La Cava, único tablao de Cádiz, lleva cerrada ocho meses

Coronavirus | Flamenco

Emilio González, gerente del local sin actividad desde el estado de alarma, no puede permitirse abrir sin turismo y con restricciones horarias

Uno de los espectáculos flamencos de La Cava.
Uno de los espectáculos flamencos de La Cava. / Miguel Ángel Mateos

Cádiz/Fue durante la celebración del pasado Día del Turismo cuando las redes se volvieron locas con una preciosa campaña en la que diferentes artistas flamencos, entre ellos el bailaor gaditano Eduardo Guerrero y la cantaora sanluqueña María Mezcle, bailaban en un vacío Museo del Prado en un apreciado guiño del sector con la asociación de Tablaos de Flamenco Madrid que vivía, y vive, uno de sus peores momentos. Una situación que, a veces olvidamos, también vive en Cádiz La Cava, el único tablao flamenco de la capital.

“Pues el día 13 de marzo teníamos un espectáculo cerrado para 60 personas y lo suspendimos y, desde entonces, lo único que hemos hecho es devolver las entradas que teníamos vendidas de otros espectáculos y cancelar. Llevamos cerrados 8 meses, sin ningún tipo de ayuda ni nada parecido, y cada vez se hace más difícil la situación”, explica Emilio González, gerente del espacio que abrió en diciembre de 1999, con lo que este año, al cumplirse los 20 años a final de año, “íbamos a celebrar el 20 aniversario pero, vamos, aparte de que no se puede, creo que es que se han quitado las ganas de todo...”

Y es que, primero, por el confinamiento –como todos los establecimientos y todas las casas de España– y, después, debido a las medidas para frenar la emergencia sanitaria como la prohibición de celebrar fiestas, el distanciamiento social, el recorte de aforos y el control de movilidad que ha supuesto la caída del turismo, a La Cava no le sale a cuenta abrir las puertas.

“Abrir para un 8 o un 10% del negocio no nos merece la pena. Así que ahí estamos, aguantando, sin ninguna ayuda, e intentando resistir hasta marzo o abril y deseando que llegue la vacuna o una solución... Con mucha incertidumbre, así lo estoy viviendo...”, lamenta González que recuerda que “lo primero que hizo el Gobierno fue cerrar los puertos” y “un 60%” del negocio de La Cava depende “de los cruceros”. “Y con las fronteras cerradas y los número de la pandemia...”

El público en el interior de La Cava.
El público en el interior de La Cava.

Así, La Cava, explica el empresario, tiene, “digamos, dos partes de negocio”. La parte nocturna, que en temporada baja ocupaba 3 días en semana (normalmente martes, jueves y sábado) y seis días en temporada alta (que va de mayo a septiembre). “Esos espectáculos se celebraban bajo reserva pero que incluso se podían hacer el mismo día”, explica González que también, como segunda parte del negocio, habla “del tema de los cruceros”, pues con ellos, a través de los diferentes touroperadores, preparaban espectáculos cerrados a la hora acordada con estos intermediarios para facilitar la experiencia a los cruceristas.

Así, con el cierre de La Cava no sólo la economía de Emilio González se ha visto afectada. También la de sus trabajadores, los de sala y los artistas. “Pues aquí tenemos a 6 trabajadores con contratos fijos discontinuos, y, después, los artistas, que normalmente son unos 10”, enumera el gerente de La Cava donde suelen trabajar flamencos como Selu de Cádiz, Jesús El Canastero, Miguel Heredia, el guitarrista Alejando Mendoza que lleva “once años” en la casa... “Normalmente tenemos dos o tres cantaores, dos o tres guitarristas y 6 u 8 bailaores que van rotando durante el año. Todos ellos gente de Cádiz y la provincia”, explica.

“Al menos, lo único que pedimos, como el resto de hostelería es que las instituciones sean sensibles a esta situación porque puede ser insostenible para muchos negocios, los tablaos de toda España, por ejemplo, estamos pasando por lo mismo”, cuenta González que, sin embargo, agradece que, “dentro de lo negativo, una parte muy dura de los gastos, como es el alquiler del local, el dueño ha aceptado que le pague la mitad, aunque el resto de gastos está ahí y sin poder ingresar nada... Pues esto ya empieza a convertirse en una montaña”, advierte el empresario que intentará resistir “todo lo que pueda”.

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