"Cierta incorrección es más que necesaria"

enrique montiel de arnáiz. escritor

Su última novela, 'A la velocidad de la noche', se presenta hoy en el Edificio Andrés Segovia en compañía de Montero Glez

El abogado y escritor isleño, Enrique Montiel.
El abogado y escritor isleño, Enrique Montiel. / Julio González

Cádiz/-'A la velocidad de la noche' es una novela negra (así está clasificada), pero no a todo el mundo se lo parece.

-Creo que sería más bien una novela de intriga, pero que está fuera de lo ortodoxo en el género negro. El estilo fluctúa dependiendo de cada personaje, que no es algo muy común: tampoco me planteé que tuviera que seguir ningún prototipo y me gustaba más esa sensación de velocidad que dan los múltiples registros. Es cañera, violenta, sardónica... un poco pulp, como la portada.

-Tampoco hay un protagonista prototípico, ni pensado para hacer saga,

-La historia da opción de continuación, porque dejo algunos hilos sueltos a propósito... Pero el detective, desde luego, no es un detective al uso: derrotado, perdedor... En el proceso de creación de los personajes, sin embargo, sí que he disfrutado muchísimo, y me han resultado muy atractivos, lo suficiente para que pudieran dar otra vuelta de tuerca.

-El cambio de voz constante en una primera novela es algo inusual.

-Es que hay muchas historias detrás. Tengo incluso una primera novela de juventud, que releo y aún me gusta pero con la que ya no me identifico, como es natural... Un par a medio camino, y otra en proceso de documentación. Pero, en medio de todas ellas, me saltó este hecho real de negligencia policial (un falso ahorcamiento) que me llamó la atención lo suficiente como para montar la historia. En sí, como narración, sería un relato largo... Pero las distintas voces, que son las que dan aliento, fueron tirando de mí... Y lo definitivo fue releer Pedro Páramo: "Por aquí he de seguir". Tampoco me planteé el tipo de género, que estuviera de moda o no, o que hubiera muchas novelas gaditanas de género negro. Para mí, es sólo una novela, más allá de su etiquetaje.

-Inevitablemente, hay muchas referencias cercanas, biográficas. Por ejemplo, el mundo de la abogacía.

-Inevitablemente.

-"Un buen abogado en un traje chungo posee menos autoridad que el que viste una americana de mil euros".

-Es una frase muy cierta, que yo mismo uso en el día a día, desgraciadamente. Está establecido que el abogado tenga que serlo y que parecerlo. Hay grandes abogados que pasan de la parafernalia, pero al potencial cliente se le abren los ojos cuando ve al abogado impecable. Entra dentro del juego de confianza que se establece con el cliente. Es así, al menos, la primera impresión.

-Otro detalle biográfico es el amor -y digo amor- por el baloncesto.

-Es un deporte sobre el que se escribe muy poco para toda la fidelidad que reúne a su alrededor. Yo llevo diez años diciendo que lo dejo... Los que lo practicamos o seguimos pensamos que es más noble, y también más duro, que el fútbol. Que tiene menos "maldad criminal". Es muy difícil, también, ver un escándalo entre aficionados en la grada. Y es un deporte en el que el esfuerzo y el tesón te recompensan: ahí tienes a jugadores increíbles, como Mookie Blaylock o Spubb Webb, bajitos para el baloncesto.

-Y hay muchísimos guiños, cercanos y lejanos, con los nombres. Ese Pinochet de los personajes oscuros.

-Quería un símil muy potente con el lado oscuro. En la UE, la menor inmigración la representan los chilenos, así que lo vi claramente.

-Con lo políticamente correcto, en guerra siempre.

-En los artículos y fuera de ellos. Para hacer lo mismo que todo el mundo, yo tengo claro que mejor que no lo hagas. Me gusta mover las conciencias, que haya debate. Todo lo que estamos generando a cuenta de lo políticamente correcto me toca la moral. La novela, además, creo que requería esa incorrección. No voy a ir de Bukowski por la vida, pero cierta incorrección es más que necesaria.

-Las conspiranoias, ¿nos gustan porque son románticas y dan juego? ¿ O dan aún más juego en la realidad?

-La realidad supera la ficción, siempre. Puedes estar pensando algo completamente rocambolesco, que es falso, y la realidad ser aún peor. Si la gente supiera que muchas de las cosas que se escriben son verdad, muchos se morían...

-La adaptación de la Policía a los nuevos tiempos en la Transición se toca tangencialmente en la novela. ¿Crees que hemos hecho un buen recorrido o que aún quedan muchas polillas en el armario?

-Yo soy un gran defensor de los Cuerpos de Seguridad, aunque no se acuerden de ellos nada más que cuando llueve o cuando protestan porque están mal pagados. Siempre hay ovejas negras, claro, y a los escritores las ovejas negras nos gustan más. Pero creo que nuestra Transición fue un proceso muy bien llevado, aunque ahora haya gente que parezca tener la necesidad de matar al padre y, en el afán, le disparamos a los ojos. ¿Que hay cosas que mejorar? Indudablemente. Tenemos una Constitución muy rígida. La figura del rey emérito está ahora mismo en sus horas más bajas; hay molt honorables que ya no lo son... se nos ha caído mucha mitología de la época. Pero que todos se pusieran de acuerdo para crear una Constitución que zanjara de una vez la dictadura fue meritorio. El que eche abajo todo ese trabajo merecería retrotraerse en el tiempo hasta esa época.

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