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Cine
Cádiz/El cineasta algecireño Alexis Morante, que el 13 de mayo estrena El universo de Óliver, protagonizaba hace unos días un "muy bonito reencuentro" con la Universidad de Cádiz con su participación en el programa de actividades de la Escuela de Cine, donde acudió con el malagueño Salva Reina, uno de los actores que participa en la primera película de ficción del director de los documentales Camarón: flamenco y revolución y Héroes: Silencio y rock and roll y de los premiados cortos Voltereta y Bla bla bla. "Fui de la primera promoción del ciclo de Publicidad y Relaciones Públicas y me siento muy orgulloso. De hecho, siempre vuelvo encantado a la Universidad y más si es para poder encontrarme con gente del sector. Ojalá hubiera existido la Escuela de Cine cuando yo empecé y que alguien me hubiera contado pues cómo se llega a este mundillo porque no siempre es fácil", explica el realizador que durante esta entrevista también ofrece algunas pistas de ese esperado El universo de Oliver, rodado en su tierra y que tanto tiene que ver con su infancia y primera juventud.
-...¿Y cómo se llega?
-(Ríe) Esa es la cuestión y es difícil de responder. Yo siempre digo que no hay un camino hecho para el cine porque no es una profesión normal. Decir quiero ser director de cine es como decir quiero ser futbolista, se tienen que dar muchos factores, así que lo mejor es hacerte tu propio camino pero al principio siempre lo mejor es estudiar. Estudiar es lo primero. Hay profesionales que sé que dicen que no es lo principal pero yo digo que sí, que hace falta y cuanto más estudies, mejor. En mi caso personal, si yo no hubiera sido licenciado no hubiera podido acceder a la beca Talentia y sin esa beca no me hubiera podido ir a Estados Unidos a hacer un master de cine, no hubiera podido vivir en Los Ángeles y empezar a trabajar. Así que lo primero es estudiar, tener los títulos y después hacer mucho y persistir. Esa es la otra gran clave, seguir y seguir.
-¿Pensó alguna vez que iba a ganar antes un Grammy Latino que un Goya?
-(Ríe) Pues la verdad nunca me imaginé nada de lo que me ha pasado, ni trabajar con artistas enormes, ni vivir en Nueva York ni en Los Ángeles pero, ni mucho menos, ganar un premio internacional tan importante como un Grammy, que es como un Oscar de la música. Es muy complicado hasta estar nominado, y lo he estado dos veces, pero ya ganarlo... Son cosas que ni imaginaba y que se escapan de las manos.
-Los trabajos con Alejandro Sanz, con Héroes del Silencio, los vídeos de Bunbury, el documental de Camarón... En su vida, ¿qué fue primero la pasión por la música o la pasión por el cine?
-La verdad es que tú lo has dicho, son dos pasiones. Yo siempre pienso que la adolescencia es la etapa que más te marca para toda la vida y en mi adolescencia en Algeciras tanto la música como el cine de esa época estaban permanentemente presentes. Yo estaba mucho con los amigos escuchando música, tuvimos hasta nuestra banda de rock en un garaje, íbamos un montón al cine, hacíamos las quinielas cuando eran los Goya y los Oscar... ¿Y sabes lo mejor? Que hoy día algunos de esos amigos como Raúl Santos o Miguel Ángel González trabajan conmigo. Pero de ahí, desde entonces, me viene la afición cultural, de esos finales de los 80 principios de los 90, y aunque tocaba, y todavía toco, la guitarra y el piano así como afición, cuando pensé en una vocación, en a lo que quería dedicar, siempre tuve claro que quería ser cineasta. Y, realmente, cuando llego a poder juntar esas dos pasiones es cuando estando en Los Ángeles conozco a Bunbury y empiezo a trabajar en ese formato que me gustaba que era el rock documental, el documental musical y empiezo a aplicarle todas las técnicas que estaba estudiando... A partir de ahí es cuando explota la cosa.
-La relación de Algeciras con la música es bastante interesante...
