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“El problema no son los enfermos, son los ‘no’ enfermos”

Sanidad

Un curtido médico de familia reclama un modelo híbrido pero no volver al existente antes de la pandemia

Colas en la Atención Primaria, todo un clásico. / Julio González

“El problema de la atención primaria no son los enfermos, son los no enfermos”. La frase tiene su miga. Más aún cuando quien la pronuncia es un médico de familia que lleva en la trinchera tres décadas y que con 61 años ha visto de todo. Destinado en un centro de atención primaria del Distrito Sanitario Bahía de Cádiz-La Janda, este profesional no está de acuerdo con la vuelta a la presencialidad tal y como estaba diseñada antes de que el virus entrara en nuestras vidas. “Yo estoy de acuerdo en volver a ver a los pacientes, de hecho yo no he dejado de hacerlo cada vez que he considerado que tenía que hacerlo, pero lo que me parece un disparate es volver a tener listas de 90 pacientes, algunos de ellos que no saben ni lo que quieren, y que entran al médico como el que entra en una frutería cuando pasa por delante”, dice.

Tras muchos años de profesión y encarando ya los últimos años antes de su jubilación, este médico reflexiona en voz alta y considera que los médicos de la Atención Primaria “somos el eslabón más débil de la cadena. Muchas palabras bonitas pero nos pagan mal y nos tratan mal, estamos en la trinchera, a pique de un repique, porque cualquiera puede agredirte, como vemos a menudo por desgracia, sin que se ponga seguridad en los centros ni tengamos la más mínima defensa”.

Es por ello por lo que tiene claro que “el problema no sólo es que falta personal… el problema es que la administración no encuentra médicos de Atención Primaria porque cada vez menos gente quiere hacer esta especialidad. No sé lo que va a ocurrir cuando en centros como en los que yo estoy nos jubilemos los que estamos a las puertas”.

Este médico considera que lo ideal sería un sistema híbrido que permitiera las consultas telefónicas y la presencialidad. “Para firmar una receta no hay por qué desplazarse a la consulta. A mí me ha pasado más de una vez en estos meses que cuando he llamado a un paciente que ha pedido cita telefónica y me ha contado lo que le pasa, le he pedido que se pasara por la consulta inmediatamente y me ha dicho que le venía mal. ¿Pero esta qué fiesta es? ¿Está malo o no está malo? Hay chavales que salen a trabajar al extranjero y vienen horrorizados por la dificultad no sólo para que los atienda un médico sino el dineral que esto supone. Pero aquí, con la cultura del gratis total, piensan que el médico tiene que estar en su consulta atendiendo a 90 personas al día sin parar, sin poder irte a comer a las dos y media de la tarde porque te han puesto a nueve pacientes a esa misma hora, y sin protestar claro”.

En el caso de este profesional reconoce que ha habido días en que ha tenido que tomar ansiolíticos para poder llevar a cabo su tarea en consultas maratonianas. “La tensión es tremenda. Y nadie lo remienda. Falta personal, faltan medios, falta cordura, falta comprensión entre los pacientes, que acuden al médico por cualquier tontería. El que está enfermo no rechaza una cita, lo hace el que sólo tiene ganas de marear la perdiz. Con eso sí que hay que acabar y, para ello, volver a lo que teníamos antes de la pandemia me parece una atrocidad”, concluye rotundo y temiéndose lo peor.

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