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La semilla del electricista

política Así nació el 'clan' de Alcalá

La historia del PSOE de Cádiz está unida a un pequeño pueblo a la puerta de Los Alcornocales, Alcalá de los Gazules, de donde surgió un grupo con una influencia decisiva en la política andaluza durante décadas

La semilla del electricista
Pedro Ingelmo / Cádiz

10 de abril 2011 - 05:01

No se puede explicar la carga simbólica que contiene la abrupta salida de Luis Pizarro del Gobierno de Griñán sin viajar al pasado. Para muchos, Pizarro es el último de una estirpe, un vínculo indisoluble con el origen del socialismo andaluz. Luis Pizarro era, y es, el patriarca de lo que durante los 80 se bautizó como el 'clan de Alcalá', un grupo de jóvenes políticos que levantaron de la nada el PSOE de Cádiz y que ha tenido una influencia política decisiva, para lo bueno y para lo malo, en la transformación experimentada por Andalucía en estas últimas décadas. Es cierto que, como en toda familia, ya no se puede hablar de algo homogéneo. La prematura muerte de Alfonso Perales, el más brillante del 'clan', las desavenencias entre sus miembros más destacados y el tiempo, siempre el tiempo, han creado distancias, pero su legado está ahí.

Alcalá de los Gazules es un pueblo que trepa una colina que se asoma al Parque de los Alcornocales. Allí, hasta bien entrado el siglo XX, hay una población dispersa que habita chozas de piedra arenisca y tejados de rama de brezo. Viven del bosque, del carbón y el corcho.

Cuando nace Luis Pizarro, en 1947, las heridas de la guerra están abiertas. En aquel año todavía está activo por los alrededores un maquis mítico, el del Comandante Abril, que será abatido dos años después en la cercana Medina tras la delación de uno de los suyos. Alcalá, como todos los pueblos de la zona, como la cercana casas Viejas, donde se produjo la matanza que hizo tambalearse a la II República, es un caldo de cultivo anarquista. Francisco Pizarro, tío de Luis Pizarro, fue uno de los 40 elegidos por los falangistas para un fusilamiento de escarmiento. Una hermana suya fue paseada por el pueblo con la cabeza rapada tras hacerla beber aceite de ricino. El padre de Alfonso Perales acabó en un campo de concentración de Huelva, donde sobrevivió a una ruleta rusa en la que cada noche los carceleros elegían alguien a quien matar. Otro superviviente fue Juan Perales, apodado el Viejo Coronel en honor a sus andanzas bélicas. El Viejo Coronel salvó el pellejo en un juicio sumarísimo en el que iba acompañado por varios comunistas que fueron ejecutados. Su alegato anarquista ("yo, Juan Perales León, miembro de la Federación Anarquista Ibérica...") le salvó la vida.

La influencia de Juan Perales sobre la joven generación del pueblo que no ha vivido la guerra y que hereda desordenadas inquietudes revolucionarias sería una de las primeras referencias del 'clan'. Otra sería el padre Cid, el cura del colegio El Campano, de los Salesianos, situado en una finca de Chiclana. Cid inculcó a Alfonso Perales y José Luis Blanco -Pizarro, por su edad, era el mayor del grupo, no estudió- las ideas de justicia social. El tercer referente sería Fernando Puelles, El Nani, del que se decía que contaba con la mayor biblioteca anarquista de España. El Nani era algo mayor que Pizarro, Perales, Pepe Blanco, Paco Aído (padre de Bibiana Aído) y compañía y procedía de una familia terrateniente en decadencia que no había llegado al punto de impedirle vivir de las rentas y dedicar su tiempo a una intelectualidad un tanto histriónica que los chicos contemplaban con admiración.

Pero ni el anarquismo del Viejo Coronel ni el catolicismo social de Cid, ni el intelectualismo del Nani fueron tan decisivos para la creación del 'clan' como Antonio Guerrero, un electricista de Dos Hermanas que llegó a Alcalá en 1970 para la construcción de un barrio de viviendas de protección oficial. Guerrero enseñó a estos jóvenes anarquistas un poco de pragmatismo e influiría en el ideario de Alfonso Perales, que consistía en que las grandes revoluciones son inútiles. Lo define muy bien el poeta José Ramón Ripoll: "Perales era tan revolucionario como todos, pero en sus sueños habitaba una dosis de realidad que, lejos de desposeerlos de su encanto, podía hacerlos posibles".

