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El Archivo muestra el cancionero provincial de la Sección Femenina

El documento destacado de este mes de enero ofrece un amplio y atractivo muestrario de las canciones y danzas que, de manera controlada, formaron el mapa sonoro de la posguerra

1. Grupo folclórico femenino. 2. Boceto de traje típico gaditano. 3. Modelo de ficha que servía para la recogida de datos sobre cada canción, un informe obligatorio que expedía la llamada Regiduría Central de Cultura de Falange. La de la imagen corresponde a la canción 'La bamba', de 1960 y recogida en Algodonales.
Redacción Cádiz

14 de enero 2016 - 05:00

El Archivo Histórico Provincial de Cádiz dedica este mes el primer documento destacado de 2016 al folklore popular de la posguerra española, en concreto al cancionero provincial difundido por la Sección Femenina y coordinado por la llamada Regiduría Central de Cultura, un órgano de la Sección Femenina controlado por Falange. En enero, el Archivo muestra al público parte de un fondo documental que abarca desde los años 40 hasta la década de los 70 del pasado siglo, con fichas de canciones, informes oficiales de cada pieza, información sobre los estudios realizados acerca del folklore provincial, un listado de canciones típicas y populares y fotografías de los grupos de danza de la Sección Femenina.

Existían en la posguerra unas directrices generales para la recogida de datos en toda España que se dictaban desde la Regiduría de Cultura de la Sección Femenina. Debían de reunir las manifestaciones folklóricas propias de su provincia y recogerlas en su propio ambiente. Aunque había algunos criterios objetivos para la recogida de datos, ésta dependía también de la voluntad de las delegadas provinciales y locales, lo que hacía que hubiese desigualdad en la recogida de datos entre unas provincias y otras. Además, esto se sumaba a la escasa dotación presupuestaria y por consiguiente de personal, que a veces se suplía con el apoyo de las cátedras ambulantes y de voluntarias. En algunas provincias se contó con aportaciones económicas particulares, sobre todo en aquellas en las que el tema nacionalista estaba más presente, lo que aumentó la desigualdad entre las provincias.

En una primera fase las delegadas locales debían recoger información de las manifestaciones folklóricas de cada pueblo y trasladarlas a las regidoras provinciales. Luego se trasladaba un equipo de dos o tres personas a la localidad para recoger todo tipo de datos de la danza, villancico o canción. Una de estas personas era una profesora de música que debía recoger los ritmos y hacer la partitura. Finalmente, el equipo cumplimentaba unas fichas que respondían a un modelo normalizado a nivel nacional. La ficha se mandaba acompañada de la partitura, la letra y el boceto del traje típico si fuese necesario.

En los pueblos se solían recoger los testimonios orales de los más ancianos de oído, hasta que en los años 60 y 70 llegaron los magnetofones. Redactadas las fichas, se mandaban a la Regiduría Central de Cultura quedándose una copia en la provincia.

Los concursos oficiales organizados en sus fases provincial, regional y nacional fueron un acicate para la recopilación del folklore, ya que los grupos tenían que preparar un repertorio de piezas para participar en ellos.

Sobre el rigor de la investigación, según se informa desde el Archivo, una vez hecho el trabajo de campo la documentación se enviaba a la Regiduría Central de Madrid, donde se contaba con el asesoramiento del maestro Rafael Benedito y de García Matos. También en algunas provincias se contó en determinado momento con el asesoramiento de personas de contrastada formación musical o expertos en folklore.

Siguiendo las directrices de la Regiduría Central de Cultura, la Delegación Provincial de Cádiz asumió la tarea de recoger el acervo cultural de las distintas localidades de la provincia. Para ello se recopilaron danzas, canciones y villancicos, siguiendo la manera de agrupar las piezas como nos ha llegado a nosotros. Para las danzas se recopilaba la información con respecto a su origen, vigencia y la manera de ejecutarla, entre otros aspectos. Se recopilaba la música, que en la mayoría de las ocasiones era necesario trasladar al pentagrama, los pasos a ejecutar y la indumentaria con la que se interpretaba. Esto dio a lugar a que se empezara a recoger el traje típico de cada localidad.

La ficha, además, añadía papel pautado donde se anotaba la letra y la música. En el periodo de recogida de los datos que nos han llegado, desde los años 40 hasta finales de los 70, se fueron encuadernando fichas y formando volúmenes con la intención posiblemente de editarlos algún día.

Por otro lado, en la Delegación Provincial se contó con el asesoramiento de expertos en folklore. También se contó con expertos en música, que eran quienes armonizaban las piezas: entre otros estaban María Luisa Quirell, Vicente Sarasa y el maestro Escobar.

El Archivo muestra en sus documentos de este mes un amplio listado de canciones típicas y populares recogidas en la provincia de Cádiz en el citado periodo, con su título y la localidad a la que pertenece, y también un anexo, fechado en 1979, con una relación de personas que habían realizado algún estudio sobre el folklore de la provincia. Los nombres citados son Juan de la Plata, Antonio Murciano, Fernando Quiñones, Carlos Murciano, Domingo Manfredi, Venancio González, Luis Benítez Carrasco, José María Pemán, Augusto Conte Lacave, Rafael Parodi, Miguel Martínez del Cerro y Jesús de las Cuevas.

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