La pandemia del mar

Una nueva amenaza se cierne sobre la economía gaditana

La expansión del alga invasora ahoga al sector pesquero de la provincia y empieza a causar graves problemas a la hostelería

Pescadores limpiando sus redes del alga asiática en el puerto de Conil.
Pescadores limpiando sus redes del alga asiática en el puerto de Conil. / Julio González
J.m. Ruiz · P. Vera · P.m. Espinosa

01 de agosto 2021 - 06:00

Mucho antes de que los primeros habitantes de Wuhan comenzaran a toser y a desarrollar una extraña neumonía provocada por un virus hasta entonces desconocido, otra pandemia nos llegó desde el lejano oriente. Como ha ocurrido a lo largo de la historia, igual que viajó la peste negra hasta puertos mediterráneos, esta nueva plaga lo hizo a bordo de barcos, de manera silenciosa, oculta entre las aguas que los grandes mercantes que cruzan el Estrecho utilizan como lastre y que vacían en nuestras costas. Fue así como la 'Rugulopteryx okamurae', cariñosamente conocida como el alga invasora, entró en nuestras vidas.

Desde entonces, esta especie ha colonizado el fondo marino del Campo de Gibraltar, de La Janda, pero también de buena parte del Mediterráneo. El problema está llegando a tal punto que incluso dirigentes de las Azores están pidiendo consejo a las autoridades españolas para intentar combatir a la colonizadora. Es un problema de primer orden, no sólo por las toneladas de arribazones que llegan a algunas de nuestras playas, sino porque el alga invasora está asfixiando el fondo marino y con él los recursos de centenares de familias que viven de la pesca.

La aparición de la Rugulopteryx okamurae es un problema del que el sector pesquero venía alertando a las autoridades provinciales, regionales y nacionales, desde hace años dada su rápida proliferación. El hecho de que su avance fuera submarino ha provocado que los responsables políticos de cada administración hayan ido buscando soluciones al problema con menor velocidad de la que se expandía esta planta marina.

La invasora, en todo su esplendor.
La invasora, en todo su esplendor. / Julio González

Como ya se ha comentado el alga asiática llegó a nuestros mares oculta en el lastre de los grandes barcos mercantes. En esa agua se transportan especies marinas que son expulsadas para poder realizar la carga de nuevas mercancías. En los últimos cinco años esa especie invasora ha creado un manto que ha cubierto el fondo marino, dejando sin resguardo y protección a las especies pesqueras, que o bien han desaparecido o han cambiado de lugar. Cada día cientos de pescadores salen a la mar a faenar con embarcaciones en la modalidad de arrastre o con aparejos artesanales como el trasmallo, o una línea de anzuelos sobre un sedal de mayor tamaño conocida como palangre. Esos útiles de pesca salen horas después cargados de kilos y kilos de una planta de color marrón que hace que en muchas ocasiones sea imposible subir al barco los útiles de pesca, o que cuando lo hagan entre ellos apenas si hay piezas de pescado con los que compensar los gastos que se generan para salir a faenar, como son el combustible, los seguros sociales y un mínimo de sueldo que llevarse a sus casas. Así, un día y otro, en una agonía que los asfixia poco a poco.

A lo largo de estos años han grabado vídeos, han pedido por activa y pasiva que se declarase como especie invasora a la Rugulopteryx okamurae para que se habilitasen ayudas con las que paliar sus pérdidas. Finalmente han conseguido su propósito, pero quizá sea demasiado tarde, porque en algunas zonas de la costa gaditana casi no queda pesca. Recientemente, la Junta de Andalucía, a través de la Consejería de Agricultura y Pesca sacó una línea propia de ayudas con la aportación de 1,5 millones de euros. La magnitud del problema se plasma en que han sido más de 280 las solicitudes de ayuda que ha recibido la Consejería de Pesca, de las que —hasta el momento— se han resuelto de manera favorable 72 de ellas. Las bases reguladoras de estas ayudas establecen un mínimo de 10 y un máximo de 40 días subvencionables por buque, así como un límite de 100 euros por jornada y embarcación para calcular las subvenciones que, en cualquier caso, no pueden superar los 4.000 euros por barco. En el caso de tratarse de una empresa armadora con varias embarcaciones pesqueras afectadas, la cuantía máxima a percibir podría ascender hasta 30.000 euros. Para considerar que un buque se ha visto afectado por la presencia del alga invasora es preciso acreditar que sus ingresos por venta en lonja durante el día en cuestión se han reducido en al menos un 30% con respecto a la media diaria del periodo de referencia de los tres años anteriores a 2020.

