Un viaje con combustible humano
rodando el globo El proyecto que llevará a Shindo Salvo a recorrer el mundo en bicicleta
Su bicicleta y su propia fuerza física y mental serán las aliadas que ayudarán a Shindo Salvo a recorrer 55.000 kilómetros a pedales a través de los cinco continentes
El espíritu viajero le viene de nacimiento, y es que es un gaditano de esos que nacen donde les da la gana. En su carnet de identidad pone no sé qué de Asturias, pero él sólo se identifica con la tierra donde ha crecido y vivido hasta sus actuales 24 años; Cádiz. Y, por eso, será esta ciudad el punto de partida y llegada en su largo viaje.
A dos meses del inicio de su aventura sobre dos ruedas, Shindo Salvo no se amedrenta ante esta "locura". Está convencido de que éste es su destino. Algo que vió claro hace un año, cuando leyó un artículo sobre Álvaro Biciclown, un asturiano que lleva desde el 2001 viviendo en su bicicleta y realizando por el mundo espectáculos circenses de forma altruista. Esa mezcla, "bici más nómada", tomó todo el sentido para Shindo, ciclista experimentado y espíritu libre. "Sé que he nacido para algo así", asegura.
Desde entonces ha preparado concienzudamente el proyecto 'Rodando el Globo', que le llevará a recorrer unos 55.000 kilómetros a través de los cinco continentes, en un viaje que calcula durará de dos a tres años. Sin más medio de transporte que su bicicleta -excepto para cruzar los océanos- y sin más combustible que su propia fuerza. Física, cree que tiene la suficiente para soportarlo. Mental, al menos la suficiente para emprender este viaje. El resto que le haga falta confía en que ya la irá cogiendo sobre la marcha. No tiene pensado descansar más de dos o tres días -o una semana cuando el cuerpo lo exija-en ningún lugar. Aunque también sabe que esto es imprevisible. Tiene estudiado y calculado su viaje el primer año, hasta China. De ahí en adelante, todo será más improvisado. Todo dependerá de lo que vaya encontrando y viviendo por el camino.
Camino que prefiere recorrer en solitario, porque "es muy difícil congeniar con alguien durante tanto tiempo y en situaciones críticas". Así, él elige su viaje, su camino, y sólo tiene que ponerse de acuerdo consigo mismo. Aunque probablemente, un amigo le acompañe, al menos, hasta India.
Algunas personas cercanas, las que son más afines a sus ideas, le entienden además de apoyarle. Su madre, le apoya pero "al fin y al cabo es una madre, y se preocupa". Otros, le dicen que está loco. Y él comparte el que esto es una locura, pero de las que merece la pena cometer. Y de las que hay que afrontar, ante todo, siendo realista. Sabe que tiene que estar preparado para vivir cosas muy buenas, pero también cuenta con las malas, con las situaciones límite y con hechos que irán irremisiblemente unidos a vivir en una bici con todas sus pertenencias de viaje. "Sé que me robarán más de una vez", asume.
Aunque su casa será modesta, algo inevitable teniendo en cuenta que deberá cargar con ella. Cinco alforjas en los laterales de la bicicleta y una bolsa en el manillar serán las maletas de este viajero. ¿Contenido? Tres mudas de ropa. Tres pares de calzado, adaptables a las diferentes condiciones meteorológicas. Mucha, mucha agua. Y una pequeña potabilizadora para la que tenga que coger por el camino. Para poder cocinar en cualquier parte, un hornillo de gasolina. Para dormir y vivir a ratos, una tienda de campaña y un saco resistentes. Para asearse, una infalible y duradera pastilla de jabón lagarto y una ducha portátil. Así, de cincuenta a setenta kilos serán los que pese su bici- casa y con los que tendrá que cargar durante los 100 kilómetros diarios que tiene previsto pedalear.
Y poco más. Ya irá haciéndose con determinadas cosas según las necesidades. Aunque, eso sí, algo que no va a faltar va a ser una cámara compacta. Porque, para él, mucha parte de la esencia de esta experiencia, es compartirla. Implicar a los demás mostrándoles el mundo que se vaya encontrando por el camino, que "es muy distinto del que nos hacen ver por la televisión".
Por eso, Shindo irá actualizando su aventura sobre la marcha en su página web sirviéndose de los cibercafés que se vaya cruzando por el camino. "Incluso en casas de adobe en medio del desierto he visto un cartel de que había conexión, no tendré problema con eso" augura. Es lo más económico.
Y es que aunque Shindo asegura que "hay muchas formas de viajar, y se puede viajar casi sin dinero", ese 'casi' marca la necesidad. Para comer, sobre todo. Porque aunque sabe, por historias de otros viajeros, que encuentras muchas personas por el camino que te invitan a comer y morar en sus casas, no siempre tendrá esa suerte.
Por su parte, lleva ahorrando desde que se tomó en serio el proyecto. Pretende viajar con un presupuesto de cinco o seis euros diarios, pero a esto tendrá que añadirle las partidas más caras; atravesar los océanos -en barco o avión, lo más barato- y los tediosos visados.
Ayuda económica externa, de momento no ha conseguido demasiada. Sí algo más en material. Y, sobre todo, mucho apoyo en la tienda de El Puerto donde trabaja, Royal Bikes, donde ha montado su bici "a conciencia" teniendo en cuenta hasta el más mínimo detalle o futura necesidad. Como pequeña ayudita, ha encargado unas pulseras de la suerte que, vendiéndolas por la voluntad, distribuye a través de su web y en la mencionada tienda portuense.
Pero, por encima de todo, lo más importante para él es el espíritu con el que emprende esta hazaña. "Pedalear todo lo posible, y demostrar que con tu fuerza puedes llegar donde quieras".
Éste es su momento porque no tiene nada que le ate. Veinticuatro años, es ahora o nunca. Él es de los que creen que otra forma de vivir es posible, y que "uno puede quitarse la idea típica de que la vida perfecta incluye mujer, hijos, trabajo, casa y coche". Y burlar al carnet de identidad y ser de donde a uno le de la gana. Irse, volver. Y viajar. En todos sus sentidos.
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