Tres Tarifas, dos Chipionas, otro Barbate y los pies de barro del turismo

Los núcleos turísticos de la provincia soportan una presión en visitas que multiplica su propia población

Mientras, ya empiezan a surgir iniciativas contra el modelo depredador del sistema

Nace Cádiz resiste, una plataforma de ciudadanos hartos ya de la turistificación

Según el registro de móviles del INE, Cádiz capital recibió en 2023 un total de 717.349 visitantes. / Julio González

Todos conocemos el ejemplo de la rana y el agua hirviendo: sumergida en un cazo que va subiendo progresivamente de temperatura, la rana no se da cuenta de lo que sucede, habituándose poco a poco –o eso cree– al calor, hasta que termina muriendo. En el caso del turismo, parece que la rana ha decidido saltar del cazo.

Mientras escribo estas líneas, se anuncia que Barcelona eliminará todos los pisos turísticos de aquí a 2028. A finales de abril, Canarias vivió manifestaciones multitudinarias contra un modelo de desarrollo turístico sin control. En Andalucía, el Sindicato de Inquilinos e Inquilinas de Málaga; y en Cádiz, la plataforma Cádiz resiste, han convocado concentraciones el próximo 29 de junio –en la capital gaditana, a las 12.00 en el Palillero– contra el actual modelo de turismo. Desde Adelante Andalucía, han puesto en marcha la campaña Andalucía NO se vende, Andalucía se defiende, con la que recorrerán todas las comarcas andaluzas para abrir el debate y apoyar a las distintas movilizaciones que están surgiendo.

Las ‘condiciones imposibles para la vida’ parecen haber llegado a tal punto que lo que parecía tabú hace unos años –decir que había que medir o calibrar el impacto del turismo, que no podía crecer hasta el infinito sin consecuencias–, ahora ya ha perdido peso. Para Jesús Ruiz, portavoz de Cádiz resiste y autor de Guía básica de supervivencia a la turistificación, la balanza empezó a desequilibrarse hace unos años, y la piedra de toque ha sido la vivienda: “En el caso gaditano, vivir aquí se está poniendo muy difícil: la vivienda está por las nubes; hay casos de desahucio como el de María.Tenemos un monocultivo turístico que no se equipara con los precios medios del parque inmobiliario y, para colmo, la oferta se ha ido cerrando por la compra o adquisición para otro tipo de vivienda o negocio de uso turístico”, señala. Es una de las ironías más sangrantes de muchos puntos “de interés turístico”: metro cuadrado y alquileres al nivel de Santander o del centro de Madrid con ingresos de camarero. 

La vivienda es el problema “más acuciante” que ha terminado provocando el actual modelo turístico y también, “ha sido el revulsivo” al respecto, opina el portavoz de Adelante Andalucía, José Ignacio García. El turismo invasivo “provoca la expulsión de vecinos y vecinas en muchos rincones de Málaga, Sevilla, Granada y Cádiz, pero también en ciudades medianas y en pueblos de Andalucía” 

UN VERANO CON SIETE TARIFAS

Más allá de la indignación de los que toca, están los números. Veamos. Si tomamos el total de visitantes que pasaron por Tarifa en 2023según los datos por geolocalización de móviles que maneja el INE– y los repartimos entre doce meses, vemos que la localidad tiene al cabo del año una presión poblacional equivalente a tres Tarifas. La meca de mecas manejó el último año 686.335 visitas con 18.621 habitantes. 

Pasma también el resultado en Chipiona que, con 529.242 visitantes anuales y 19.649 habitantes censados, soporta más de dos veces su población de repartir la cifra entre todo el año. O Conil, con 23.661 habitantes y 568.272 visitas (dos veces su población, haciendo el mismo reparto). 

Algo más de otro Barbate soportaría durante todo el año la localidad jandeña, al igual que El Bosque, con la curiosidad de que sus meses fuertes son diciembre, enero y agosto –y, como casi todos, un turismo muy nacional, con 21.527 visitantes españoles frente a 1242 extranjeros–. Grazalema, por su parte, supera su propia población si repartimos las visitas durante casi todo el año (septiembre se queda a las puertas), y lo mismo le ocurre a Zahara durante la mitad del año. Los vejeriegos también asumen durante seis meses, en ese reparto, mitad y media de su población. 

Evidentemente, en el impacto influye el tamaño de la ciudad: Chiclana, el tercer núcleo de población que más movimiento registró en 2023, con 684.643 visitantes, aguantaría el equivalente a dos tercios de su misma población durante todo el año. Poco más de un cuarto sería la afección que soporta Jerez, el municipio que más registros acumuló, 721.619.

El número que manejan los jerezanos es sólo algo inferior al de la segunda localidad en volumen de visitas, Cádiz capital que, con 717.349, aguantaría una suma de la mitad de su población en cómputo anual. Con cifras semejantes – aupadas por la condición de núcleos de peso de ambas ciudades– hay que recordar que Jerez superó el año pasado los 214.00 habitantes, mientras que Cádiz continuó su desplome hasta los 111.000.   

Esto es, por supuesto, en caso de distribuir el total de visitantes. Si miramos a la parte del león –el verano– la presión aumenta: en los meses estivales, los visitantes de Barbate doblan su población, pero es que los que acuden a Chipiona la quintuplican, al igual que los que llegan a Conil –de ellos, por cierto,menos de un quinto son extranjeros–. Sólo en turismo nacional, Rota triplica en visitas a sus habitantes en junio y agosto; Vejer casi cuadruplica su población pero es que Tarifa, sumando visitantes nacionales e internacionales, la multiplica por siete.  

