Un 'tamayazo' frena a Ruiz Boix

Historia de Cádiz-Herzegovina | Capítulo 30

La abstención de una concejala de su mismo partido en un pleno de investidura impidió al actual alcalde de San Roque llegar al cargo dos años antes

Apenas cinco meses antes Ruiz Boix había sido reprobado y cesado por su predecesor, el también socialista José Vázquez

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Las horas más difíciles de Ruiz Boix al frente del PSOE de Cádiz

José Vázquez (izq.), entonces alcalde de San Roque, y Juan Carlos Ruiz Boix, en una rueda de prensa en San Roque en enero de 2005.
José Vázquez (izq.), entonces alcalde de San Roque, y Juan Carlos Ruiz Boix, en una rueda de prensa en San Roque en enero de 2005. / D.C.

Lo curioso es que eran dos y no sólo uno. La gloria, por decirlo de alguna manera, se la llevó el hombre, que fue quien, queriendo o sin querer, terminó dando fama a su apellido. Pero junto a él había una compañera de partido cuyo nombre nadie recuerda. Pero de él, sí. De él sí se ha escrito mucho. Su nombre era Eduardo Tamayo y fue el protagonista –o mejor dicho el coprotagonista, porque ella también tuvo su cuota de responsabilidad– de aquel histórico escándalo político conocido como el tamayazo.

Aquello se produjo en la Asamblea de Madrid después de las elecciones autonómicas de 2003 y se puede resumir así. En esos comicios el PP perdió su mayoría absoluta: 55 escaños frente a los 56 que sumaban los 47 del PSOE y los nueve de IU. La izquierda se las prometía muy felices, el socialista Rafael Simancas parecía tener el camino expedito para convertirse en el nuevo presidente de la Comunidad de Madrid, pero el sueño se desvaneció en dos capítulos.

El 10 de junio, en el pleno de constitución de la Cámara autonómica, dos parlamentarios electos del PSOE se ausentaban de manera inesperada, por lo que la presidencia del Parlamento recayó en manos del PP. Casi nadie conocía a esos dos diputados autonómicos, un tal Eduardo Tamayo y una tal María Teresa Sáez Laguna, pero ambos asumirían un papel protagonista cuando a finales de ese mismo mes de junio consumaron la afrenta a su partido.

Ahí sí acudieron al pleno pero optaron por la abstención en las dos votaciones que hubo que hacer con 48 horas de diferencia para intentar investir a Simancas. Pero fue imposible porque le faltaron esos dos y esenciales votos. La conclusión es que la legislatura quedó en nada, hubo que repetir las elecciones autonómicas y, ahí sí, en octubre de 2003 el PP recuperaba la mayoría absoluta en la persona de Esperanza Aguirre.

Mucho se habló de aquel tamayazo, un término al que se suele recurrir cuando una votación inesperada de algún dirigente frustra las pretensiones del partido al que pertenecen. Pasó por ejemplo en marzo de 2021 en la Región de Murcia, donde tres de los seis consejeros que tenía Ciudadanos se negaron a apoyar una moción de censura junto al PSOE, permitiendo la continuidad en la presidencia de un PP con el que estos tres dirigentes naranjas terminaron pactando.

Para no ser menos la provincia de Cádiz también tuvo su particular tamayazo. Fue el 12 de marzo de 2009 y se localizó en la localidad campogibraltareña de San Roque, cuyo ayuntamiento puede ser el que más escándalos, conflictos y vaivenes políticos ha registrado en lo que va de democracia: un alcalde inhabilitado, la irrupción del GIL, la integración de este partido en el PP, una moción de censura, muchos concejales de todos los partidos pasándose al grupo de los no inscritos, expulsiones de ediles, divisiones internas y eternas en el Grupo Socialista, un alcalde fallecido estando aún en el cargo, varios partidos localistas buscando su cuota de poder y un rosario de denuncias de todos los colores, algunas de ellas hasta con grabaciones de por medio. Lo dicho, de todo, como en botica.

El tamayazo sanroqueño lo sufrió en sus carnes Juan Carlos Ruiz Boix, actual secretario general del PSOE de Cádiz, diputado nacional y que es alcalde de San Roque desde 2011. Y aquel episodio también se puede resumir de manera muy fácil: en marzo de 2009 la abstención de una concejala de su propio partido impidió que Ruiz Boix fuera investido nuevo alcalde de San Roque, un sueño que llevaba un tiempo persiguiendo este licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Granada y que no vería cumplido hasta dos años después.

