Tini, comunión ‘post-millennial’
concert music festival 2023
La artista argentina congrega a un público joven y disfrutón en el recital inaugural de CMF 2023
Baile, luces y emoción llenan Sancti Petri
Conoce todos los detalles de Concert Music Festival 2023
Tini: "No hubo un plan para el éxito en España, sucedió genuinamente"
Chiclana/A los que ya peinamos ciertas canas el griterío de exaltación hacia los ídolos de la adolescencia nos toca de muy lejos aunque, en mayor o menor medida, todos hayamos pasado y ¿superado? ese estadio vital, fundamental para encarar las filias y fobias que nos condicionarán en el futuro. Tiene mucho, no obstante, de enternecedora arqueología observar ese porvenir en primera persona gracias a la comunión en torno a la música de la generación post-millennial creada por la cantante y compositora argentina Tini en el espectáculo inaugural de la sexta edición de Concert Music Festival (CMF), celebrado este pasado sábado en Sancti Petri.
La estrella internacional dio lo que se esperaba de ella y habló a su joven público a través de sus mismos códigos, asumidos de forma más o menos naturalizada por los que les precedimos, y desatados en Chiclana en una suerte de fantasía flúor de dos horas de duración. No faltaron las coreografías y el perreo, el color, las luces, el ritmo incesante y la emoción a raudales y de ida y vuelta entre artista y público. Una audiencia entregadísima que, sin dejar de capturar con el filtro de las pantallas todo lo que pasaba sobre el escenario, dio en cuerpo presente a la adrenalina rienda suelta desde que la cuenta atrás en pantalla y el retumbar de los zapatos en las gradas preludió el inicio de la fiesta.
Una enmascarada Tini, acompañada de un cuerpo de baile de diez miembros y cuatro músicos, apareció en escena como la elegida sacerdotisa de un ritual que comenzó con sones militares y terminó con confeti y ganas de más. El bullicio generacional se solapaba con un volumen de sonido, en ocasiones, demasiado elevado como para hacer inteligibles ciertas canciones y casi opacar la potente voz de la cantante, de la que dio muestra en numerosos pasajes del recital, los más arrebatados. Se agradeció, en este sentido, que algunas letras aparecieran en la pantalla acentuando aún más el fervor compartido que genera siempre un buen karaoke.
Desde esa misma pantalla asomaba una habitación rosa –casi todo se apostó a ese color, tanto en los visuales como en las vestimentas de los fanáticos–, con la que la cantante y compositora invitó a entrar en su mundo de diversión perpetua e intentó construir una especie de relato en imágenes cuyo final, como no podía ser de otra manera, era irse de parranda echándole actitud a la vida.
Sonaron temas en la primera parte del concierto, muy movida, como 22, Quiero volver, Las Jordans o La niña de la escuela, solo una muestra de las numerosas colaboraciones con otros artistas que jalonan su carrera y que para la ocasión venían pregrabadas. La argentina “más dura, más suelta, más bella”, no obstante, suplió la ausencia de duetos con una energía inagotable y un discurso repleto de gratitud: “Estamos encantados de estar aquí, de estar conociendo tantos lugares con mi música, con este tour que significó tanto para nosotros”, expresaba emocionada.
Tuvo mucho también el espectáculo de empoderamiento, de tomar las riendas del destino propio, se sentir(se) y expresar sin complejos lo genuino del ser y el amar, incluso en sus momentos más aciagos. Así, de la sangre azul brotada de la rosa con espinas del desamor surgió el despecho de El último beso, la frustración de Maldita foto, la disimulada paciencia ante lo inevitable de 2:50 y el pesado lastre de la resignación con ¿Por qué te vas?
Las espinas de aquella rosa que antes se clavaban se sacan bailando y disfrutando. Pero la recuperación total bien necesita de tiempo y una vieja mano amiga. Así, el público respondió con “ya no hay razas, ni razones, no hay mejores, ni peores...”, recordando con el tema Ser mejor al otrora ídolo adolescente Violetta, encarnado por Tini a la tierna edad de muchos de los que hoy la veneran en directo.
Tini quiso acercarse a pie de escenario, a su público fiel, que portaba mil banderas y mensajes de cariño al ídolo. A su verita compartió micro para cantar el tema Oye, al que siguió 7 veces, en los que la emoción por momentos era imposible de contener. Y ni falta que hacía.
Continuó el tono íntimo del espectáculo con un pasaje acústico donde sonó una versión del Corazón partío de Alejandro Sanz, “una persona que me inspiró mucho en mi niñez y adolescencia a la hora de hacer canciones”, homenajeó al maestro al calor de muchos olés.
“Quiero agradecer a la vida por haberme puesto en este lugar, por hacer lo que amo, por conectar con ustedes. ¡Qué emoción tan grande por sacarles una sonrisa!”, confesó la estrella antes de compartir la canción Carne y hueso, una de las que también parten el cora –¿se dice así ahora, no?–.
Pero no tardó en recomponerse el jolgorio que vino a regalar a tierras gaditanas Tini con cambios de vestuario –hasta cuatro modelos distintos mostró– y, por supuesto, de tono. Allí estaban Te pido, Fresa, un interludio de baile que entremezcló Rakata de Wisin & Yandel y La noche de anoche de Rosalía y Bad Bunny, Cupido y Fantasi.
“¿Quién vino esta noche para siempre sentirse libre?”, gritó para regalar una de sus emblemáticas, La triple T de Tini, Tini, Tini, y también Muñecas –envuelta en la bandera de la diversidad que ahora parece que tanto molesta–, Bar y Miénteme. Un final a la altura del contenido para celebrar el anhelo de lo que fuimos y la libertad de los que llegan.
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