Antonio Serrano Cueto transforma en papel 'El baile de los silenos'

El escritor reúne en 'Papeles secundarios' una selección de textos de su blog El libro forma parte de la Colección Álogos de La isla de Siltolá

El escritor Antonio Serrano Cueto.
El escritor Antonio Serrano Cueto.
Pilar Vera Cádiz

13 de enero 2014 - 05:00

Antonio Serrano Cueto publicó la primera entrada de El baile de los silenos en abril de 2008. Una experiencia que inició con cierto escepticismo, convencido de que con el tiempo terminaría abandonando, y que decidió utilizar, entre otras cosas, como campo de experimentación literaria: "Aunque hace años que escribía, me había dedicado a hacerlo principalmente en el mundo universitario -explica el autor-, así que se me ocurrió que esta podía ser una puerta a la experimentación, y empecé a escribir textos con cierta timidez y recelo, para medir también la opinión de los lectores. Y terminé reconociendo en los comentarios a lectores cualificados, escritores como Antonio Rivero Taravillo, o críticos como Fernando Valls, con los que he terminado desarrollando una relación de amistad".

Así, El baile de los silenos terminó siendo no sólo un espacio de creación sino de "grandes alegrías", a nivel personal y editorial. Papeles secundarios, el título que publica ahora dentro del proyecto Colección Álogos de La Isla de Siltolá, recupera el nombre, de hecho, de una de las primeras etiquetas que Serrano Cueto utilizó en la página, y que reunía "aquellos escritos de ficción que creía podían tener un mínimo valor literario".

De esta forma, en El baile de los silenos, Antonio Serrano Cueto terminó experimentando con géneros como la poesía o el microrelato, unos géneros en los que luego seguiría trabajando, como prueban títulos como No quieras ver el páramo o Fuera pijamas.

En la colección seleccionada para Papeles secundarios no sólo encontramos temas literarios, sino también "apuntes diversos, estampas, descripciones, impresiones de viajes o incluso un par de artículos que publiqué hace años como tribunas de opinión", indica. En muchos de ellos, abunda la huella clásica en tema y espíritu: algo que el propio autor considera inevitable, por formación académica -actualmente, por ejemplo, imparte el máster en Tradición Clásica en la Literatura Española de la UCA-. Una característica, además, que reivindica: "Para un filólogo, la formación clásica resulta riquísima, es algo de lo que terminas estando muy agradecido -comenta-. Yo leo a Goethe o Flaubert y los veo con otra mirada, porque veo en ellos el sustrato clásico".

Para Serrano Cueto, Papeles secundarios es sobre todo una manera de acercar el blog a quien lo desconoce u ofrecer al que ya es asiduo la posibilidad de leer entradas sueltas: "Para quienes seguimos teniendo todavía un cierto gusto por el papel, en teoría este es más perdurable, aunque sepamos que si un libro no se lee, está muerto -desarrolla el autor-. También creo que todos los que tenemos blogs tememos un fundido digital, que un día todo eso se pierda... Yo, de hecho, copio aparte las entradas que me gustan mucho".

Respecto a la vigencia de los blogs, Serrano Cueto apunta que, frente a las redes sociales, la bitácora "se presta a una reflexión más pausada, son lecturas escogidas, frente a la lectura rápida y la superabundancia de información de las otras -reflexiona-. Las redes sociales pueden estar perjudicando o tal vez, beneficiando, a los blogs, que vivieron un boom hace unos años y ahora están paralizados, muchos de ellos, en gran medida porque la gente se mueve más en otros sitios. Puede que vayan quedando los de más calidad, o tal vez no, quién sabe. En cualquier caso, es un filtro".

Sobre la cacofonía de Internet habla también Serrano Cueto respecto al microcuento, que tiene en las nuevas plataformas un medio ideal de cultivo -y al que el escritor ha dedicado varios textos El baile de los silenos-: "Por su proliferación en Internet, se ha criticado mucho que cualquiera escribe microrelatos. Pero ocurre que antes los escritores mediocres no eran visibles, y ahora sí lo son -reflexiona-. Dentro de este mundo del microrelato yo echo en falta calidad formal, que es lo mínimo que se puede pedir a cualquier texto literario, y muchas veces, la banalización como, igualmente, también puede ocurrir en la poesía o en la novela: un microrelato no puede ser cualquier cosa. Tiene que haber narración, aunque no tenga las tres fases clásicas, no limitarse al aforismo o la descripción paisajística, no es ni siquiera una ocurrencia o un chiste (ni siquiera lo es el del famoso dinosaurio de Monterroso), sino una parcela mínima de la realidad que se coge en un momento determinado y se ve desde otro punto de vista. Características como la intertextualidad o el final sorpresivo son opciones, no constantes. Si uno lee textos de José María Merino o de Olgoso o Ana María Shua, ve de qué estamos hablando".

stats