Archivo Provincial de Cádiz: una historia en medio de grandes historias
Día Internacional de los Archivos
La entidad ubicada en la Casa de las Cadenas celebra el Día de los Archivos con una ilustrativa y didáctica visita teatralizada que revela el origen del edificio
Nada se descubre, desde luego, si se afirma que un archivo custodia grandes historias, relatos que hunden sus raíces en los siglos y que son protagonizados por personajes relevantes pero, también, por un sinfín de personas anónimas que con sus vidas, con su actos y decisiones reflejadas en cualquier documento, contribuyeron de alguna manera a forjar ese pasado a veces desconocido que ayudó a construir el presente. En el Día Internacional de los Archivos, fijado para dar protagonismo a una institución tan fundamental para descubrir qué ha pasado antes de nuestra época actual, el Archivo Histórico Provincial ha podido recuperar, tras el paréntesis pandémico de 2020, las visitas teatralizadas con las que se explican para qué sirve un archivo, qué custodia y la forma, pública y gratuita, de acceder a sus documentos y legajos, que en el caso de Cádiz ocuparían casi 18 kilómetros de extensión. Pero el teatro sirve también para rescatar la historia de la casa, la de una Casa de las Cadenas y sus ocupantes a quien una lluvia y la procesión del Corpus cambiaron su rumbo futuro. Es la gran historia de la casa que salvaguarda otras grandes historias.
Los actores son Javier Benítez, en el papel de archivero, y José Luis Urbano, que encarna a Diego Barrios de la Rosa y Soto, el potentado comerciante portugués que a finales del siglo XVII era el propietario del edificio. Ambos son los encargados de recibir al grupo de 20 personas que accede a cada visita guiada y teatralizada, tres en total a lo largo de la jornada de hoy. Y los actores hacen viajar en el tiempo con su teatralización: 3 de junio de 1692, cuando la procesión del Corpus pasa por la calle Cristóbal Colón (por entonces conocida como Juan de Andas o calle del Negro) y le sobreviene una fuerte lluvia. "Cristiano viejo" como era Diego Barrios, y posiblemente convenido por la circunstancia, el dueño ofreció el oratorio de su casa para que se refugiara de la lluvia el Santísimo Sacramento.
Aquello cambió la vida del comerciante portugués, con dos hijos y 14 criados a su servicio, y el destino de su edificio. Considerado aquel hecho como una especie de providencia divina, Diego Barrios compró las dos fincas adyacentes, ampliando considerablemente su estancia, construyó la imponente fachada que se conserva actualmente, con mármol de Carrara sin reparar en gastos, y levantó una torre mirador. Para rematar su proyecto, pidió al Rey, el 'hechizado' y temeroso Carlos II en aquel momento, colocar en la fachada dos grandes columnas enlazadas por unas cadenas, símbolo por entonces de que en aquella casa, en su interior, se gozaba de inmunidad ante la justicia. Todo gracias, cosas de la época, a la providencial y divina visita del Sacramentado, que ayudó a la concesión de aquellas prerrogativas.
Una lápida escrita en latín, situada sobre el portal de entrada y bajo el monumental balcón, recuerda aquella historia que los actores hicieron accesible, y en muchas ocasiones irónica y humorística, para las personas que lograron entrar en el limitado cupo de estas visitas guiadas.
Con el tiempo, con el transcurrir de los siglos, este edificio ha sido muchas cosas: casa de vecinos, almacén de farmacia, colegio de religiosas, convento de sacerdotes, hotel..., hasta que en 1980 la Junta de Andalucía adquiere la finca completa para restaurarla y que años después, sobre 1987, se convirtiera en la sede del Archivo Histórico Provincial.
El tiempo pasado, el de Diego Barrios, y el actual, el del diligente archivero que interactúa con él durante la visita, acaban mezclándose en la desesperada búsqueda de un antiguo documento por parte del comerciante: una carta de hidalguía concedida por el rey de Portugal Pedro II. La búsqueda se convierte en la excusa perfecta para recorrer todas las dependencias del Archivo, desde su patio, hasta la escalera coronada por una espléndida y blanquecina cúpula decorada con motivos eucarísticos, las salas de consulta, los almacenes..., y también en la excusa para explicar cómo funciona el Archivo y la sencilla forma de acceder a sus históricos contenidos, que pueden ser consultados, por ejemplo, por un escritor, un historiador, por un investigador profesional y, de igual forma, por cualquier persona en cuyo afán se encuentre el deseo de conocer las raíces de su apellido, la historia de un edificio o la historia de su propia familia.
Precisamente ese carácter público y abierto de los Archivos, como servicio a la ciudadanía, fueron las características que más destacaron ante la prensa la delegada del Gobierno de la Junta de Andalucía, Ana Mestre, y el director del Archivo Histórico de Cádiz, Santiago Saborido, que estuvieron presentes en el recorrido teatralizado junto a la delegada territorial de Cultura, Mercedes Colombo.
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