Nacido en 1974 y afiliado al PSOE desde 1997, Ruiz Boix se estrenaba en un cargo público en 2003, cuando fue elegido concejal. Un pacto entre el PSOE y Unidad por San Roque (USR) apartaba de la Alcaldía a la lista más votada encabezada por Fernando Palma Castillo (ex GIL y luego en el PP) y restituía en la Alcaldía a su primo por rama materna, el socialista José Vázquez Castillo. Ruiz Boix entraba con fuerza en el Ayuntamiento asumiendo las delegaciones de Hacienda, Personal y Contratación y Patrimonio.

El pacto PSOE-USR se mantuvo estable esos cuatro años, aunque con muchos sobresaltos. Y también hubo marejada dentro de las filas socialistas, donde se alzaron muchas voces apostando por Ruiz Boix como candidato a la Alcaldía para 2007, aunque la ejecutiva provincial del partido optó finalmente por mantener la confianza en Vázquez. Eso sí, le obligaron a incluir a Ruiz Boix en los puestos de salida de su candidatura.

Y llegó el rocambolesco mandato 2007-2011, una locura sin frenos que empezó a hacerse visible en la misma noche electoral. Sí porque a pesar de haber votado más de 12.600 sanroqueños, al final el PP ganó por apenas un voto. Bueno, el escrutinio inicial daba una ventaja de dos votos al PSOE pero las reclamaciones posteriores le dieron la vuelta a la tortilla porque se validaron dos papeletas para el PP inicialmente nulas y porque se anuló una a favor de la candidatura socialista en la que el votante había escrito “Viva la República”. Además, trascendía también que Regina Cuenca, parlamentaria andaluza y número dos de la candidatura del PSOE a esas elecciones municipales de San Roque, se quedó ese día sin votar porque no pudo hacerlo a última hora al confundir su función de apoderada con el de interventora. El error de Regina Cuenca fue al principio una anécdota, porque pese a perder los comicios el PSOE y USR reeditaron su pacto de gobierno, pero después terminaría siendo clave.

La división en las filas socialistas era latente, sobre todo entre el alcalde y Ruiz Boix. Y fue a mucho más después de que a principios de octubre de 2008 una funcionaria municipal denunciara a Ruiz Boix por injurias y calumnias. El caso terminó siendo archivado en enero de 2010 pero antes de ello hubo tiempo para mucho. Por ejemplo para que el PP presentara en el pleno una moción de reprobación al edil socialista denunciado y que la misma saliera adelante con los sorpresivos votos a favor del propio alcalde y de otra edil del PSOE, Rosa Macías.

Pero Vázquez no se quedó ahí sino que a renglón seguido destituía a Ruiz Boix de todas sus responsabilidades municipales, y lo justificaba diciendo en público que lo hacía “por la presión que ejerce contra mí y por su falta de respeto y de sinceridad”. Le dejaba sin su tenencia de alcaldía, le despojaba de las delegaciones municipales que tenía a su cargo y le echaba de la comisión de gobierno. Intentó también arrebatarle la portavocía del Grupo Socialista, pero como Ruiz Boix tenía más apoyos que el alcalde dentro de ese grupo de concejales del PSOE (dos ediles frente a cinco), el regidor tuvo que desistir de este último castigo.

Todo se había roto entre ellos dos y ni siquiera la mediación de la ejecutiva provincial del PSOE, que abrió expediente a Vázquez y a Macías y que se puso del lado de Ruiz Boix, pudo arreglar la situación. Y en medio de esta división absoluta sucedió algo imprevisto: al alcalde le sobrevenía un cáncer galopante que acabó con su vida el 1 de marzo de 2009. San Roque despedía a su regidor y apenas once días después había que celebrar un pleno extraordinario para elegir a su sucesor. Y el aspirante del Grupo Socialista pasaba a ser Ruiz Boix, que había sido el número tres de la lista electoral y que daba el paso tras la renuncia de la número dos, Regina Cuenca, que prefirió centrarse en su labor como parlamentaria andaluza.

