Dos petroleros de Ibaizábal coinciden en Navantia Puerto Real para ser reparados
El ‘Monte Toledo’ entra en el dique seco del astillero tras la salida del ‘Montestena’
El astillero de Navantia Puerto Real ofreció esta semana una estampa poco habitual, con la coincidencia en las instalaciones de dos petroleros para ser sometidos a reparaciones. Uno de ellos es el Montestena, que llegó el pasado 28 de junio a la factoría y ayer al mediodía abandonó el dique seco. Amarrado en la dársena del astillero, esperaba su turno el Monte Toledo, que entrará en el dique en los próximos días.
Ambos buques pertenecen a la naviera Ibaizábal, la misma que encargó cuatro petroleros a Navantia, los cuales son los últimos barcos que fueron construidos en el astillero puertorrealeño. Precisamente, mañana se cumplen tres años de la entrega del cuarto buque de Ibaizábal, el Monte Ulía. La fabricación de cada barco supuso más de 725.000 horas de trabajo, que traducido a empleo, alcanzó una media de más de 2.000 personas, entre directo e indirecto. Por el camino se quedó la aspiración de que la factoría gaditana fabricara un quinto petrolero, una opción que Ibaizábal desechó finalmente.
Navantia Reparaciones ha encontrado en los mercantes un nicho de negocio con el que complementar la actividad en los cruceros. En el primer cuatrimestre del año se han reparado 15 mercantes en la Bahía. El dique seco de Puerto Real, uno de los más grandes de Europa, ha permitido a Navantia mantener la actividad de reparaciones de grandes buques mientras permanece fuera de servicio el dique cuatro del astillero de Cádiz por las obras de sustitución de su compuerta.
El dique cuatro es el de mayor tamaño de la factoría de Cádiz y es el que suele acoger a los grandes cruceros que vienen a la Bahía para ser remodelados. La sustitución de la compuerta del dique, que presentaba signos de agotamiento tras casi 50 años operativa, se está acometiendo durante el verano ya que suele el ser periodo de menor actividad en el negocio de reparaciones.
Sin embargo, las tensiones derivadas de la invasión de Ucrania han impulsado las necesidades de las navieras para poner al día sus flotas de petroleros y gaseros, ante la posibilidad de que Rusia corte los gasoductos y oleoductos que conectan sus yacimientos de hidrocarburos con Europa.
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