“Esa noche cambió mi vida por completo”
La tragedia de Barbate | Un año después
Uno de los agentes que iba en la zódiac donde murieron David y Miguel Ángel reconoce que el suceso ha supuesto un antes y un después para sus compañeros
“A mí no me pagan para matar a nadie pasándole por encima, ni para que me embistan con un bicharraco de varias toneladas”, dice otro guardia
Barbate: La vida sigue igual en la frontera
La playa barbateña de la Yerbabuena acoge cada año un prestigioso certamen de surf en el que algunos de los mejores en este asunto se exhiben con el parque de la Breña derramándose a sus espaldas. El pasado miércoles 29 de enero estaba fijada la segunda jornada de competición pero el fuerte temporal no sólo ensució la secuencia de las olas sino que obligó a varias narcolanchas de las que operan en la zona a buscar cobijo cerca de la costa. Una se pegó a las boyas de entrada al puerto barbateño, otra se paseó tranquilamente por el frente de la Yerbabuena. El concejal de Deportes lo consideró intolerable. Agarró el teléfono y mostró enérgicamente su malestar a un mando de la Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz. Barbate no puede dar esa imagen. Narcolanchas en nuestras aguas. Tienen que hacer algo. El mensaje, exclamación arriba, exclamación abajo, fue bastante parecido al que el alcalde hizo llegar hace justo un año a las autoridades aquel aciago viernes. Hagan algo. Lo que sea. Aquel lo que sea acabó como todos sabemos, con dos agentes muertos tras ser arrollados por una goma tras intentar espantar a una embarcación que ni llevaba droga ni llevaba petacas de gasolina. Pero sí, daba mala imagen. Esta vez la llamada no surtió efecto y nadie hizo nada. Simplemente se esperó a que el temporal amainara y el piloto de la goma pusiera rumbo sur-suroeste. Ni hay embarcaciones capaces de echarse a la mar en pleno temporal para tratar de intimidar a una bestia de cuatro motores que alcanza las 60 nudos ni hay ganas de jugarse el pellejo. ¿Más muertos quieren para limpiar la idílica imagen de los pueblos costeros andaluces?
“A mí no me pagan para matar a nadie pasándole por encima, ni tampoco para que me embistan con un bicharraco de varias toneladas”. La frase nos la suelta un veterano agente del Servicio Marítimo. El sentir no es diferente al de muchos de sus compañeros. Otro se suma a la conversación. “A David y Miguel Ángel los mataron porque el piloto de una goma les embistió sin piedad alguna. A ese, y al resto que se refugian de los temporales al abrigo de los puertos andaluces, hasta hace un tiempo nuestras leyes le hubieran permitido atracar sus gomas en cualquier pantalán. Pero esas mismas leyes lo han convertido, además de en miembro de una organización, en contrabandista, siendo responsable ante quien le paga de una embarcación que vale cientos de miles de euros”.
La sensación en muchos integrantes de la Benemérita es que cuando los políticos tomaron la decisión de que las Embarcaciones de Alta Velocidad se consideraran género prohibido asociado al contrabando hubo quien pensó que el final del narcotráfico estaba cerca. “Qué equivocados estaban”, lamentan.
Este diario también ha hablado con dos de los ocupantes de la zódiac que sufrió el terrible atropello en el puerto de Barbate aquella noche maldita. Nuestra intención, lejos del morbo, era conocer cómo les había cambiado la vida aquel suceso. Sin embargo, ambos declinaron amablemente extenderse en sus declaraciones. A lo más que uno llegó es a reconocer que “hay un antes y un después de aquella noche en mi vida, la ha cambiado por completo”, pero prefieren callar. Pertenecen a un cuerpo militar y están sujetos a su disciplina. Uno de ellos incluso ha cambiado de destino. Lejos de esta frontera caliente. Silencio y olvido como remedio para sanar las heridas.
La cuestión es que antes de la prohibición, algunas de las narcolanchas incautadas por las autoridades españolas cruzaban al lado bueno y se ponían al servicio de la causa. Ahora esto no ocurre. Al ser género prohibido no pueden utilizarse, lo que les da una ventaja adicional a los traficantes. “Luchamos con diferentes armas”, dice otro agente. Y es que ni siquiera la patrullera Río Iro, la joya de la corona en la que se depositaron muchas esperanzas al ser capaz de alcanzar los 60 nudos, ha cumplido con las expectativas. De hecho, actualmente ni está ni se le espera. Una nueva avería la mantiene en el dique seco sine die y muchos de quienes la han probado aseguran que “es una buena embarcación, pero en estas aguas, con este oleaje, y a esta velocidad, sufre demasiado”.
Durante el último temporal, mientras numerosas narcolanchas buscaron refugio en puertos andaluces y llegaron a remontar el Guadalquivir para dejar postales inéditas con el estadio de La Cartuja de fondo, en Portugal tomaron la decisión de utilizar las gomas incautadas para cerrar la desembocadura del Guadiana. El periódico Huelva Información publicó que durante toda la mañana del jueves 30 de enero se pudo ver a tres de estas embarcaciones semirrígidas de la Autoridad Marítima Nacional portuguesa llevando a cabo acciones de vigilancia y bloqueo en la entrada del río internacional, concretamente entre las localidades fronterizas de Ayamonte y Vila Real de Santo Antonio. La pregunta que flota en el ambiente es lógica. ¿No podría actuarse de una forma similar en el Guadalquivir?