Y ese 'encanto de lo posible' es lo que inculcó Guerrero. El electricista ya estaba en contacto con el grupo de Capitán Vigueras, llamado así por ser la calle de Sevilla donde se encontraba el despacho de abogados en el que Felipe González,Rafael Escuerdo o Ana María Ruiz Tagle, y a los que se unirían Alfonso Guerra, Manuel Chaves o Carmen Romero, buscan alternativas a la oposición franquista más organizada y numerosa, pero también más vinculada a la guerra, el PCE. Y lo iban a hacer a través de la refundación del PSOE, que en el exilio se había fragmentado hasta llegar a un punto de inoperatividad que lo hacía inofensivo.

El contacto de Guerrero une la 'célula' de revolucionarios de Alcalá con los posibilistas de Sevilla. Es la hora de abandonar el pueblo. Pepe Blanco, que tiene el carné número 1 del PSOE en la provincia, lo que prueba la inexistencia de esta formación en la provincia, se traslada a Cádiz para estudiar Magisterio. Detrás, llegan todos los demas. Alfonso Perales decide estudiar Historia y Luis Pizarro encuentr a trabajo en una financidera de automóviles, Fiseat. En Cádiz conocen al fotógrafo Pablo Juliá y a Rafael Román y el piso de estudiantes en la calle Becquer y los cafés en el bar Andalucía se erigen en foros de tertulia sobre cómo cambiar Andalucía y arrancarla de ese destino de atraso secular al que parece abocada.

Por allí siempre ronda, vigilante el Charro, un policía de la político-social. Los jóvenes ejercen una actividad clandestina algo chapucera y no son muy cuidadosos a la hora de borrar su rastro cuando se dedican a acciones tan 'peligrosas' como repartir propaganda en fábricas y barrios. Posiblemente fuera un soplo del Charro el responsable de que Perales acabara participando en el legendario encuentro del PSOE en Suresnes, en 1974, el lugar en el que el PSOE se convertiría en una verdadera alternativa de poder. Pepe Blanco, como número 1 de la agrupación, tenía que acudir a la cita con la historia, pero días antes fue detenido y pateado por la policía. De modo que, la víspera de la boda de su hermana gemela, Perales se planta en casa con una mochila y anuncia que le será imposible acudir al enlace porque tieneque acudir a Pau a una conferencia del historiador Tuñón de Lara. Nadie en la familia entiende el desaire, mientras Perales, en compañía de Chaves, conduce el coche camino de Suresnes.

El resto es conocido. Los socialistas madrileños encabezados por Pablo Castellano contaban con el histórico ugetista vasco Nicolás Redondo para liderar el partido, pero Redondo se sentía más sindicalista que político y se fraguó el pacto del Betis que entregaría a los andaluces la dirección de la organización. Felipe González fue nombrado secretario general y Alfonso Guerra llevaría la 'fontanería' política.

De regreso, Perales trae la buena nueva de que ese grupo de militantes sin otro carné que el de aparecer su nombre en un papel que Blanco guarda en una caja de zapatos está llamado a hacer posibles los sueños. Una asamblea celebrada en el Colegio Universitario de Cádiz, que es disuelta por la policía, sienta las bases. Pocos días después, Perales viaja con Juliá a Algeciras para contactar con militantes locales. Es detenido por la policía que como tarjeta de bienvenida le entregan un bofetón. Es encarcelado y, cuando su madre, María, acude a la cárcel para pagar la fianza descubre que alguien se le ha adelantado, un tal Gregorio Peces Barba. El PSOE empieza a parecerse a una organización política seria que cuenta con líderes, que fabrica su pedigrí. Entre 1975 y 1982 ese grupo de revolucionarios de Alcalá que descubrieron en un electricista el 'encanto de lo posible' se sintió fuerte.

La dimisión de Pizarro, 40 años después del encuentro decisivo con Antonio Guerrero, es un buen momento para mirar hacia atrrás y observar el legado del 'clan', con sus luces y sus sombras, con una Andalucía profunda ya menos profunda que ha reducido su retraso con el resto de España; también con sus marañas de redes clientelares , con sus filias y sus fobias. Pero aquel 'clan' ha sido de manera innegable parte importante de la historia reciente de Andalucía.

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