Puerta grande para Roca Rey y oreja por coleta para Morante y Ginés Marín en El Puerto

Cinco trofeos se cortaron a la corrida de Joaquín Núñez del Cuvillo

Una gran tarde de los toreros de plata

Triunfal despedida de Ponce, que sale a hombros con Luque y David Galván

Andrés Roca Rey toreando por gaonera al quinto de la tarde. / Germán Mesa
Francisco Orgambides

05 de agosto 2024 - 00:47

Ficha:

Cuarto festejo de abono de verano en El Puerto

GANADERÍA: Seis toros de Núñez del Cuvillo bien presentados y dando juego y con movilidad, si bien con sus matices y duración; varios fueron aplaudidos en los arrastres.

TOREROS:

Morante de la Puebla de grana e hilo blanco con medias blancas, pinchazo hondo y descabello OVACIÓN Y SALUDOS y estocada OREJA.

Roca Rey de tabaco y oro, estocada trasera caida y descabello OREJA y corta atravesada baja y descabello DOS OREJAS.

Ginés Marín con terno verde y oro, estocada trasera tendida OREJA TRAS AVISO y pinchazo, otro hondo y descabello OVACIÓN.

INCIDENCIAS: Muy poco faltó para el lleno en tarde quieta. Antonio Punta fue muy aplaudido al banderillear al segundo y bregó muy bien al quinto. Curro Javier y Zayas se desmonteraron tras parear al cuarto, siendo premiados con música por la banda, que a su vez fue aplaudida varias veces durante la tarde. Monterazo de Viruta y Algaba en el tercio de banderillas del quinto.

Tarde de triunfo de Roca Rey en la Plaza Real en un festejo en el que Morante cortó una oreja de mucho brillo a su segundo y un Ginés Marin con muchas ganas cobró un trofeo de su primero y malogro un seguro premio al fallar con la espada en el que cerraba plaza.

Y a plaza llena, porque faltó muy poco para que se colgara el cartel de que no había ya localidades. Un lleno de esos que el sector taurino celebra con alborozo pero que no es indicativo del nivel de asistencia al espectáculo taurino, a la vista de las entradas de días como la víspera. Y es que Morante y Roca Rey tiran del carro, cosa que ha pasado siempre en la fiesta, pero había quien tiraba del carro y muchos toreros, incluso de segunda división y hasta de tercera, que llevaban mucha gente a los tendidos.

Ayer en la Plaza Real había mucha juventud, pero no es la que va a ir luego a festejos de distinto cartel. En estos tiempos solamente hay dos soluciones para que el toreo siga adelante y la gente vuelva a estas plazas. Y no es un secreto porque las dos condiciones están en la Ley Corcuera, vigente desde 1991:la pureza de la fiesta y la integridad del toro de lidia.

La batalla no está perdida pero si además le ofrecemos a los espectadores un festejo larguísimo y repleto de tiempos muertos, de tres horas de duración, la gente no repite y mucho menos en las plazas de toros en las que el público no dispone de un sillón de cine sino de un duro tendido o una desvencijada y apretada localidad de grada. Por eso una corrida de toros ha durado todo la vida poco más de dos horas, tres horas ya son un martirio para espaldas, rodillas y coxis. 

Sin embargo en El Puerto cada vez hay más pachorra y eso no le hace nada bien a un espectáculo como el de ayer, en el que Roca Rey lo dio todo, Morante de la Puebla destapó el tarrito y Ginés Marín mostro las calidades que atesora. Lo que pudo ser un éxtasis de clamor continuo, con el aderezo de las genialidades de la banda, fueron tres horas de entusiasmo intermitente.

Gran entrada en la plaza de toros de El Puerto, faltando muy poco para llenarse

Roca Rey fue el triunfador, cortó tres orejas y se quedó para el solo con la puerta grande. En dos faenas, con más hilo la segunda, en las que se encontró sendos toros ante los que logró el arrebato del público, sobre todo en su segundo, con el escalofrío de sus arrimones finales, a dos dedos de los pitones. Su primero tuvo corto recorrido en el capote y menos en el tercio de muleta pero Roca Rey se metió en su jurisdicción, se la jugó y animó el cotarro cortando la primera oreja. 

Frente al paradete quinto, el limeño ya se metió al público en el bolsillo por gaoneras y con la muleta, tras la gran apertura de rodillas, superó una primera fase para levantar al público con otro arrimón tirando los trastos al tiempo que el toro venía a menos.

Tambien vino muy a menos el cuarto, toro al que Morante le cortó la oreja. Lástima que se apagó el cuatreño pero qué manera de torear con capote y muleta, qué cerca y que alegría ver eso que de toda la vida se ha llamado el toreo caro. Morante ha vuelto y de qué manera, con ese toro, noble y con temple pero muy poca duración y con ese torero, se pararon los relojes. Y tanto.

Con el primero del genio de La Puebla ya se le vieron sus ganas y fue pródigo en destellos para mecer embestidas que su gordito oponente le tacañeba, defendiéndose por su poca fuerza ante un torero con mucho sitio que floreó su labor con la pinturería del molienete invertido.

Ginés Marín estuvo a la altura con su primero, tercero de la suelta, dejando un muestrario de toreo al natural con pasajes de altísima calidad ante un toro difícil de templar pero entregado. Tuvo la mala suerte de que su segundo rematara soltando la cara, trompicado, pero puso tan encomiable empeño y valor que seguro que si acierta con la espada...

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