-Con la música y con el cine. Yo diría que con las artes, en general, tiene una relación muy fructífera. Y es que Algeciras es un lugar único en el mundo, no es que destace especialmente por su belleza, porque la han convertido en una ciudad industrial, pero está ubicada en un lugar muy especial, en el final de todo, o en el principio de todo, según como lo mires; en el cruce de todos los vientos, encrucijada de continentes, de culturas, la cercanía con Gibraltar, su asombrosa naturaleza... Es normal que Algeciras tenga algo especial y que de allí hayan salido personas especiales, el más universal de todos los artistas españoles, sin ir más lejos, Paco de Lucía, salió de La Bajadilla, y cuando alguien así sale de un barrio de un rincón del sur creo que piensas que ya no hay límites, que puedes hacer cualquier cosa. Además, afortunadamente, también estamos viviendo un momento muy bueno de artistas relacionados con el cine, Álvaro Morte, el profesor de La Casa de Papel, ¿no?, por poner el último ejemplo de algecireño con talento reconocido. Y todo esto es muy importante porque le estamos mandando un mensaje a nuestros jóvenes de que no hay que ponerse límites por vivir en un lugar apartado de los grandes centros. De hecho, esa idea es una de las tramas principales del documental de Héroes del Silencio con la que me sentía muy identificado. Cómo unos amigos de un lugar considerado entonces de provincias, como Zaragoza, en el sentido de que no es Madrid, hacen una banda de rock que se convierte en una de las más grandes de la historia de nuestro país, creando incluso todo un movimiento.
-Pero si hablamos de un trabajo con el que se identifique plenamente, evidentemente, sería El universo de Óliver, entiendo...
-Totalmente. Y así sentía que tenía que ser mi primera película de ficción, una película en la que contara algo importante para mí. El universo de Óliver somos nosotros. Mi amigo Miguel Ángel González, que es el escritor del libro en el que se basa la película, Raúl, yo... Es una película basada en nuestra propia infancia, personas que hemos crecido en esa etapa del paso de la infancia a la adolescencia en un lugar muy concreto en un momento muy concreto. Hijos de padres humildes, trabajadores, que crecían en un entorno donde la industria comenzaba a comerse a la naturaleza, donde había narcotráfico, donde había sus estrecheces, porque todo eso pasaba en Algeciras, pero donde eran felices, porque los niños siempre viven aparte de todo, siempre, bajo cualquier circunstancia, buscan la manera de vivir sus propias aventuras. Ese es el ambiente que nos tocó vivir, uno muy cinematográfico y con el que creo que se pueden sentir identificadas muchas personas porque El universo de Óliver es, al fin y al cabo, una carta de amor a nuestros padres y a nuestros abuelos que nos han hecho ser lo que somos.
-Dicen que trabajar en cine con niños es complicado. ¿Cómo ha sido para usted?
-Bueno, a mí no me resulta tan difícil y creo que es porque me considero muy niño, juego mucho a la hora de rodar, tengo un espíritu muy infantil (ríe) y ellos en el juego entran muy bien, se lo pasan muy bien. También es cierto que tengo bastante experiencia en trabajar con niños, con el corto Voltereta y, antes, para publicidad, he trabajado mucho con niños porque no se me daba mal. Así que he llegado, digamos, entrenado, a El universo de Óliver pero, de todas formas, el trabajo ha sido mucho más fácil porque hemos contado con una coach de niños impresionante, Isa Ramírez. Porque si trabajar con niños no es fácil, con tantos niños y en la época preadolescente, doblemente difícil porque se hicieron amigos, ya hacen travesuras..., y ahí el trabajo previo de Isa es formidable. Antes de rodar hicimos unos campamentos para que se hicieron amigos porque yo quería que fueran una pandilla, necesitaba eso.
-Daniel Guzmán decía que le costó encontrar al protagonista de 'A cambio de nada' porque se buscaba a él. ¿A usted le ha pasado con Óliver?
-Pues, es verdad, en cierta manera sí que estábamos buscándonos a nosotros pero también al espíritu ese de finales de los ochenta... Para encontrar a Óliver hice un casting bastante grande en Algeciras y la zona de Gibraltar, y de ahí salieron cuatro niños, dos de ellos sin ninguna experiencia previa en actuación pero es cierto que no tenía claro a Óliver porque era el protagonista y tenía un peso muy grande de actuación. Óliver lleva una carga emocional muy grande en la película y, además, yo buscaba ciertas características como timidez pero con una mirada que dejara entrever el futuro que iba a emprender, o algunos de los tics nerviosos que yo tenía de pequeño, pero que los hiciera de una forma natural, no forzada, así que era complicado. Y cuando ya estábamos con tres finalistas para el papel, apareció Rubén Fulgencio, que llegó al final del casting, e hizo una escena que nos dejó a todos boquiabiertos. Era una escena en la que tenía que llorar y lo hizo con un sentimiento que yo no había visto antes ni a un niño ni a un adulto. Era él, y ha sido maravilloso, como actor y como persona.
