Nueva deserción de un soldado ucraniano en la Sierra de El Retín en Barbate

Un nuevo soldado ucraniano desertó este fin de semana en la Sierra de El Retín, en Barbate, del campamento donde las tropas de Zelenski se entrenan de cara al conflicto bélico iniciado tras la invasión rusa. Es la cuarta deserción que se produce en suelo gaditano desde que contingentes ucranianos iniciaron estas prácticas con el TEAR.

En esta ocasión, el soldado se ha fugado incluso con el uniforme militar, y las autoridades han informado tanto a la Guardia Civil como a la Policía Nacional, que lo buscan en la provincia.

El campamento ucraniano puede verse en lo alto de la Sierra de El Retín, con la bandera amarilla y azul ondeando al viento. Se trata de reclutas muy jóvenes, la mayoría sin la menor formación militar, y que se ven obligados a viajar primero a España y posteriormente de vuelta al frente para enfrentarse con tropas rusas en una guerra cruenta que ya suma miles de muertes, en su mayoría no sólo de población civil sino también de jóvenes de uno y otro bando que son enviados al matadero.

Las tres deserciones anteriores se produjeron el pasado año. La primera se produjo el sábado 30 de noviembre, cuando un soldado ucraniano, tras terminar con los ejercicios de tiro, se demoró y acabó separándose del grupo. Caminó por la playa hasta Barbate, donde se subió a un autobús que le llevó hasta Chiclana. Desde allí fue capaz de reunir dinero para llegar hasta El Puerto de Santa María, aunque, cuando parecía que podía intentar seguir un avance poco planeado, reconsideró su decisión y volvió hasta El Retín para reincorporarse a su unidad.

Sin embargo, un par de días después, otros dos soldados desertaron en El Retín y de estos dos no han vuelto a tenerse noticias. La marcha de ese primer soldado debió de servir de ejemplo a sus compañeros.

Tras comprobarse que la marcha ha sido voluntario se les ha declarado prófugos, por lo que la Guardia Civil de Cádiz está buscándolos en la zona.

La pesadilla de la guerra en Ucrania está pasando factura psicológicamente a muchos jóvenes de este país, que con apenas 20 años saben que deben enfrascarse en batallas que se convierten en carnicerías en regiones donde la escalada bélica va en aumento.