La Casa del Obispo, casi ocho años cerrada y un plan sin cumplir
Patrimonio a la espera
Cádiz es una ciudad colmada de maravillas históricas que aguardan un futuro mejor y este enclave arqueológico es uno de los grandes referentes de esta nueva sección que analizará el patrimonio gaditano que sigue a la espera
La Casa del Obispo cumple en diciembre ocho años cerrada. Todas las capas de historia que se concentran en este espacio privilegiado seguirán a oscuras. Restos de nuestro pasado fenicio, romano de época republicana, medieval, así como retazos del siglo XVI y XVII permanecen a la espera de un proyecto que lo devuelva al circuito turístico de la ciudad y que el equipo de gobierno presentó hace un año a este medio, pero para el que no hay presupuesto.
La iniciativa incluye la reforma básica de pasarelas, techos, sistema eléctrico, paredes y la unión con Entre Catedrales para sacarla a licitación. Se dijo entonces que la delegación de Urbanismo tenía pendiente la redacción del proyecto que se llevaría a cabo antes de poner el caramelo en las manos de una nueva concesionaria, pues incluso tenía pretendientes, comentó el concejal Paco Cano. Pero no hay dinero, porque el que hay para reparar el costoso patrimonio se ha destinado expresamente al proyecto de la realidad inmersiva en el Torreón de las Puertas de Tierra, así como al de la recuperación de las bóvedas de San Carlos, según fuentes municipales.
Esta es la realidad de este enclave que tuvo la mala suerte de enconarse primero en una larga disputa entre Ayuntamiento y la concesionaria durante siete años, y una vez recuperado, con una lista de preferencias que lo ha relegado a puestos inferiores, por lo que difícilmente verá la luz.
Un frente patrimonial mal vendido
El cierre de este equipamiento histórico deja mella en el frontal al mar que integran Teatro Romano, Catedral y Casa del Obispo. Una milla que debería ser de oro para el turismo cultural, pero que aún no lo es, a la espera también de que se acometa en el teatro de Gades la reordenación urbana y la adecuación de accesos por el campo del sur que lo haría mucho más vistoso para el visitante.
El cierre de la Casa del Obispo también se refleja en el aspecto bastante descuidado de los bajos de Entre Catedrales. Siempre hay algún despistado que curiosea y se percata de que a través del cerramiento de cristales sucios se expone la reproducción de los dos sarcófagos del Museo, entre otros restos arqueológicos que están por descubrir, y que formaba parte de la tercera fase de la Casa del Obispo. Ya más cercano al propio yacimiento se observan los desperdicios que siempre aparecen y los típicos restos de maleza crecida, por no contar por enésima vez que los ventanales que unen el mirador de Campo Baeza con la Casa del Obispo están rotos.
Pero por dentro, que es lo verdaderamente interesante, no está tan mal la cosa. Los restos arqueológicos estaban bien, corroboraba el arqueólogo municipal José María Gener un año atrás, no tanto las propias instalaciones, totalmente destrozadas en algunos tramos del yacimiento.
Entre los destrozos se enumeran techos de escayolas totalmente derrumbados -en su día se achacó a posibles filtraciones-, además de contar con zonas desprovistas de barandas de seguridad, paneles informativos lumínicos arrancados, abiertos o destrozados y cableado suelto. Añadía que serían necesarias labores puramente de limpieza, que tendría que realizarse con aspiradores industriales, así como las de mantenimiento propias de cualquier yacimiento arqueológico. Pero había que plasmarlas al papel, dotar de presupuesto y ejecutar. Pasan los años y no hay manera de ver la luz al final del laberíntico yacimiento arqueológico, al que le tocará esperar otro rato más.
Una costosa actuación
El área de Patrimonio del Ayuntamiento de Cádiz prometió asumir el coste del ambicioso proyecto, a tenor de la unión de Patrimonio Municipal y Patrimonio Histórico. Aún sigue sin presupuestar, ni parece que vaya a ocurrir, aunque sí se avanzó que sería costoso. En septiembre del pasado año no se fijó ninguna fecha, ni tampoco hay una nueva en el horizonte, al estar todavía pendiente de la redacción, presentación del proyecto y licitación. Quizás sería el momento de asumir esta realidad y de plantearse sacarlo a licitación sin afrontar el proyecto de adecuación. Dejarlo tal cual y con un pliego que claramente favorezca a la nueva gerencia. Cualquier iniciativa que lo devuelva a la vida será mejor que nada.
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