Ruiz Boix tenía la Alcaldía ahí al lado, casi la podía tocar, y sólo necesitaba amarrar, al igual que hizo Vázquez en 2007, los siete votos del PSOE y los cuatro de sus socios de USR... pero llegó el tamayazo. Rosa Macías, la concejala socialista que le había reprobado en el pleno apenas cinco meses antes, se abstenía en la votación del nuevo alcalde y decía que lo hacía “por coherencia”. Y, viendo la aguja mareada, los cuatro ediles de USR abandonaban el barco votando a su candidato, José Antonio Ledesma. La Alcaldía volvía a Fernando Palma (PP) al ser la suya la fuerza más votada. Recuerden, por un solo voto de diferencia gracias al despiste de Regina Cuenca.

Ruiz Boix siempre ha dicho que aquella votación no le cogió por sorpresa, que sabía de antemano que el PP había buscado previamente los apoyos necesarios para conformar una alternativa de gobierno, pero las crónicas periodísticas de esa sesión plenaria sí incidían en lo inesperado de aquella votación.

Ruiz Boix y Regina Cuenca escuchan la intervención de Rosa Macías en el pleno del 12 de marzo de 2009 en el que el primero no pudo hacerse con la Alcaldía de San Roque.
Ruiz Boix y Regina Cuenca escuchan la intervención de Rosa Macías en el pleno del 12 de marzo de 2009 en el que el primero no pudo hacerse con la Alcaldía de San Roque. / Erasmo Fenoy

Entre el tamayazo de la Asamblea de Madrid y el de San Roque hay una clara diferencia. Y es que en el primero, el que tumbó la candidatura de Simancas, jamás se pudo demostrar qué intereses ocultos había detrás de las dos abstenciones. Unos dijeron que los dos tránsfugas habían recibido dinero de una trama inmobiliaria y urbanística, otros que habían sido comprados por el PP y otros que había sido una maniobra orquestada por una corriente crítica dentro del propio PSOEmadrileño que se oponía a cualquier acuerdo con IU. Pero jamás se pudo comprobar nada.

En el caso de San Roque todo quedó mucho más claro porque el día después del pleno de elección del nuevo alcalde, Rosa Macías, la concejala díscola, abandonaba las filas del PSOE y se integraba en el gobierno municipal del PP, un partido que, incluso, la incluyó en los puestos de salida en su candidatura para las siguientes elecciones municipales.

La defenestración de Ruiz Boix sólo duró dos años. En 2011 llegaba a la Alcaldía tras ganar esas elecciones aunque con apenas cinco votos de diferencia sobre el PP. Y cuando todos esperaban que reeditara el pacto con USR –porque sus cuatro ediles y los siete socialistas alcanzaban la mayoría absoluta–, Ruiz Boix sacaba un conejo de la chistera, pactaba con los dos ediles del PA y con los dos del Partido por la Independencia del valle de Guadiaro (PIVG) y dejaba a Ledesma y a todo USR a cuadros.

Su primer mandato como regidor no fue fácil, porque uno de sus concejales se pasó al grupo de los no inscritos dejándole sin la mayoría absoluta, porque la dirección nacional del PA presionó hasta la extenuación a sus ediles para que rompieran el pacto con el PSOE y porque Ruiz Boix tuvo que hacer malabarismos para impedir que el PP lograra tejer una moción de censura. Pero logró salvar la papeleta, y se supone que no lo haría mal como alcalde porque a partir de ahí fue sumando mayoría absolutas (en 2015, 2019 y 2023) y además crecientes porque llegó hasta los once ediles en las dos primeras citas para subir un escalón y alcanzar los doce ediles en la cita de hace dos años.

Y en paralelo fue fortaleciendo su carrera política con puestos de responsabilidad tanto públicos como orgánicos allende San Roque. Ahí vinieron sus aterrizajes primero en la Diputación –llegando a ser presidente entre 2022 y 2023–, diputado nacional –mantiene su escaño desde hace dos años– y secretario general del PSOE de Cádiz.

Precisamente a partir de mañana Ruiz Boix iniciará el camino para intentar ser reelegido líder de los socialistas gaditanos. Todo apunta a que tiene opciones serias de mantenerse en el cargo pero en política siempre puede pasar de todo. Y él, visto lo visto y con el tamayazo de 2009 en la retina, lo tiene que saber mejor que nadie.

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