Galería del crimen | Capítulo 22
Por el honor de nuestra vecina
Cádiz/El informe sobre saldos migratorios en el año 2017 que acaba de lanzar el Instituto Nacional de Estadística revela las cifras más negativas en toda una década en la provincia y, además, el dato más significativo es la pérdida de población veinteañera con destino a otras provincias españolas. El saldo migratorio interprovincial surge de la operación de comparar los ciudadanos que se empadronan en una provincia en comparación con los que se marchan a empadronarse en otras. En la contabilidad de este saldo migratorio nacional la provincia ha perdido 2.350 habitantes, que es la resta entre emigrantes e inmigrantes de cualquier nacionalidad, incluida la española.
El número ha sido creciente desde 2008, cuando se empezó a experimentar el regreso de muchos trabajadores de la provincia que habían ido a buscarse la vida en la construcción en otras provincias. Ahora vuelve a producirse un éxodo, lo que se podría explicar por la triste realidad de que hay más oportunidades de trabajo, pero no están aquí. De este modo, frente a los 2.350 habitantes perdidos el pasado año en este índice, encontramos con que en 2016 el saldo ya fue negativo superando los 2.000 (2.046), en 2015 la pérdida fue de 1.680, en 2014 de 1.980, en 2013 de 1.860... y así un continuo goteo demográfico que sumar a un crecimiento vegetativo negativo según envejece la población y la tasa de natalidad se aproxima a la media nacional, una de las más bajas del mundo. En cualquier caso, sólo por el índice demográfico del saldo migratorio se perdieron 9.980 habitantes en cinco años. Es poco más de un 1% de la población total de la provincia, pero eso es un porcentaje importante en un periodo de tiempo tan corto.
En el tramo de edad que más se pierde es en la horquilla entre los 20 y 29 años, con una pérdida de 1.143 jóvenes, es decir, el 61% del total. Por contra, el único tramo en el que el saldo es positivo se mueve en la generación que nació en la década de los 50, es decir, los que actualmente cuentan con una edad entre los 60 y los 66 años. Tampoco es que la ganancia en esta generación sea muy gran de, ya que se reduce a un saldo positivo de 74 personas. Por edades concretas, la mayor pérdida de población se produjo entre las personas que tenían 26 años (-209), mientras que donde más se ganó fue entre niños de tres años (+39) y de 62 años (+26).
También es una variable de interés el sexo. El saldo negativo en la provincia durante el pasado año fue mucho mayor entre los hombres que entre las mujeres. Mientras se perdió una población gaditana de 1.500 varones, el número de mujeres que se marcharon fue de 850.
Son los nacidos en España -la mayoría nacidos en la propia provincia- los que engordan estos saldos. De este modo, de los 2.350 del 2017 perdidos por emigración a otras provincias, eran españoles 2.195, lo que supone un 93%. No se llega a la situación absolutamente novedosa de 2016, en la que fue mayor el saldo negativo de nacidos en España que el saldo total de pérdida de población, lo que se explicaba porque la población extranjera creció equilibrando algo, muy poco, la ecuación. Ese año el saldo negativo de nacionales fue de 2.125, mientras que el cómputo total de pérdida demográfica fue de 2.042.
En cuanto a la población extranjera con residencia en Cádiz que el año pasado decidió buscar otro lugar de España para vivir el descenso es menor y, de hecho, hubo nacionalidades en los que el saldo es positivo para la provincia, como es el caso de los británicos (+35) o los paquistaníes (+27), mientras que se perdió población marroquí (-52), china (-40) y rumana (-38). En cualquier caso, el cálculo de extranjeros aporta poco, ya que sus magnitudes son muy menores. El saldo migratorio en personas de otras nacionalidades es sólo de 149 personas, pero ya dice algo con respecto al año anterior, cuando el saldo positivo fue de 87. En 2016 la población africana creció en 142 personas, mientras que en 2017 ha decrecido en 87. La población africana en la provincia había ido creciendo en los últimos diez años y lo importante no es la cifra, que es pequeña, sino el cambio de tendencia. Desde 2008 el incremento de población africana en la provincia que provenían de otros puntos de España, contando con que en Cádiz no suele ser su lugar des destino en su proyecto migratorio, había sido de 2.360 personas y por primera vez, en el primer semestre de 2017, dejó de crecer. De manera distinta se ha comportado la población sudamericana, cuya población ya lleva cayendo desde el primer semestre de 2011, que fue la primera en intuir que la provincia de Cádiz no era un buen lugar para ganarse la vida. En su caso el éxodo ha sido mayor no en la emigración interprovincial, sino en la que contabiliza la emigración exterior, en buena medida porque el auge de las economías de sus países, como Ecuador o Perú, les hizo regresar. Sólo el año pasado se detuvo esta sangría. También es interesante la evolución de la población asiática, muy relacionada con el comercio, cuyo boom se produjo durante la primera fase de la crisis. Desde el año 2015 muchos de ellos buscan provincias con más actividad económica, pese a que ellos suelen trabajar con productos de precio bajo.
Por provincias, el destino preferido por los residentes en Cádiz durante 2017 fue Madrid (2.052), Sevilla (1.753), Málaga (1.647) y Baleares (990). De todas ellas, la única que tiene saldo migratorio a favor de Cádiz es Sevilla, es decir, vienen más sevillanos a Cádiz de los gaditanos que se van a Sevilla. Hay un dato curioso con relación a Baleares y que tiene que ver con el retorno. Casi 600 personas empadronadas en Baleares se vinieron a vivir a la provincia durante el pasado año. En la inmensa mayoría de los casos no se trata de gente de las islas que descubre la provincia, sino emigración gaditana que regresa a sus orígenes. El caso de Capdepera, por ejemplo, es bien conocido, ya que era el municipio de mayor concentración gaditana en Baleares durante finales del pasado siglo, muchos con origen en las pedanías agrarias de Jerez que se fueron a trabajar en el sector turístico. Para muchos de ellos, ha tocado la hora del regreso.
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La demografía es el mejor de los termómetros sociales y los datos no están hablando de un hecho que hay que empezar a asumir. Si se exceptúa el dinamismo del Campo de Gibraltar, una comarca de contrastes, donde se mezcla el contrabando y la emigración de patera con el músculo de la industria y la potencia del puerto de Algeciras, el resto de la provincia de Cádiz refleja una huida masiva de jóvenes, en buena medida cualificados, y un regreso de personas en edad de jubilación. Esto hace presagiar que deberemos asumir que somos una provincia balneario, con lo que habría que dejar de llorar por los sectores que no quieren venir a instalarse aquí y empezar a reforzarse en una oferta de servicios especializada y de calidad. También desde la Confederación de Empresarios se está trabajando en intentar 'vender' la provincia, no en el fracaso camino de atracción de grandes industrias, sino en los atractivos para la economía 4.0 de nuevas tecnologías, lo que está empezando a dar poco a poco sus frutos.
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