“Pues yo de aquí no me voy a mover”

Una minoría de bañistas increpan a los nuevos vigilantes cuando estos les dan instrucciones

Algunos de ellos cuentan sus experiencias estos primeros días

Un grupo de vigilantes antes de empezar su trabajo, el pasado domingo en La Caleta.
Un grupo de vigilantes antes de empezar su trabajo, el pasado domingo en La Caleta. / Julio González
P.I./A.R./C.P.

22 de junio 2020 - 20:20

“La mayoría de la gente sigue las normas, pero siempre tiene que haber un listo”, se queja uno de los nuevos vigilantes del covid que han empezado a prestar servicios estos días en el litoral. En este caso, B.P. ha sido destinado a Valdelagrana y ahí ha tenido que escuchar de todo. “Con lo que más se meten es con lo de los sueldos esos que dijeron y que ni son esos sueldos ni nos han hecho ningún bien”, se lamenta. Ya no sólo es el insulto en la playa, que a veces se produce, aunque no muy a menudo, sino “todo lo que se está diciendo en las redes, cosas muy fuertes, que si enchufaos y esas cosas. En algunos momentos, es muy desagradable. Y, por supuesto, el dar una indicación y que te digan yo de aquí no me pienso mover, eso está a la orden del día”.

“Algunos no nos hacen ni caso, la gente pasa de nosotros –dice otra vigilante de Cádiz, que ha accedido al puesto después de llevar años en una bolsa de trabajo–. Sobre todo el domingo fue difícil, que había más gente. Y ahora con la calor, sin una mala sombrilla. Para que luego te vayan diciendo lo que te dicen del famoso sueldo”, confiesa.

En la playa de Camposoto, en San Fernando, los auxiliares de control de playa contratados por la Junta no han tenido, por lo general, grandes problemas con los bañistas en la semana que se llevan prestando sus servicios. Lo normal, dicen, es que la gente atienda las recomendaciones, especialmente en lo tocante al uso obligatorio de la mascarilla para entrar y salir de la playa, en los accesos y en el aparcamiento. No han llegado a registrar ningún incidente de relevancia en estos siete días que llevan en activo, en los que todavía la playa isleña no está a punto todavía y en los que la afluencia de bañistas no ha llegado a ser desmesurada. Eso sí, han tenido que lidiar con “algún borde” que ha pasado olímpicamente de las indicaciones y que, incluso, les ha llegado a recriminar a la cara el sueldo que cobran por su trabajo y que ha sido publicado en distintos medios. No ha sido nada que llegara a mayores, precisan, aunque lamentan dicha actitud.

En Chiclana es Protección Civil quien se encarga de la vigilancia. Dicen que no se ha producido “nada reseñable con respecto al comportamiento de los bañistas, muy educaditos ellos. Siempre están los golfillos pero han sido cosas puntuales y sin importancia”.

“Un 90% son educadísimos lo aceptan todo, gracias por informarme, ahora me quito de aquí o ahora dejo de jugar, pero un 10% no te hace ni caso, se ponen bajunos, te dicen no me pienso mover de aquí, esta es mi playa...”. María hace su trabajo de vigilancia en la playa de Costa Ballena, donde afirma que el nivel es alto por tratarse de grandes hoteles y buenos apartamentos, pero eso no impide que, de vez en cuando, se pongan bordes.

“El otro día una me dijo estás haciendo un trabajo inútil y yo le contesté pues pienso seguir haciéndolo todo el verano y pienso decírselo cada vez que la vea. A otro sevillano le tuve que decir no hace falta ser maleducado hablando. Pero ya te digo, de mandarnos muy lejos no”, continúa.

Recuerdan que ellos tienen orden de avisar a la policía en el caso de que un bañista se niegue repetidamente a seguir sus indicaciones de distanciamiento. Además, entre ellos suelen tener grupos de whatsapp con los encargados de las playas.

Otros piensan que debe de ser más difícil en las playas que son más de los locales porque “allí sí que piensan que las playas, de algún modo son de su propiedad y pueden hacer en ellas lo que siempre han hecho, aunque también es cierto que nosotros somos del pueblo y conocemos a mjucha gente, pero manejar a la gente de fuera es más fácil, por lo que he podido comprobar”, dice un vigilante que trabaja en Chipiona.

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