El refugio para películas de Puerto Serrano abre sus puertas en septiembre

El Arca Perdida comenzará a proyectar tras el verano, en un espacio con capacidad para 150 personas

Descargas piratas y ventas en formato físico viven un repunte ante los vacíos que presentan las plataformas de 'streaming'

Un cine de 80 años y un refugio para DVD

Aspecto del anfiteatro en Puerto Serrano, una vez remodelado.
Aspecto del anfiteatro en Puerto Serrano, una vez remodelado. / D.C.

El nombre de El Arca Perdida –cuentan el alcalde de Puerto Serrano, Daniel Pérez, y el periodista José Landi, los impulsores del proyecto– fue ocurrencia de Paco González Sicilia. Un nombre inmejorable, no sólo por la referencia a uno de los clásicos absolutos de la gran pantalla de los 80, sino porque mucha gente en el pueblo tiene “esa sensación de estar en medio de ninguna parte”. De hecho, la pantalla de cine más cercana (la de Arcos) está a media hora en coche. 

O estaba, porque la iniciativa surgida hace un par de años con la intención de aprovechar un antiguo anfiteatro en desuso tomará cuerpo después de verano, cuando El Arca Perdida empiece a programar sus primeras proyecciones y ciclos a finales del mes de septiembre. La idea ha sido recuperar el concepto de cine de verano –con toldos corredizos, aprovechando que el espacio estaba al descubierto–, realizando trabajos de adaptación y remodelación para los que se ha contado con la ayuda de Diputación –la institución provincial también ha colaborado con el equipamiento (unos tres monitores con equipos para reproducción, un sillón y auriculares cada uno) de la videoteca–.

El Arca Perdida de Puerto Serrano tendrá capacidad para unas 150 personas, entre gradas y sillas y contará con una pantalla desmontable, de unos 10x5 metros. Las proyecciones se nutrirán de las 4.000 copias que, por ahora, han ido llegado a la convocatoria abierta por redes para llevar a cabo una labor de rescate de las “películas perdidas” –los títulos en formato físico que hoy día terminan amontonados en mercadillos o en un contenedor de basura–, que era otro de los objetivos de esta iniciativa. Los organizadores calculan que un 80% de las copias son películas en DVD y un 20%, en VHS. Hay envíos de  Galicia, País Vasco, Rioja, Cataluña, Madrid, Comunidad Valenciana. 

En lo referente a las donaciones, se han dado casos muy emotivos: una viuda que ha donado 500 películas adoradas por su marido; una pareja que manda sus queridas películas porque va a divorciarse y no sabe quién se las tiene que quedar. Otra pareja vasca que manda reproductores de DVD y VHS...  

EL VACÍO DE LAS PLATAFORMAS

“Nosotros sí creemos en el formato físico (también VHS arqueológico) y en la función de tener una colección personal, propia, que no dependa de programaciones ni conexión a internet, de WiFi ni algoritmos –prosiguen desde El Arca Perdida–. En este caso, videoteca o videoclub público, comunitario”. 

El refugio de las películas perdidas no actúa sólo a nivel de recuperación de copias que, de otra forma, terminarían en la trituradora, sino de patrimonio audiovisual. “La gente pensaba que la llegada de las grandes plataformas, como Netflix, iba a ser un poco como el Spotify del cine y las series, pero no –comenta el programador algecireño y experto en cine, Paco Fox–. Una de las explicaciones es que los ingresos por abonado no son los ingresos por publicidad: en general, el número de abonados sube porque pones la serie de moda”.  

Esto se traduce en que, por muy amplio que nos pueda parecer el catálogo de las plataformas, hay huecos flagrantes: “El catálogo es extenso pero está muy repartido, y es amplio en novedades, en series producidas en su mayoría en la misma era del streaming –continúa Fox–. De 2010 para atrás, olvídate: es ahora cuando empiezan a estar los títulos más potentes. Y ya del siglo XX, rarísimo. De hecho, fíjate que Disney compra Fox y, si te metes en Disney Plus, la cantidad de pelis de Fox es exigua. Vaya, que no está ni Cleoplatra. Una peli de 1974, o de 2003 para no irnos tan lejos, es muy extraño que esté”. 

“Quienes tienen derecho a sus propias pelis no tienen derecho a ponerlas, aunque estén dentro de la misma empresa –continúa el especialista– ¿Por qué? Porque aun así tendrían que pagar un dinero a autores y demás, y tampoco quieren llenar de producto las plataformas. Filmin, por ejemplo, tiene un catálogo muy amplio, con muchas películas art house no muy conocidas, pero cuando miras profundamente, tampoco hay tantas pelis interesantes clásicas. En el caso de televisiones públicas, plataformas como la de RTVE no tienen mucha difusión. Además, más o menos un tercio del cine que la gente conoce es de major, y trate usted con Disney o con Warner”. 

Con este panorama, no es raro que se estén dando dos fenómenos: la vuelta al uso de webs de descargas ilegales y un ligero aumento de las ventas de producción audivisual en formato físico.“Es que no queda más opción con ciertos títulos. Películas que pueden ser fundamentales para entender un género, como Al final de la escalera, por ejemplo, lo mismo te la encuentras en plataforma de chiripa, o no; así que lo mejor es comprarla si se te presenta la ocasión”, continúa Fox, que también apunta al fenómeno del coleccionismo, ampliado por YouTubers que analizan canciones y cine de género: “La gente de terror y fantasía es muy de comprar, por ejemplo”. 

“Hay gente que dice: pero si lo mismo la veo sólo una vez. Pero comprarte una edición buena en formato físico, con todos los extras que suele llevar, es como comprarte un libro de consulta. O la revendes de segunda mano”, finaliza.  

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