-Y rodar en casa ha sido...
-Maravilloso, fácil, emocionante. Imagínate, después de 12 años viviendo en Estados Unidos, después de rodar en muchos sitios, que tu prueba de fuego, tu primer largometraje, sea en casa ayuda muchísimo. Me he encontrado con el apoyo de las instituciones pero también de la gente, que te ponen facilidades, que se vuelcan en la figuración o en lo que necesites. Por ejemplo, para una escena necesitaba un camión abandonado, pues lo comenté y la gente de Algeciras se movilizó y me lo trajeron. Todo ha sido cariño y más cariño. Así que se lo queremos devolver con esta película, que se sientan reflejados en ella y, de hecho, estamos intentado hacer algo de cara al preestreno.
-¿Ha encontrado muchas diferencias con respecto a rodar uno de sus documentales o cortometrajes?
-Sí, bastantes. Con los cortos, que puede tener más parecido por ser de ficción, lo máximo que había rodado habían sido 4 días seguidos y con la película he estado más de 6 semanas, vamos, que llevaba cuatro días rodando y ya estaba cansadísimo (ríe). Para hacer una película hay que tener una predisposición muy grande, te tienes que olvidar completamente de tu vida y sólo vivir para eso, para ese universo, y nunca mejor dicho. Además, levantar una peli de ficción, económicamente hablando, también es muy complicado, hay que tener todo muy estudiado, no puede fallar nada. Y, en ese sentido, para mí ha sido la mayor diferencia con respecto a los documentales. Para un largometraje de ficción hay que prepararlo todo antes, todo tiene que estar bien planificado para después rodar en el mínimo tiempo posible e irte al montaje también con la peli muy hecha, y en los documentales es al revés, tienes un preguión pero es después, cuando ya has rodado muchas entrevistas y muchísimo material, cuando empiezas a hacer la película.
-Bueno, en la ficción también la sala de montaje es maravillosa. Ahí se hace magia...
-Sí, sí, totalmente cierto. El montaje tiene ese componente mágico, como has dicho. Y más si trabajas con José Manuel Moyano, el mejor montador de España, diría yo, que ha montado todas las pelis de Alberto Rodríguez, por ejemplo...
-Creo que es de Cádiz también, ¿no?
-Efectivamente, pero ha montado en Sevilla el estudio Antípoda y ahí hace labores de posproducción. Creo que hemos montado un tandem bastante bueno porque tenemos una forma de pensar parecida. En cierta manera, supongo que la tierra te marca de una manera o de otra. El Carnaval, el humor... Oliver es muy gaditano, ¿eh? Está el acento pero también la carga gaditana para meterse unos con otros (ríe).
-El estreno es ahora en mayo, ¿verdad?
-Sí, ya está ahí, estamos con una campaña grande para la peli porque tenemos, afortunadamente, detrás a Televisión Española y a Filmax. El 13 mayo será su estreno comercial aunque previamente la presentamos en el Festival de Ibiza (22 de abril) y luego tenemos preestrenos importantes en Madrid, el que te comentaba en Algeciras y queremos hacer algo especial también en Cádiz pero todavía lo estamos moviendo, no te puedo confirmar.
-Antes ha mencionado al Carnaval y, se me ocurre, ¿no se ha planteado hacer un documental musical sobre el Carnaval como los que usted hace? Sería un pelotazo...
-Pues me encantaría porque yo soy muy fan del carnaval. De hecho, te diría que a la altura de lo que ha hecho Camarón sólo está ahora mismo Juan Carlos Aragón. Y aunque sé que ya se han hecho documentales, sí que es verdad que es un personaje que me atrae mucho porque me encanta su rebeldía, su forma de afrontar la vida y la muerte pero, también, porque creo que es el personaje perfecto para vehicular todo un documental sobre el Carnaval. Sí es de los protagonistas que me gustan, contra el sistema, con una muerte prematura e impactante, con ese funeral con la gente espontáneamente cantando en la calle. A ver si más adelante pudiéramos hacer algo...
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