Respecto a las ayudas de la Junta, la portavoz de la Federación Nacional de Pesca Artesanal (Fenapa), Carmen Díaz, suspira y dice que, aunque claramente “insuficiente y poco concreta”, al menos la administración autonómica es la única que ha hecho algo al respecto del problema del alga asiática.

Para la pesca artesanal, la okamurae está siendo otra pandemia. Desde la Cofradía de Pescadores de Barbate, Alfonso Reyes recuerda que en 2015 ya empezaban a hablar del “un euro, un kilo de alga”: “Si eso hubiera sido así —comenta— , ahora seríamos millonarios”. Desde hace un lustro, el sector lleva alertando, primero, y señalando, después, a las administraciones de las consecuencias de la eclosión del alga parda. “Tras muchos papeles de por medio, estamos esmayaitos, como siempre digo, y la pesca costera artesanal se va a perder —advierte—. Estamos llegando ya a una altura de diez metros y el alga lo copa todo: si el pez no ve refugio en estas rocas, se va para otro sitio”.

Este jueves, en la lonja barbateña, casi todos los artesanales habían llegado cargados de algas: “Hay especies como el sable o el voraz que, hace cinco años, hacían más de un millón de euros, y hoy tenemos cero sables y 80.000 euros de voraz”, apunta.

Antes teníamos más de 40 barcos y ahora, somos 21. En vez de sostenibilidad, yo hablaría de ruinabilidad —insiste Reyes al hablar de Europa—. La última reglamentación europea no reconoce ni a las cofradías de pescadores ni a la pesca costera artesanal. La sostenibilidad que ellos entienden, realmente, son los los lobbies de las grandes industrias pesqueras del norte, que son factorías y, en una calada, arrasan con el producto de muchos años. Igual pasó con el atún, que tuvieron que hacer un corte de cuota porque estaban depredando de todas partes”.

“Si hace años pagaban por desguazar los barcos, ahora lo que hacen es hacer la vida imposible —coinciden desde Fenapa—. En el mar está pasando lo mismo que en el campo: de cara a la galería, Europa defiende los intereses de los países miembros, pero luego establece convenios con terceros, como países despensa, con los que no podemos competir. Eso te hace preguntarte, ¿quién nos gobierna y para qué nos gobierna?”.

Desde la pesca artesanal no quieren oír hablar, tampoco, de subvenciones: “Eso es ruina. Lo que queremos son alternativas. Por ejemplo, si se está viendo que el atún se está haciendo autóctono en el Estrecho y daña a la cadena trófica, siendo quizá uno de los factores de la disminución del voraz y el sable, y que puede influir también en pelágicos (sardina, caballa, boquerón), ¿por qué no nos dan cuotas de atún? Yo, desde Barbate, pido 100 toneladas para los 21 barcos”. Eso es un dinero: un millón doscientos mil euros en lonja.

“O la pesquería con nasas —prosigue Reyes—, que es sostenible porque permite escapar a especies de menor tamaño”: “No queremos dinero, sino mantener nuestros barcos —corrobora Carmen Díaz—, porque la mar es de todos, estamos hablando de un recurso público, no privado, y no nos han dado ni alternativas de pesca, no abren la mano ni para el pulpo en Algeciras y Tarifa, o al menos dejar coger un atún al día, porque no se pesca nada. Están obligando a parar por inactividad y luego ves cosas como que le otorgan el sello de bienestar animal a los de la cría de atún en jaulas, algo que va contra toda lógica, e incluso el anteproyecto de Ley de Pesca les otorga seguridad jurídica. Parece que el único arte por el que se mueven sea el de arrastre, como Macarena Olona el otro día en Almería, que yo creo que no tiene ni puñetera idea de lo que es el arrastre... Olvidan que el 75% de la pesca es nuestra”.

La declaración de la Rugulopteryx okamurae como especie invasora a finales del año pasado tampoco se ha traducido en ningún avance significativo. “Como mucho —indica Alfonso Reyes—, complica posibilidades de negocio a partir de su recogida y tratamiento”.

Carmen Díaz insiste en que el sector se siente incluso poco escuchado en el Foro del Alga, “donde pedimos estar en la mesa de trabajo el pasado mes de abril y aún no nos han dicho nada”. El desinterés político es tal —asegura—, “que uno podría pensar que se está pendiente de otros proyectos que les puedan dar más dinero, como las jaulas, las piscifactorías y las eólicas”.

