"No pensé que nos hundíamos hasta que abandonamos el buque"
Jaime Beltrán es el último superviviente de la tragedia del 'Guadalete' que queda en La Isla Era cabo y tenía 25 años cuando se hundió el dragaminas
Jaime Beltrán Valladares tenía 25 años cuando el dragaminas Guadalete se hundió en las aguas del Estrecho tras lidiar durante horas con un fortísimo temporal de Levante. Es, probablemente, el único superviviente que queda en La Isla del último naufragio de la Armada, un dramático suceso que se llevó por delante la vida de 34 hombres, casi la mitad de la dotación del buque. Muchos de ellos -de los que fallecieron y de los que consiguieron salvar la vida- eran de San Fernando. La tragedia, como se ha recordado en estos días, fue un durísimo golpe para muchas familias que todavía hoy tienen muy presentes un acontecimiento que marcó las vidas de sus abuelos.
Del aquel desastre se acaban de cumplir 60 años. En Ceuta, donde tenía su base el dragaminas, varios actos han conmemorado este aniversario. Mañana, La Isla rendirá también el primer homenaje a las víctimas que se lleva a cabo en tierras gaditanas con el descubrimiento de una placa en el panteón que la Armada tiene en el cementerio municipal y con una conferencia que rescatará la memoria de la dramática historia del Guadalete y que estará a cargo del capitán de navío Luis Mollá Ayuso.
Quedan muy pocos testimonios directos que puedan relatar en primera persona lo que ocurrió en la fatídica tarde del 25 de marzo de 1954. El de Jaime Beltrán, que era uno de los cabos que formaba parte de la tripulación, es uno de ellos.
"Fue el carbón", asegura. "No era un carbón bueno, era muy malo y la presión se venía abajo". El barco -explica- no consiguió la potencia necesaria para capear el temporal ni fue capaz de darse la vuelta. "Intentamos subir la presión metiendo madera, pero ya era demasiado tarde. No podíamos aguantar más. El temporal era muy muy fuerte, con olas de más de 15 metros. Y el barco fue perdiendo cada vez más potencia y a escorarse hacia estribor hasta que perdió el movimiento de máquinas y quedó a la deriva. Las olas iban cayendo dentro, con lo que el barco se escoraba cada vez más".
El Guadalete había salido la noche antes para realizar un servicio rutinario de vigilancia de la costa entre Ceuta y Melilla. Ya entonces soplaba el Levante en el Estrecho. Pero fue de madrugada cuando el temporal empezó a cobrar cada vez más fuerza. "A eso de las dos o las tres de la madrugada el Levante empezó a subir cada vez con más fuerza y la cosa empezó a ir cada vez peor. Y así fue hasta las cinco de la tarde, que es cuando finalmente se hundió", relata.
Jaime Beltrán pasó todo el tiempo en la estación de radio, donde estaba destinado, ayudando al oficial y al brigada encargado de las comunicaciones. "Casi todo el tiempo tuve que estar aguantándole la silla al suboficial porque se le iba con el movimiento del barco", recuerda. Dice que estuvieron transmitiendo durante horas la situación del buque. "No consta en ningún lado. Pero la actuación del brigada fue ejemplar. No dejó de transmitir en ningún momento. Falleció allí", lamenta.
Jaime Beltrán, que ahora tiene 85 años, asegura que aunque lo estaban pasando muy mal con el temporal no llegaron a pensar que el dragaminas se hundía hasta que el segundo de a bordo dio la orden de abandonar el buque. Él, al estar en la radio, fue de los últimos en tirarse al agua. "Cuando yo salté ya el barco estaba casi cubierto. Muchos de mis compañeros habían saltado antes, ya llevaría media hora o más en el agua", apunta. "Hasta entonces no había tenido miedo, pero cuando llevaba unos minutos en el mar encontré a mi lado el cadáver de un compañero, un chaval, flotando boca abajo. Me asusté. Me di cuenta de que la cosa iba muy en serio".
No pudieron utilizar los botes salvavidas, se hundieron o el viento los arrastró fuera de su alcance. Y muchos de los chalecos eran también inservibles. "Eran de esos antiguos de corcho y cintas. Y muchas de las cintas estaban mal, estaban rotas", relata. Así que tuvieron que aguantar como pudieron. Jaime Beltrán fue uno de los supervivientes de la tragedia que rescató el mercante italiano Podésta. En el agua -dice- estuvo unas dos horas hasta que subió a bordo del buque por una larga escala de cuerda mientras el viento soplaba y las olas chocaban contra el buque. Muchos, extenuados, no lo consiguieron. "Había que subir muy rápido. No te podías entretener. No pensaba en nada hasta que estuve a bordo del Podestá. Hasta entonces no vimos quiénes habían conseguido salvarse. Allí nos atendieron, nos dieron café y nos llevaron a Gibraltar", recuerda. Jaime siguió en la Marina hasta que se retiró en 1985 como subteniente. Curiosamente, tras el hundimiento del Guadalete volvió a estar destinado en otro dragaminas, también con base en Ceuta. "Pero era más moderno. No era de carbón", apunta.
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