Ayarra, un concierto memorable
José Enrique Ayarra Jarne. Canónigo-organista titular de la S.M. y P.I. Catedral de Sevilla. Programa: Marcha Virgen del Valle de V.G. Zarzuela; Coral Ich ruf zu dir, Herr Jesu Christ de J.S. Bach; Coral Wer nur den lieben Goltt… de J.S. Bach; Marcha Nuestro Padre Jesús de las Penas de A. Pantión; Gavota del concierto nº 3 de G.F. áendel; Choeur des voix humaines de L. Lefebvre Wely; Marcha Nuestro Padre Jesús (el Abuelo) de E. Cebrián; Saeta nº 4 de E.G.Torres; Oración de E.G. Torres; Marcha Coronación de la Macarena de P. Braña. Lugar: Iglesia conventual del carmen. San Fernando. Aforo: Completo.
No suele haber muchas ocasiones en La Isla para poder escuchar un concierto de órgano en su lugar idóneo, es decir en una iglesia de dimensiones adecuadas y con un órgano en buen estado de mantenimiento. La ocasión del pasado jueves por la noche fue una de ellas, pero además revistió un carácter excepcional, por la figura del concertista: José Enrique Ayarra, además de canónigo y licenciado en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca, acumula un increíble currículum, desde que, a sus 11 años de edad, obtuviera la diplomatura de piano por el Conservatorio de Zaragoza. Concertista en un sinfín de catedrales de todo el mundo, en salas de concierto de renombre mundial y en universidades, ha efectuado multitud de grabaciones radiofónicas y de televisión. Entre sus grabaciones discográficas hay varias integrales de órgano, y dos muy especiales: 500 años de música de órgano en la Catedral de Sevilla y Aires barrocos en el órgano de los Venerables. Ayarra es catedrático de órgano, y actualmente ocupa la plaza de organista titular de la Catedral de Sevilla desde el año 1961.
Tras la presentación a cargo del musicólogo Paco Mesa, con la Iglesia del Carmen llena de público, y con un buen trabajo de realización audiovisual que permitió al público ver en directo imágenes de la Iglesia del Carmen y del organista mientras ejecutaba el programa, el concierto comenzó con la breve marcha procesional Virgen del Valle de V.G. Zarzuela. Tras esta introducción, se fue desarrollando con un planteamiento estupendo, tanto por su encuadre, que lo situó en lo que debe ser un concierto de cuaresma, como por la calidad de las obras que se interpretaron.
Dos corales de J.S Bach siguieron a la marcha inicial, y en ellas pudimos apreciar lo que ya se anunciaba en el programa y en la invitación, es decir, la maestría y brillantez de José Enrique Ayarra, con sus pies y manos arrancando toda una impresionante gama de sonidos y registros a los 1.281 tubos del órgano de la Iglesia del Carmen, un órgano romántico de dos teclados y pedales de la casa Dourtes de Bilbao, construido en los años 50, y que pese a su buen estado de mantenimiento actual (gracias al trabajo de M. Cosano), se me antoja que se le quedó pequeño a este impresionante concertista que es Ayarra.
El concierto, en su intención de intercalar música sacra con marchas procesionales, continuó con la Marcha Nuestro Padre Jesús de las Penas de A. Pantión, la Gavota del concierto nº 3 de Häendel y Choeur des Voix humaines de Lefebvre-Wely. Probablemente la interpretación de la marcha procesional Nuestro Padre Jesús(el Abuelo), fue la mejor acogida por el numeroso público asistente, y con razón, ya que estamos en cuaresma, y la pieza es de gran belleza. La recta final del programa la constituyeron la Saeta nº 4 y la Oración de E.G. Torres y la marcha Coronación de la Macarena.
Aún sonarían tres piezas más entre las barrocas paredes de este entrañable y cálido templo que es la Iglesia del Carmen. La primera, y en realidad la propina del concierto: La Marcha Funeral de L.W. Beethoven, y para cerrar la Salve Marinera y el Himno Nacional.
Dicen que la perfección no existe aquí en la tierra, pero les puedo asegurar que el concierto se interpretó en el lugar adecuado, el día adecuado y por la persona adecuada. El público, autoridades y representantes de cofradías incluidos, creo que así lo entendió, a juzgar por el prolongado aplauso, puesto en pie, con que recompensaron al maestro Ayarra.
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