"Ahora me pago yo los reportajes"

Javier reverte. escritor y periodista

Curtido en el periodismo durante 30 años, es pesimista sobre la situación actual del oficio. Reverte visita Arcos para clausurar las jornadas sobre Julio Mariscal

Javier Reverte, sentado en la Capilla de la Misericordia, enclavada en el corazón monumental de Arcos.
Elisa Armario / Arcos

27 de noviembre 2009 - 05:00

Le dio por escribir epitafios después de coger la malaria en su aventura por el Amazonas que plasmó en su obra El río de la Desolación. Dice que estuvo tres años con tendencias depresivas. Pero se desquitó con otro viaje por Alaska y Canadá, que le ha regalado vitalidad. El escritor de El Corazón de Ulises y las trilogías sobre África y Centroamérica descubre en una visita a Arcos su parte más íntima recitando poemas de Trazas de polizón. LLega hasta la Sierra de la mano de su 'amigo hermano', el poeta arcense Antonio Hernández, para cerrar las jornadas literarias sobre el también poeta Julio Mariscal. A sus 65 años, y con 30 de oficio en el periodismo a sus espaldas, confiesa que no tiene cerrado en su vida el cupo de las sorpresas.

-Sus libros son grandes reportajes. ¿El periodismo ha aniquilado al reporterismo como género?

-El periodismo está muriendo en estos días porque ha matado al reporterismo. Es algo tan sencillo como ir a un sitio: ver, escuchar, olfatear y preguntar. Ahora no hay porque las empresas han decidido que no existen las historias. No sé que tipo de periodismo se está haciendo, pero está muriendo para las empresas, para el público y para los periodistas.

-¿A favor de quién?

-De la vanidad y de hacer una información sosa que no interesa porque Internet lo da todo al minuto. Los periódicos andan muy despistados.

- En su caso, ¿cruza la delgada línea entre la literatura y el periodismo por necesidad?

-Constantemente. Es inevitable en nuestro tiempo. La presencia de la realidad es tan abrumadora. Cada día más por la potencia que tiene la comunicación, por Internet. Decía Truman Capote que son dos brazos del mismo río. En el fondo, cuando escribo un libro de viajes, hay una enorme presencia del periodismo. He sido periodista durante muchos años. Ahora me pago yo mismo mis reportajes, por decirlo de algún modo.

-En sus libros da voz a los parias. ¿Viajar es tolerar?

-Te hace ser tolerante por fuerza al escuchar la voz ajena, la que no es tuya. Es dar voz al que no puede hablar. El reporterismo siempre ha sido eso. Dar voz a los sin voz. Precisamente, su grandeza está ahí.

- Sus alimentos son viajar, leer y escribir. ¿En qué orden?

- Mi pasión principal es escribir. De hecho, viajo para ello. Si no, no haría viajes. A mi no me interesan las piedras ni los monumentos. Hay suficientes en España para hartarme.

-¿Qué le parece ese turista de hoy, con cámara en ristre sin dejar ni un minuto de disparar, y con todas las guías del mundo acuesta para no perder puntada?

-No me parece mal. Lo importante es irte de casa. Cuando lo haces, es bueno vayas como vayas. Es abrirte a lo que sea. Es una aventura salir de tu entorno. Yo a cualquiera que lo haga lo acepto como viajero inmediatamente. Mi forma es otra. Pero respeto todas. España se ha hecho un país más abierto y tolerante desde que viaja. Cosas como el Imserso, que hay quien lo ridiculiza, me parece tremendamente noble. Da posibilidades a gente que no tiene medios para salir, para asomarse a otro mundo.

-Con El río de la desolación su amigo Antonio Hernández dice que casi terminan dándole los Santos Óleos por la malaria. Sin embargo, tras el libro El río de la luz, renace otro Javier Reverte.

-Casi me cuesta la vida ese viaje. El Trópico es vida pero también muerte. Todo nace y muere. Vi mucha miseria en el río Amazonas. Las gentes que habitan en las orillas viven en unas condiciones muy miserables. Para mí fue una experiencia desoladora. Y en cambio, en el viaje por el Yukon ves una naturaleza limpia, soberbia. Me fortalecí remando 13 días ese río. Me dio mucha vida en contraste con el Amazonas y mucha fuerza espiritual.

-¿Colaboró con un libro que se llamó El peor viaje de nuestras vidas. ¿Adónde no iría nunca?

-No volvería a Viena. Me parece un pastelón que no me interesa.

-¿Qué tiene la globalización de bueno?

-Que tenga todo el mundo derecho a móvil o nevera para tener fríos los alimentos. Lo negativo: el mundo se hace más aburrido.

-Ha hecho dos viajes a Ítaca, ¿Qué le da Ulises?

-Es el gran viajero por excelencia. El primero de la literatura. Es un hombre curioso, que es casi capaz, por esa curiosidad, de perderlo todo. Es el héroe que pone en primer término la inteligencia por delante del valor.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último