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PUERTO REAL
Puerto Real/Recibir una llamada de tu casero suele sobresaltar. Especialmente si es uno de esos con los que no se tienen contacto a menos que exista algún problema. Eso es lo que debieron pensar cuatro pequeños comercios de Puerto Real cuando recibieron la llamada de la familia Horta, que gestiona varios locales comerciales en una comunidad de bienes.
Pero en unos días en los que las malas noticias abruman al comercio local, esa llamada supuso un bálsamo para sus castigas economías. “Mientras tengas el comercio cerrado no vamos a cobrarte el alquiler”. Ese fue, más o menos, el mensaje que la familia lanzó a los inquilinos de cuatro de sus locales: una peluquería, una mercería, un Kebab y una tienda para deportistas. Juan Luis Jiménez Horta, que administra estos locales en nombre de su familia, conoce bien las dificultades por las que atraviesan los autónomos. Él lo es, por eso propuso a la familia la idea de no cobrar el alquiler mientras los comercios tuviesen sus puertas cerradas. “Hay que pensar que detrás de cada autónomo hay una familia”, dice Jiménez Horta. “Para nosotros es un grano de arena, pero para ellos es el pan de su familia. Los llamamos a todos tal y como se decretó el estado de alarma”.
Las reacciones de los inquilinos de los comercios, varios de ellos en la calle Soledad de Puerto Real, fue de sorpresa y gratitud. Y es que, pese a que no se trata de rentas altas, tener que hacer frente a todos los pagos con las puertas cerradas pone las cosas cuesta arriba a todos ellos. Es el caso de Miguel Díez. Desde hace dos años regenta un establecimiento dedicado a la nutrición deportiva y es ahora cuando su pequeña empresa empieza a despegar porque “al principio todos son pérdidas”, dice.
El alquiler es uno de los principales gastos que tiene que afrontar junto a la cuota de autónomos y demás impuestos. Por eso, la llamada de la familia Horta fue para él una grata sorpresa. "Una gran ayuda y una gran demostración de que todavía queda gente buena que entiende y se preocupa de los problemas que estamos pasando”. En su caso el “palo” es aún mayor puesto que ahora es cuando empieza la temporada alta en su negocio, cuando muchas personas empiezan a “preparar su cuerpo de cara al verano”.
Aunque la decisión de la familia Horta es muy personal, hacen una reflexión que puede animar a otros arrendatarios. “Hay que pensar también en que si se asfixia a los comerciantes que no pueden seguir con su actividad es probable que después de esto no levanten cabeza y tengan que cerrar sus negocios. Eso también sería perjudicial para los arrendatarios por lo que creemos que, al final, con estas iniciativas todos ganamos”. El acuerdo que se ha alcanzado con los empresarios es poner contador a cero. “Todo el tiempo que estén cerrados no habrá que pagar”, afirman.
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