Los pediatras alertan del aumento de los trastornos mentales en niños y adolescentes
El 47% los niños y adolescentes padecen algún tipo de trastorno mental después de la pandemia
La magnitud de este problema ha superado la capacidad actual de los servicios de salud mental
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Este 8 de octubre se conmemora el Día de la Pediatría, el Día P, una efeméride que la Asociación Española de Pediatría (AEP) quiere aprovechar este año para poner el foco en la alarmante situación de deterioro de la salud mental que están sufriendo los menores españoles. Las cifras de enfermedad mental entre este sector de la población tan vulnerable no han dejado de crecer en los últimos años: así lo certifican el 95% de los pediatras encuestados en un análisis publicado en Anales de Pediatría, habiéndolo detectado en consulta.
“Si antes de la pandemia de COVID-19 la situación ya era complicada, puesto que aproximadamente el 10% de los niños y el 20% de los adolescentes padecía algún tipo de trastorno mental, el escenario actual es de absoluta emergencia, pues la cifra se ha disparado a hasta un 47% desde entonces”, apunta la doctora Paula Armero, coordinadora del Comité de Salud Mental de la Asociación Española de Pediatría.
Tras analizar los principales desafíos en torno a la salud mental de los menores, y bajo el lema Pediatría y salud mental: construyendo futuros saludables, los 13.000 pediatras que conforman la AEP han querido hacer un llamamiento a la acción ante la situación crítica de la salud mental infanto-juvenil. Para ello, han elaborado un manifiesto dirigido a las autoridades sanitarias, educativas y sociales y a las instituciones en el que se plantean propuestas claras para enfrentar esta crisis y detener el aumento de casos durante las primeras etapas de la vida.
Los efectos de la pandemia de COVID-19 han agudizado una situación que ya existía, elevando las tasas de trastornos mentales en niños y adolescentes hasta un 47%. El incremento de episodios de ansiedad, depresión, trastornos alimentarios y adicciones, así como de conductas autolesivas y suicidas exige una respuesta urgente de la sociedad y de los profesionales sanitarios. “Hoy más que nunca, los pediatras debemos ser una pieza clave en la prevención, detección y tratamiento de estas afecciones. Pero para ello es imprescindible contar con los recursos adecuados y con formación especializada”, advierten en la AEP. A través de un manifiesto, la AEP enumera los principales desafíos en torno a la salud mental de los menores y plantea propuestas para enfrentar esta crisis.
El aumento de trastornos: una emergencia en las consultas
En los últimos años, los pediatras han sido testigos de un alarmante incremento de trastornos de salud mental en la infancia y la adolescencia. Este deterioro de la salud mental no solo genera un sufrimiento profundo en los menores, sino que afecta de manera crítica su desarrollo y bienestar futuro. “Como pediatras, somos los primeros en detectar señales de alerta, pero necesitamos de una estructura robusta para abordar esta creciente demanda asistencial. Urgimos a implementar programas de prevención de salud mental desde los primeros niveles de atención, con protocolos específicos para el cribado en edades clave y la intervención temprana en las escuelas y los centros de salud”, advierten.
Faltan profesionales especializados en salud mental infantil
La magnitud de este problema ha superado la capacidad actual de los servicios de salud mental. Los pediatras, en muchos casos, no cuentan con la formación específica para abordar trastornos mentales complejos, y la escasez de psiquiatras infantiles y psicólogos clínicos en los centros hospitalarios y ambulatorios agrava la situación. Así, reclaman más formación especializada en salud mental para los pediatras. Consideran vital que los residentes en pediatría roten durante su formación en servicios de psiquiatría infantil y que los profesionales en ejercicio tengan acceso a formación continuada.
La atención multidisciplinar: un imperativo
Enfrentar esta crisis de salud mental requiere de un enfoque multidisciplinar. No basta con los esfuerzos individuales de los pediatras. Es necesario fortalecer la colaboración entre psiquiatras, psicólogos, enfermeras, pediatras de atención primaria, trabajadores sociales y educadores con el fin de ofrecer una atención integral y personalizada a cada paciente. Solo así se podrá abordar de manera efectiva los problemas de salud mental que enfrentan los niños y adolescentes. Por ello, de la AEP instan a la creación de equipos multidisciplinares en los centros de atención primaria, donde los pediatras puedan trabajar de manera coordinada con otros especialistas para garantizar una atención integral a los niños y adolescentes con trastornos de salud mental.
Incremento de la gravedad de los casos: es fundamental actuar a tiempo
Uno de los efectos más preocupantes del aumento de los trastornos de salud mental en las edades pediátricas ha sido la gravedad de los casos. Los menores llegan a los centros hospitalarios en situaciones más críticas que antes, lo que refleja una intervención tardía. El aumento de hospitalizaciones y de ingresos en unidades psiquiátricas infantiles es un claro indicador de que necesitamos mejorar la detección precoz y la respuesta en las primeras etapas de los trastornos. Por lo tanto, solicitan un aumento de los recursos hospitalarios y el desarrollo de programas de hospitalización de día y atención domiciliaria para evitar la saturación de los hospitales y garantizar un tratamiento adecuado a los casos más graves.
El rol de las familias en la salud mental infantil
No se puede dejar de lado el importante papel que juegan las familias en el bienestar mental de los menores. La falta de herramientas para identificar y manejar problemas de salud mental en el hogar es un desafío que agrava la situación. LA AEP hace un llamamiento a establecer alianzas con entidades del ámbito educativo y social para implementar programas de apoyo y formación que acompañen y guíen a las familias. Es fundamental fortalecer la comunicación entre profesionales de salud, familias y estas entidades, creando un entorno de confianza que permita a los padres identificar problemas y actuar de manera temprana.
El reconocimiento de las especialidades pediátricas: una necesidad impostergable
El reconocimiento de la Psiquiatría Infantil y Adolescente como especialidad ha sido un paso adelante que responde a la evolución de los conocimientos científicos y a la creciente demanda asistencial en este ámbito. Pero es insuficiente para afrontar los retos actuales. En España, existen consultas de especialidades pediátricas sin que los profesionales que las atienden cuenten con un reconocimiento oficial. La falta de reconocimiento dificulta la adecuada capacitación profesional y la organización de los recursos asistenciales. Los pediatras exigen el reconocimiento oficial de las especialidades pediátricas, que abarcan áreas como urgencias, neurología o endocrinología, entre otras. Este reconocimiento es una vía indispensable para mejorar la calidad de la atención pediátrica y garantizar que todos los menores reciban el tratamiento adecuado según sus necesidades específicas.
Un futuro saludable para nuestros niños
Proteger la salud mental de los niños y adolescentes es una prioridad. Juntos, debemos trabajar por una infancia y adolescencia más saludable, tanto física como mentalmente. “Instamos a las autoridades sanitarias, a los gestores de los servicios de salud, educativos y sociales y a la sociedad en su conjunto, a apoyar esta causa y a proporcionar los recursos necesarios para construir un futuro saludable para nuestras próximas generaciones. Porque construir futuros saludables depende de todos”, finalizan.
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