, pero es el nuevo nicho de negocio”, comenta un veterano policía.

Porque la cuestión de fondo es que la lucha contra los narcosubmarinos presenta varios desafíos. En primer lugar, la dificultad para detectar estas embarcaciones en aguas abiertas. Además, el uso de tecnología avanzada por parte de los traficantes, como sistemas de comunicación encriptados y materiales de construcción que reducen la firma térmica de los artefactos, que hace que su localización sea aún más compleja.

Otra dificultad añadida es la falta de legislación específica para este tipo de delitos. En España, la fabricación y el uso de narcosubmarinos no estaban tipificados como un delito grave hasta hace realmente poco, lo que dificultaba la persecución penal de los responsables. La reciente reforma del Código Penal ha incluido medidas más severas para castigar a quienes construyan o utilicen estas embarcaciones con fines delictivos.

Por todo esto, a pesar de los esfuerzos de las autoridades, los narcosubmarinos seguirán siendo una amenaza en el Guadalquivir y en el resto del litoral andaluz. La creciente sofisticación de los métodos utilizados por las organizaciones criminales y la rentabilidad del tráfico de drogas garantizan que estos grupos seguirán innovando para evadir los controles policiales. Por tierra, aire, mar… y hasta bajo el mar.

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