No se puede pretender que nada de esto afecta al espacio en el que se desarrolla. “No demonizamos el turismo, queremos que deje riqueza y bienestar aquí –indica José Ignacio García–. Pero siempre hemos tenido una posición bastante sumisa con el turismo porque era nuestra gallina de los huevos de oro, y no podemos seguir obviando los efectos negativos, que alguno tendrá”. 

Lo que hay detrás de todo este pantagruélico tema es la cuestión de para qué sirve una ciudad. “La persona en una ciudad que ha sucumbido al impacto del turismo, o es consumidor, o es trabajador que no vive allí”, comenta García. 

“Parece que estamos locos por buscar inversores cuando lo que una ciudad necesita son habitantes –desarrolla Jesús Ruiz–. En Cádiz, hemos vivido una asfixia permanente durante estos años, con una pérdida de vecinos en caída acelerada, a lo que se sume una pirámide demográfica tremendamente envejecida, y lo que conlleva: se van cerrando líneas educativas, las viviendas se van encareciendo y son más escasas, hay especulación, con cada vez más viviendas que se construyen de un dormitorio...”

“Por otro lado –continúa–, la renta de locales en las zonas más demandadas también ha ido subiendo, lo que imposibilita su uso por el pequeño comercio: subes los alquileres porque esperas que lo que venga sea una franquicia. El 70% de la oferta de alojamiento gaditana reside en viviendas de uso turístico. En seis años, hemos perdido seis mil habitantes, pero han aumentado en doce mil las plazas dedicadas al turismo”.  

En una década, la ciudad de Cádiz ha perdido unos doce mil habitantes: poco más de mil por año. Correlación no implica causalidad, pero es inevitable sentir un pellizco al ver la cifra de plazas ofertadas oficialmente en las Viviendas de Uso Turístico: 11.573.

Para Jesús Ruiz, la forma de reconducir todo este inmenso tsunami es “hacer ruido”: “Si ven que un movimiento ciudadano sale a la calle, tomarán nota. El objetivo es que escuchen las medidas propuestas y terminen por ser conscientes de las preocupaciones de muchos ciudadanos. Habrá un momento, y espero que sea a corto plazo, en que se reaccionará”.  

Asamblea de la plataformar 'Cádiz resiste'. / Jesús Marín

Uno de los puntos que quieren dejar claro quienes señalan los puntos negros del turismo es que no van en contra del sector: “Somos muchos los que vivimos de él, directa o indirectamente –explica Ruiz–. Señalamos a un tipo de turismo invasor que está acarreando muchos problemas sociales: no vamos a hacer escraches a los turistas ni ir detrás de empresas, pero creemos que hay cuestiones urgentes, como la diversificación económica, una investigación sobre la sobrecarga turística que puede soportar un municipio o calcular si hacen falta o no más plazas hoteleras”. 

“Este debate implica un riesgo, y es el de ser interpretado como una pontificación entre funcionarios con buen salario o gente que no vive del turismo –reconoce el portavoz de Adelante Andalucía–. Hay que introducir esa variable porque, si no, es verdad que es un debate viciado. Tenemos a muchos miles de personas que se dedican al turismo, pero hay un malestar social”. 

HUEVOS DE ORO Y PIES DE BARRO

La gran paradoja del turismo es que hace que todo se encarezca, menos los sueldos: Hemos conformado un turismo que descansa en la precariedad, en la temporalidad, en la gente sin contrato, y eso lo sabe todo el mundo y es un tabú del que nadie quiere hablar: el turismo es rentable porque la gente está sin contrato –apunta García–. Nuestra gallina de los huevos de oro tiene los pies de barro”.  

“Tenemos que pensar, como sociedad, qué modelo de turismo necesitamos: si queremos un turismo de convivencia, hay que paralizar los pisos turísticos o incluso cerrarlos en determinadas zonas. Hay que garantizar que las rentas del turismo se queden donde se genera la riqueza, y entre quienes la generan: una solución sería que las grandes cadenas hoteleras pagasen sus impuestos en Andalucía, o tasar un impuesto extraordinario que de alguna forma beneficiara a los pequeños hoteles. Y vendría bien desenganchar a los pequeños operadores de las grandes plataformas”, desgrana José Ignacio García, que pone como ejemplo Conil Hospeda, una plataforma de reserva que funciona en cooperativa entre espacios hoteleros y de actividades de la localidad.  

Para García, habría que hacer una nueva legislación sobre vivienda que “regulara el precio del alquiler y lo garantizara en función de la renta media. Otra medida podría ser realizar un plan extraordinario en verano de inspecciones laborales, cuando no una reforma laboral específica”. La tasa turística se abre como un modo de revertir el impacto turístico en la economía de la ciudad –en servicios de saneamiento, basura, mantenimiento...– “En Cádiz, Sevilla y Málaga se está incidiendo en gravar el tema de la basura, también el IBI, porque al fin y al cabo tras esas viviendas, hay un lucro”, indica al respecto Jesús Ruiz. 

Uno de los puntos que saca al debate Andalucía no se vende es el “derecho al turismo” de los propios andaluces: Los números dicen que en torno a la mitad de los andaluces no pueden pillarse una semana de vacaciones: es posible desarrollar planes específicos, organizados, para solventar este agravio comparativo. Desde luego –concluye José Ignacio García–, para ser esa fuente de riqueza constante que nos cuentan, parece que los pueblos más ricos no son los que reciben más turistas, sino aquellos en los que sus habitantes pueden hacer turismo”. 

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