‘La Bestia’, Premio Planeta 2021, una historia de amor en pandemia fraguada a seis manos
Diario de los libros | grupo joly -grupo HLA
Dos tercios de Carmen Mola desvelan en Cádiz cómo tres guionistas desconocidos para el gran público concibieron en pleno confinamiento la novela que conquistó el más deseado galardón literario del país
Cádiz/Dos tercios de ese trío de autores que hasta ganar el Premio Planeta 2021 permanecía cómodamente camuflado tras el polémico seudónimo de Carmen Mola desvelaron ayer por la tarde en Cádiz muchas de las claves de cómo se comenzó a fraguar en pleno confinamiento de la pandemia de Covid-19 La Bestia. Un thriller decimomónico que es también una historia de amor y de aventuras con tintes dickensianos ambientada en el convulso Madrid de 1834, castigado por una epidemia de cólera y un trágico suceso, la matanza de 80 frailes en una sola tarde y la posterior quema de conventos e iglesias, donde una niña pobre valía menos que una gallina.
Lamentando la ausencia de Antonio Mercero, que se tuvo que quedar en el hotel precisamente por un inoportuno brote vírico, Jorge Díaz y Agustín Martínez explicaron a un salón repleto de público, ayer todavía con mascarillas, algunas de las herramientas secretas de un taller de guionistas que ha sido capaz de hacerse con el premio literario más deseado de todo el país. También relataron la excéntrica y cómica situación que vivieron durante la cena de la entrega del galardón, cuando todavía no se sabía quién era aquel Sergio López, seudónimo a su vez de una Carmen Mola que nadie adivinaba encarnada por dos tipos con barba y uno sin ella.
Lo hicieron en una nueva sesión en Andalucía de Diario de Los Libros, una iniciativa del Grupo Joly, compañía editora de Diario de Cádiz, impulsada por Antonio Lao, director de Diario de Almería. El encuentro con Carmen Mola se celebró en el Espacio de Creación Contemporánea (ECCO) bajo el patrocinio del Grupo Hospitalario HLA-Asisa y estuvo conducido por Antonio Lao y el periodista de Diario de Cádiz, Pedro Espinosa.
Después de unas palabras de bienvenida por parte de Pedro Espinosa a los responsables de “uno de los fenómenos literarios más grandes del panorama español de los últimos tiempos”, intervino el doctor Francisco Javier Rodríguez Moragues, consejero y delegado de Asisa-HLA en Cádiz, quien ensalzó el valor de la cultura, el arte y de cualquier proceso creativo en el mantenimiento de una salud mental y emocional cada vez más castigada por las exigencias de una sociedad tan acelerada como la nuestra. El doctor agradeció a los autores su contribución al fomento de la lectura, con unas historias que son “una medicina preventiva para curar nuestra salud”.
Antonio Lao pidió a los autores que definieran a su criatura:“La Bestia es una novela de amor, un poco extraña, pero los que la habéis leído sabéis que es una historia de amor”, dijo sin dudarlo Jorge Díaz. “Carmen Mola quiso ver si éramos capaces de hacer algo más, de abrir, de tratar de otra manera un género empezando con un retrato del Madrid del siglo XIX. Y acabó saliéndonos una mezcla de géneros. La Bestia es un thriller histórico, pero también una novela picaresca, de aventuras, que tiene unos protagonistas físicos, pero también morales, y una ciudad que está por encima de todo. Y hay unas partes que, son de Agustín, que son de terror, de cuento gótico, con un punto macabro... Antonio y yo queríamos hacer una novela de amor pero él no nos dejó”.
No tardó en contradecirle su compañero: “La gente suele creer que tenemos una especie de roles especializados, pero esto no es verdad. Todo lo hacemos todos. Así que Jorge también es responsable de la parte macabra. De hecho, las únicas páginas censuradas en la historia de Carmen Mola son obra suya, porque ni nosotros nos atrevimos a pasarlas a la editorial”.
“La Bestia –aclaró Martínez– tiene un contenido de violencia ya desde el arranque, en el que un perro mordisquea la cabeza de una niña. Pero lo más violento no es eso, sino que hay una violencia soterrada por debajo de la ciudad hacia los más pobres: una ciudad donde a nadie le importa que se estén muriendo, que vivan detrás de una cerca que no pueden cruzar, muriéndose de hambre de sed y de enfermedades. Esa es la gran violencia de La Bestia. Ese desprecio a los más débiles”.
Jorge volvió a incidir en lo mismo: “Pero a pesar de todo es una novela positiva. No deja de ser una historia dickensiana de una niña pobre a la que le ha desaparecido su hermana y la busca. Es una niña pobre del siglo XIX, en una época en que alguien así valía menos que una gallina, porque la gallina, a fin de cuentas, daba huevos. Y tiene que ir buscando colaboradores que la ayuden. Por eso es también una novela de aventuras, que no solo ocurren en las islas de los mares del Sur, sino también entre las calles de la ciudad, en las alcantarillas, en los patios de las iglesias... Al final de La Bestia, la sensación es que una ciudad, aunque esté al límite, siempre se puede reponer y salir adelante”.
Antonio Lao puso de manifiesto los paralelismos del escenario epidémico del relato con los de la pandemia del siglo XXI: en varios capítulos hay confinamientos de gente sana, que luego se restringen a de los más enfermos, se habla de la construcción de un nuevo hospital en el antiguo saladero de tocinos, un médico enseña cómo se usa un paño a modo de mascarilla, hay teorías variopintas sobre la propagación del cólera y supuestas soluciones médicas en las que los doctores no se ponen de acuerdo.
“La historia de La Bestia nace cuando estábamos confinados y nos reuníamos por vídeoconferencia para escribir la cuarta entrega de la inspectora Elena Blanco”, explica Agustín Martínez. “Pero nos dio un poco de vértigo porque no sabíamos cómo iba ser el presente, una investigación policial, los interrogatorios... Todo podía cambiar y quedarse viejo... Optamos por el thriller histórico en el XIX porque fue un siglo muy convulso y quizá poco explotado en la literatura. Pero lo que en realidad nos lleva a La Bestia es la matanza de frailes de 1834, un suceso en el que el pueblo de Madrid se levanta de repente en un ataque de ira, irrumpe en los conventos y mata a 80 frailes en una sola una tarde, quema los conventos y destruye las sepulturas... ¿Qué estaba pasando en Madrid? Y empiezas a investigar y empiezan a surgir todos esos paralelismos con la pandemia... Si tuvimos la sensación de que esto no había pasado nunca, te das cuenta de que muchas cosas se parecen mucho”.
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