La redención del cáñamo
Villamartín, con un 46% de paro crónico, mira con esperanza un experimento en su regadío que podría crear más de 200 empleos
¿Qué tienen en común el nuevo modelo eléctrico de BMW y un muñequito de Lego?. Se lo diré: kenaf. Kenaf es cáñamo, hibiscus cannabinus. Parecido al cannabis, pero no se fuma porque lo que vale de esta planta es su caña, la alternativa verde a la fibra mineral con sus efectos cancerígenos. Casi el 100% de esa planta, su tallo, es oro molido. En Europa, donde llevan el sello verde estampado en la frente, han descubierto el kenaf y lo quieren para todo: aislante térmico, pasta de papel, bioplástico.
En la finca El Novillero, a la salida de Villamartín, camino de Algodonales, una de las comarcas más deprimidas de Europa, con un 46% de paro crónico, hay un cuadrado de kenaf. Una hectárea. En esa hectárea Villamartín tiene puestas las esperanzas de desarrollo con un cultivo novedoso que debería traer aparejada una industria y, sobre todo, empleo. Unos 200 empleos entre directos e indirectos. ¿Cómo ha sucedido todo esto?
Paco Gil es ex-tecnico del Grupo de Desarrollo Rural de la Sierra de Cádiz en Villamartín y uno de los impulsores de esta 'revolución'. "En el diseño de la provincia hay zonas condenadas a ser desfavorecidas y tenemos que rebelarnos contra eso, hay que buscar un desarrollo homogéneo. La Sierra es una comarca con 150.000 habitantes y hay que buscar las potencialidades que tenemos porque no podemos hablar todo el rato de turismo rural, por poner un caso, pero de eso no puede vivir toda la comarca. Por eso tenemos que lanzar proyectos nacidos casi de la nada, como éste, pero que demostrarán que la Sierra también puede".
A veces todo es fruto de la casualidad. Villamartín tiene un hospital de la empresa Pascual. Salvador Pascual está asociado a proyectos tecnológicos relacionados con al Medicina en Israel. En Israel -donde todo es I+D+I- hay agricultores interesados en el kenaf, que se planta en África y en el sudeste asiático, pero ellos buscan algo en Europa. Lo prueban en Grecia, Italia y algunos lugares de España. Salvador Pascual dice a los israelíes que conoce un sitio que es el ideal. Así llega Avhisai Morag, el cerebro de la idea, a Villamartín y conoce a Paco Gil. Así llegan a un acuerdo. Hay luz, hay agua: probemos. Para lelamente se busca un socio para la instalación de la industria transformadora en los alrededores. Llega de Dinamarca, está entusiasmado con la idea. Encuentran en lo que fue Cristalería Reina, en el polígono El Chaparral, una nave que sería ideal para instalar un lineal de 60 metros de largo y con capacidad para sumir 2.500 kilovatios de potencia. Entre unos y otros fijan en cuánto podría salir la inversión. Se calcula que unos doce millones de euros. El proyecto va tomando forma:Gil inscribe el nombre de una sociedad, Kenaf Fiber Industries, en la calle Rosario, en el centro del pueblo. Es el germen de una esperanza.
El ingeniero de Arcos Juan Jesús García, de BC Ingenieros, se tiene que poner al día rápidamente. No había oído hablar en su vida de la planta, pero se le encarga que observe el experimento con siete variedades distintas. De momento, empiezan tarde, pero no hay tiempo que perder. La siembra tendría que ser en abril, pero la hacen en junio. "Los inicios no eran muy esperanzadores cuando vimos que la planta era muy pequeñita, pero empezó a crecer y a crecer". Y vaya si creció. estamos ante la hectárea experimental, es un frondoso bosque de cañas flexibles que se levantan cuatro metros. García no oculta su entusiasmo. "El rendimiento está fuera del rango normal de producción. Si está planta suele medir 3,30, aquí mide 3,80; si la densidad es 16 toneladas por hectárea, aquí es de 19... Mientras más horas de luz, más crece la fibra. Y aquí hay muchísima luz". Las potencialidades... El dictamen se conocerá pronto y lo dirige el ingeniero agrónomo Eulogio Moreno. En breve se cortará una muestra y se enviará a Dinamarca para que examinen la calidad de la fibra, pero Avhisai, que sabe de esto, ya va adelantando mientras flexiona las cañas quie es "muy buena, de altísima calidad".
Pero esto es sólo una hectárea. Para que el proyecto sea viable haría falta plantar más de mil hectáreas. En Villamartín se da un caso singular. Lo explica Ramón Holgaldo, presidente de la cooperativa de Villamartín: "Tenemos un regadío en un estado infantil que hay que desarrollar. Hay que pagarlo al Estado, pero hasta ahora lo que se está haciendo de regadío es, principalmente, el melón y la zanahoria. Es gente de fuera que arrienda las tierras. El principal cultivo sigue siendo secano y no tiene mucho sentido pagar el regadío con secano porque entonces ¿para qué queríamos el regadío? Necesitamos un cultivo intensivo de regadío. Y el kenaf es sencillo de cultivar. Es una posibilidad".
El agricultor de Villamartín, como el agricultor de cualquier parte, es conservador. En esta zona el Iryda repartió centenares de parcelas que ahora mismo están en manos de agricultores jubilados. Hay confianza en que las nuevas generaciones apuesten por un cultivo que no está sometido a las fluctuaciones del mercado como el maíz, el algodón, el trigo...
El equipo técnico del experimento de El Novillero ya ha presentado al delegado de Agricultura, Manuel Miranda , los resultados. Miranda ha puesto a disposición del proyecto todos los instrumentos de la administración para facilitar la implantación del proyecto.
En torno a la hectárea de kenaf todos los que han ido cuidando el cáñamo durante el verano, los que lo han ido visitando y observando cómo crecía y crecía su caña, contemplan el resultado. A pocos metros se encuentra la nave de lo que fue Cristalería Reina. De allí saldrían cada día 30 trailers con destino a la Europa desarrrollada, la Europa a la que se quiere enganchar Villamartín y toda la comarca de la Sierra.
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