Amor del bueno
La Canalla estrena en el Gran Teatro Falla algunos de los temas de ‘Amor en crisis’, su próximo disco
¡Baja pa bajo, Paraíso, que esto es amor del bueno! Avancen por los pasillos y tomen un lugar privilegiado en la despedida, que los últimos serán los primeros en el reino de La Canalla donde la propina llevaba condición. Que gallinero tome la sala es el voto a cumplir para que los músicos firmen con su niña de fuego dos horas de idilio con besos nuevos y viejos. El trato no tarda en cerrase y el patio de butacas queda tomado, animado y transformado en un fin de fiesta con el sello inconfundible del atípico proyecto comandado por el algecireño Antonio Romera Chipi, el de fulminar las fronteras, desdibujar los márgenes, fundir, fundirse, músico y público, versos y música, música y música... Amor en crisis nos dijeron los cachondos éstos de La Canalla... Amor en crisis... ¿Qué no es esto sino amor del bueno?
Amor del bueno en la juerga final que culmina en el foyer del Falla, con el cantante/contante clavando “pendón y bandera” en los corazones que suenan al ritmo que marca el contrabajo de José López y se balancean entre las notas del acordeón de Julián Sánchez, trompetista y virtuoso multinstrumentista que toca hasta la bocina. Amor del bueno en la cariñosa entrada, con el respetable volcado desde que el primer rizo loco de Chipi se vislumbrara en escena. Amor del bueno, sí señor, que ilumina cada canción del que será el tercer disco de La Canalla, Amor en crisis, que saldrá a la luz en enero y que anoche, antes de su definitivo alumbramiento físico, se estrenó en el Gran Teatro Falla y se puso a la venta en una edición especial. Un detallito de amor del bueno con su gente. Amor del bueno, al final, con ese “¡y viva Cai, carajo!” amasado tan desde dentro y vociferado sin tipismo ni impostura.
Porque nada es impostado en La Canalla pero, ojo, tampoco nada es casual. A estas alturas, no es cuestión de venir a contarles quiénes son estos alquimistas que trasmutan, sin transmutarse, lo exquisito en popular, lo popular en exquisito. Ya lo saben, ya los conocen, cómo caminan desde el jazz avistando la copla, parando a descansar en la bossa, tropezando con el tango y cayendo en el blues.
Un camino, que continúan en esta tercera apuesta con canciones oscuras, de sones negros, como Camino del olvido, un velatorio de cantina, o alegres y revolucionarias, emulando el espíritu mariachi, con Fulano Martín García, o tan sorprendentes –“esta canción no es agradable pero es necesaria”– como Construcción y deconstrucción del amor, una balada que se ensucia y se descompone pretendidamente, acertadamente, para contar una historia de amor fallida en tres actos.
Y es que los vestidos musicales de estas canciones están hechos a la medida de la palabra, gran protagonista vestida –“vamos a evadirnos juntos a un paraíso de esos donde el cariño es impuesto si se declara el amor” (...) “esta noche no hay euribor que hipoteque un corazón” (...) “superávit del amor si esta noche tú me tocas” (...) entre otras genialidades del bolero que da título al disco– pero también desnuda en los labios Chipi que sin despeinarse –ejem– pasa de la ocurrencia de los problemas de una pareja de calcetines “bajunos de raqueta” en la que se mete por medio un estirado calcetín ejecutivo, a una reflexión de calado sobre la necesidad del cambio de lenguaje en el amor, instando a mejorar el “hasta que la muerte nos separe” por el más adecuado “hasta que la vida nos separe”.
Porque el amor es el leitmotiv de la noche, del nuevo disco de La Canalla, pero también de unos excelentes músicos –Antonio Romera Chipi, Javier Galiana, José López, Julián Sánchez, José Benítez y Vicky Luna– que aman profundamente lo que hacen. Unos músicos que no se olvidan de Enganchaíta de mi vida, de La loba, de Canasto y algodón (maravillosa Vicky), de El infinito universo y, cómo no, en una noche donde manda el amor, del y himno Tes quiero may lof.
¡Si es que son para quererlos!
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