Problema a la vista

El problema ahora se ha hecho visible sobre la arena de las playas, y está afectando al turismo y a las personas que poseen propiedades que alquilan por temporadas o las que eligen un punto de la costa de la Janda para pasar sus vacaciones y se encuentran un manto de plantas marinas, que a los pocos días provoca un hedor insoportable y son un criadero de moscas y mosquitos. La responsabilidad del mantenimiento de las playas la tienen los ayuntamientos, y aquí aparece otro nuevo problema. Se precisa de la contratación de maquinaria pesada, como una retroexcavadora y un camión que saque de la arena este desecho marino. Otra cuestión es qué hacer con miles de kilos de algo que, de momento, no tiene utilidad. La solución está en enterrarla, ya que no es un producto contaminante, por lo que su descomposición bajo tierra puede servir de abono, a la vez que en zonas como Los Caños de Meca podría crear dunas de arena que frenen la erosión natural que producen los vientos de poniente y levante. La cuestión es que por hacer este cometido el Ayuntamiento no percibe ningún ingreso, y supone un coste añadido a otros servicios de playa como la vigilancia, el socorrismo y la limpieza. El concejal de Playas del Ayuntamiento de Barbate, José Navas ha apuntado las medidas que está llevando a cabo para retirar las algas que se están acumulando en algunas playas como La Laja y Marisucia en Los Caños de Meca, cuyos vecinos y usuarios habían mostrado su malestar por la acumulación de esta planta marina cada cambio de marea.

Arribazones de algas cubriendo la playa de La Laja, en los Caños de Meca, esta misma semana.
Arribazones de algas cubriendo la playa de La Laja, en los Caños de Meca, esta misma semana. / Manuel Aragon Pina

José Navas reconoce que es un sobre esfuerzo humano y económico para el Ayuntamiento, ya que incluso tienen que realizar esa limpieza por la noche para no afectar a los bañistas que desde primera hora de la mañana quieren disfrutar de su descanso o periodo vacacional en algunas de las playas de su término municipal que se extiende a lo largo de 25 kilómetros. Precisamente, del alga parda asiática se ha hablado esta semana en Barbate, al incluir la programación cultural del Ayuntamiento una mesa redonda donde se debatió este problema tras la proyección del documental El sufrimiento de los pescadores andaluces.

La Delegación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Barbate, dentro de la programación para este verano denominada Barbate al fresco, acogió en el patio del Centro Cultural El Matadero, la proyección de un documental realizado por los periodistas, Tim Roehn y Marcel Mettelsiefen, que recoge la problemática que tienen los pescadores de la costa andaluza ante la aparición de la Rugulopteryx Okamurae. El documental, rodado entre los puertos de Barbate y Tarifa, cuenta con la aportación científica y de los propios marineros, sobre la repercusión medioambiental y económica para toda la costa andaluza. Tras esa proyección se abrió una mesa redonda moderada por uno de sus autores, el periodista alemán, Tim Roehn, que tuvo como contertulio a José Manuel Dávila, representante de la Federación Nacional de Asociaciones Pesqueras de Pesca Artesanal (FENAPA); Víctor Manuel Pérez, de la empresa Futuralga y Miguel Molina, como alcalde de la localidad y presidente del Consejo Municipal de Pesca. La exposición de José Manuel Dávila dejó sobre la mesa los problemas diarios de los marineros no sólo por la presencia del alga invasora sino por el “negocio” de la venta de cuotas de pesca que no siempre se ejercen, o el monopolio de algunas empresas para la pesca del atún.

Por otro lado, Víctor Manuel Pérez, señaló la posibilidad de transformar el alga en productos sustitutivos a los plásticos, aunque también se encuentra con el obstáculo legal ya que al declararse la Rugulopteryx Okamurae como especie invasora, hace que “no se pueda tocar”. Finalmente, el alcalde de Barbate expresó su preocupación desde que apareció este problema, manteniendo diferentes reuniones con otros alcaldes cuyas costas se ven afectadas por la presencia del alga invasora, y teniendo que acometer unos costos económicos extras en su recogida y sin que estos ayuntamientos perciban ningún tipo de ayuda para esta labor. Entre las conclusiones extraídas de esta mesa redonda se expuso que es necesaria una concienciación ciudadana sobre el problema del alga y que desde la administración central se debe instar a la Unión Europea (UE) a que se aborde de manera contundente y seria este problema que padecen las costas del sur del continente europeo.

De momento, el alga no hace más que extenderse mientras asfixia sectores como el pesquero y el turístico, esenciales para la economía gaditana.

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