Cádiz es Macondo con más talento

Jornada Cádiz inventado en la Fundación Cajasol

El productor Álvaro Ariza, la actriz y dramaturga Ana López Segovia y el director y guionista Jota Linares se reúnen en el ‘Cádiz inventado’ de la Fundación Cajasol

El productor Álvaro Ariza, la actriz y dramaturga Ana López Segovia y el director y guionista Jota Linares, en la Fundación Cajasol.
El productor Álvaro Ariza, la actriz y dramaturga Ana López Segovia y el director y guionista Jota Linares, en la Fundación Cajasol. / Jesús Marín

Cádiz/Del material con el que se hacen los sueños, de él están hechas las películas, y, quizás, con un retalito perdido de alguna de ellas hizo a Cádiz el Gran Director. Del material con el que se hacen los sueños se hacen las películas, se escriben los libros, se pintan las obras de artes y se dibuja un Cádiz inventado no menos mágico que aquel Macondo que ideara García Márquez porque, al fin y al cabo, Cádiz es la obra de muchos autores, la creación colectiva de los hijos de esta tierra. Con tres de ellos, con tres talentos de la provincia ligados al cine –el productor barbateño Álvaro Ariza, la actriz y dramaturga gaditana Ana López Segovia y el director de Algodonales Jota Linares– se alimenta la segunda de las jornadas de Cádiz en el tiempo que organiza la Fundación Cajasol. Cádiz inventado, se titula...Cádiz inventado Como si no fuera una redundancia.

“Es que Cádiz es puro realismo mágico. No me digan: ha saltado el levante, voy a poner una lavadora, esas asociaciones de ideas no se hacen en cualquier lugar...”, se le ocurre al alma mater de Las Niñas de Cádiz mientras Ariza y Linares celebran el golpe a mandíbula batiente. Un gran final, un the end casi, casi, a la altura del bueno, nadie es perfecto –sí, exagero– para una reunión en la que se puso sobre las mesa no sólo las bondades de una provincia “con una luz perfecta para rodar”, como le dicen a Jota Linares sus colegas en Madrid, o donde “pongas la cámara donde la pongas es hermosa”, como reconoce el productor, sino en la que principalmente se habló de los éxitos de los tres protagonistas de la tarde y del “largo” y “complicado” camino para llegar a él.

Linares y Ariza nos trasladaron al último invierno donde nevó con avaricia en Madrid. El de 2009. El invierno en el que llegaron a la capital persiguiendo su vocación. López Segovia nos llevaba al mismo lugar unos cuantos años antes y como la escuela de Juan Carlos Corazza fue “el útero” que la protegió de la hostilidad inicial que la capital puede despertar para un recién llegado. Se habló de pisos compartidos, de noes que te hacen echar lágrimas en las almohadas de noche y síes que te impulsan de un bote a la luna. Se habló –con el periodista Pedro Espinosa espoleando los recuerdos, conduciendo el presente y proyectando a futuro– de “lo que cuesta” pero que la renuncia nunca se coló en el vocabulario. La actriz lo cuenta como Chéjov (“cuando pienso en mi vocación no le tengo miedo a nada”), el productor con un eslogan americano (“no te canses de perseguir tu sueño”) y el director con la perspectiva del tiempo (“es una profesión muy cabrona pero que te da la oportunidad de contar las cosas que te importan”).

Del tiempo... Todo lleva tiempo. Porque del videoclub de su madre en Barbate a producir la serie Perdóname señor o película La casa del caracol (“que se preestrenará en Cádiz muy pronto”) van para Ariza diez años que son una vida; al igual que para Linares de su Algodonales natal o la Facultad en Málaga hasta Animales sin collar o ¿A quién te llevarías a una isla desierta? (o incluso la nueva película que va a comenzar a rodar y que supone “algo más grande” de lo que ha hecho hasta ahora); o del guiñol por los pueblos y el grupo de teatro universitario al premio Max para su último espectáculo o participar en el último proyecto de Alejandro Amenábar, para Ana López Segovia. Tiempo... “Y humildad y paciencia”. Que es un paso procesional y el mejor de los consejos que puede dar esta mesa a próximos soñadores.

De la cara y de la cruz del cine, de Madrid como oportunidad, de Cádiz como marca, de echar de menos, de tener un lugar donde volver y de que, ojalá, alguna vez, se convierta en el lugar en el que todos se quisieran quedar, se habló en este Cádiz inventado por un productor, una actriz y un director (y con la banda sonora de la exquisita Paula Bilá, chiclanera, para más) que haciendo realidad sus sueños nos ayudan, al resto, a soñar.

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