La tensión por el narcotráfico está llegando a tal punto que incluso se están produciendo desacuerdos entre los miembros del Instituto Armado. Porque mientras que asociaciones profesionales como Jucil (Justicia Guardia Civil) o AUGC (Asociación Unificada de la Guardia Civil) tratan de presionar con comunicaciones diarias en sus redes sociales, algunos compañeros que llevan décadas en el cuerpo no comulgan con las formas. Uno de ellos reconoce estar de acuerdo con la petición de más medios, más personal, más patrulleras, mejores salarios… “pero dejad de rasgaros las vestiduras para que lo que ocurrió el 9 de febrero pasado no vuelva a repetirse a la vez que calentáis el ambiente entre los medios de comunicación para que la Guardia Civil haga algo, que se eche al agua de nuevo para poner fin a un delito que se comete con total impunidad. ¿Sabéis cuál es el reproche penal al que se enfrenta quien va en una narcolancha sin droga? Poco, muy poco. Seis meses a lo sumo. Eso sí, entre aparición pública y entrevista, invoquemos la falta de medios, la equiparación salarial, la profesión de riesgo o la Zona de Especial Singularidad, en vez de pedir unos procedimientos de actuación que nos permitan trabajar con las garantías jurídicas adecuadas”, manifiesta visiblemente molesto.
Un integrante del Servicio Marítimo siempre repite una frase que se ha hecho popular en la Comandancia de Cádiz. “Somos el laurel en un guiso, todos nos quieren en la olla pero ninguno en su plato”. Y es que la mayoría de los que se juegan la vida con un uniforme verde piensan que ningún partido se ha preocupado nunca por los uniformados cuando gobierna. “Así que ya va siendo hora de que los políticos, los alcaldes, los concejales y hasta las asociaciones, dejen de calentar el ambiente de una puta vez”, afirma.
Dicho todo esto, en el cuerpo también hay voces que entienden a los responsables municipales de localidades afectadas por el tránsito de estas embarcaciones. Un oficial lo defiende. “Es normal que llamen. Hay gomas frente a sus playas y lo ponen en conocimiento de la Guardia Civil. Lógico. Lo que ocurre es que hay veces que no tenemos los medios necesarios para actuar. Y si lo hacemos ponemos en riesgo nuestras vidas por ahuyentar las conocidas como narcolanchas, pero que, ojo, no dejan de ser simples embarcaciones”.
Un año duro para el narcotráfico
La cuestión de fondo es que en este año, más allá de las buenas cifras que ofrece el Gobierno en el balance del Plan Especial de Seguridad, con casi 6.000 detenidos y más de 264.000 toneladas de droga intervenidas en 2024 en el sur, la sensación es que el narco avanza posiciones. El Guadalquivir se ha convertido en una autopista no sólo de hachís, sino de cocaína. Los grandes cárteles colombianos han descubierto el laberinto de marismas del río andaluz y están llenando localidades ribereñas en la provincia de Sevilla de guarderías con toneladas de farlopa. De hecho, ya hay quien piensa que la coca está desplazando al hachís por una razón sencilla: es más rentable.
Un kilo de hachís cuesta en la provincia de Cádiz una media de 2.000 euros, mientras que uno de cocaína está entre 16 y 18 mil. El descenso en el precio confirma que el mercado está saturado y que está entrando muchísima droga.
Esta misma semana, Jucil emitió un comunicado en el que llegó a calificar de “despropósito” las cifras publicadas por el Ministerio del Interior en relación con los resultados del Plan Especial de Seguridad para el Campo de Gibraltar. Los datos expuestos, según el colectivo, no reflejan la realidad que viven los agentes sobre el terreno. “La disminución en las incautaciones de droga es una muestra evidente de falta de medios humanos y materiales con los que cuentan las unidades desplegadas en la zona, que se añade a las menores detenciones realizadas en 2024, un 3,8% menos respecto a 2023”.
Según los datos del Ministerio, en 2024 se han incautado 150.802 kilos de hachís y 44.206 kilos de cocaína, cifras que muestran un descenso respecto a años anteriores. El Ministerio lo atribuye a una supuesta menor producción en Marruecos y al desplazamiento de las rutas de tráfico, “pero la realidad –para Jucil– es que hay menos decomisos porque no hay suficientes recursos para interceptar la droga”.
Con el narcotráfico ocurre algo que lo diferencia del resto de delitos. Cuando se produce un homicidio, un robo, un atraco, una agresión, inmediatamente entra a formar parte de las estadísticas. Con la droga nunca se puede saber a ciencia cierta cuánta está entrando, porque hasta que no se caza un alijo se vive en la oscuridad más absoluta. Y si suben las incautaciones, igual puede ser debido al hecho de que estén aumentando las entradas de cocaína o hachís, por lo que tampoco es para lanzar las campanas al vuelo.
La mal llamada guerra contra el narco, porque hasta la de los Cien Años tuvo un final y esta no parece tenerlo, está en un momento muy delicado en el Sur de España. Actualmente, muchos agentes aseguran que “la estrategia se ha demostrado que no funciona”, por lo que piden no sólo más medios, humanos y materiales, sino una legislación que se adapte a los nuevos tiempos, en la que se pueda sancionar con penas más severas desde al petaquero que suministra la logística a las narcolanchas hasta a los miembros de la colla que descargan los fardos en las playas. Quizá así las muertes de David y Miguel Ángel no habrán sido en balde.
Temas relacionados
3 Comentarios