Concierto Alejandro Sanz: "Si mañana se acaba el mundo, no importa, hoy estuvimos en Cádiz"
Verano 2022
El músico cumplió en la noche del viernes con la primera de sus dos citas en una ciudad que esperaba un concierto de su ídolo desde hace nueve años
Algo más de dos horas de música en las que contó con el cantante Dani Martín como invitado en 'Desde cuándo' y con un saludo especial para el carnavalero Antonio Martín, que estaba entre el público
"Me han dicho que el amarillo", se señala el atuendo, traje de chaqueta color sol, por si algún despistado no se percata de que está jugando en casa, y aún parapetado tras unas oscuras gafas de sol, le atisbamos la sonrisa con los ojos. Así se ha presentado Alejandro Sanz a su "madre", a "un sentimiento", a su "paraíso", escojan ustedes cualquiera de las muchas definiciones con las que el músico ha descrito a su Cádiz en la primera de sus citas, largamente acariciadas, con la ciudad.
Y es que Alejandro Sanz ya es tan gaditano, que cuando le da por asomarse por esta tierra, salta hasta el levante. Así ocurrió hace nueve años en el Estadio Ramón de Carranza donde se tuvieron que desinstalar las pantallas que flanqueaban el escenario, obstáculo que, afortunadamente, no se tuvo que salvar este viernes, en el primero de los dos conciertos que el Hijo Adoptivo de Cádiz tenía apalabrados desde hace dos años en el renombrado Nuevo Mirandilla. Distintos nombres de un estadio para, al fin, jugar en casa. Y lo dicho, de amarillo hasta la médula.
Dos horas de partido envuelto en estos aires gaditanos que son los que le van, los que le inspiran. Porque Cádiz No es lo mismo, como reza en el primer tema que canta tras la introducción musical de un concierto que empezó con 20 minutos de retraso pero que estuvo arropado por miles de gargantas, miles de brazos que se alzan como queriendo alcanzar a su ídolo que se deja querer entre sonrisas y dedicatorias -"y ahora, ¿qué hago yo, Cádiz"-, miles de voces que corean cada estribillo, mejor, cada estrofa. Porque a los conciertos de Sanz, llegados a una edad, ya no se va a escuchar, se acude a cantar.
Que se lo digan, si no, a las seguidoras que desde hace una semana han hecho guardia en la puerta del campo de fútbol para conseguir el mejor lugar que les permitía sus localidades. O a las cientos de personas que calientan motores, y sangre, en los alrededores del enclave unas horas antes de que Alejandro Sanz cantara aquello de Lo que fui es lo que soy, Mi marciana o Mares de miel. Canciones del siglo XX y del siglo XXI que Sanz interpreta con la misma calidez e idéntica huella personal, así pasen los años que lo separan de aquel arrebatador y talentoso adolescente que en 1991 debutara en el Teatro Andalucía de Cádiz.
Alejandro eterno, suspendido en el tiempo, cosiendo la banda sonora de muchas vidas que celebran con euforia la cariñosa amenaza -"Cádiz, ¿a que te beso?"- que da paso a Deja que te bese o la entrada todavía en el amanecer del concierto, de Dani Martín, único artista invitado de la noche, con quien Alejandro entona Desde cuándo.
Al exEl canto del loco lo nombró Alejandro un gaditano más, al músico y "a todos los que habéis venido de fuera, hoy todos sois gaditanos". "Si mañana se acaba el mundo, no importa, hoy estuvimos en Cádiz", nos rompe el artista antes de continuar con su cancionero.
Un repertorio que el intérprete y compositor sigue engordando a día de hoy con nuevos discos pero que –“a los mecenas hay que tenerlos contentos”, que dice el gran Miguel Ríos– se apoya en gran parte en los éxitos de toda la vida, en los himnos de su carrera. Que no son pocos.
Así, fue deshojándose en momentos más íntimos como ese ¿Lo ves? al piano, en una de las propinas de la noche, o a solas con su guitarra en una versión hermosamente desnuda de Viviendo deprisa, pero que se conjugaban con los aires flamencos de Regálame la silla y El alma al aire, que, a su vez, rimaban a la perfección con baladas de gama alta como Cuando nadie me ve -que engarzaba con la más reciente Iba- o La fuerza del corazón.
No había descanso para la emoción, apenas tampoco para la garganta de Sanz, que nos llegaba nítida, auténtica, y cuidadosamente realzada por una banda de once músicos que tuvieron siempre un momento para brillar en conjunto y en solitario en una noche que también ha sido una carta de amor.
Y es que Sanz tuvo la habilidad de transformar cada canción en una misiva personal para su Cádiz. Así lo hizo con Looking for paradise que, descubría, era este sur con el que ha soñado toda la vida. "Desde chiquitito, desde que tengo uso de razón y de emoción, Cádiz ha sido mi paraíso". Por eso su familia, "mis tíos, mis primos, mi mujer, mis hijos" no se perdieron su encuentro con esta tierra.
A todos ellos y "a todo el arte que ha dado esta ciudad" dedica Alejandro el concierto del viernes en Cádiz. "Y a los carnavales, que me hacen reír y llorar al mismo tiempo, no hay nada en el mundo que me provoque más emoción que el Carnaval", confiesa justo antes de otear entre los miles de asistentes donde puede estar sentado uno de sus amigos copleros. "Por allí tiene que andar mi amigo Antonio Martín, patrimonio de esta ciudad", señala la tribuna baja del Nuevo Mirandilla, mientras que el veterano carnavalero se levanta de su localidad y se descubre en señal de respeto y agradecimiento.
Aplauso atronador que se va apagando cuando la maquinaria musical se pone de nuevo en marcha. Cuando nadie me ve, Mi persona favorita, Labana, Hoy que no estás, los antipáticos popurrís (antipáticos porque tiene tela cortar Amiga mía, Mi soledad y yo o Si fuera ella...) hacen avanzar una noche que se hace "corta, corta, muy corta" para, casi sin darnos cuenta, bailar Corazón partío.
"¡Alejandro, Alejandro!", corea el público entre misivas de cariño de ida y vuelta. "No me hagáis llorar, no me seáis cabrones, que no sabéis lo que he soñado con esta noche", se confesaba el de Moratalaz que muere en el Mentidero y que se va despidiendo con Ese último momento...
¿No? ¿Sí? Parece que los músicos hacen un apunte musical de Te canto un son, el último tema que Alejandro Sanz ha escrito mentando a Cádiz. Oh, vaya, sólo es una quimera, un ambiente musical para la explosión de confetis y el saludo final. Así que no hubo un soy de Cádiz te canto un son, ni la perfecta Cai, ni pasodoble de comparsa al piano... Pero sí hubo un gran concierto, un buen concierto, aunque a los más chovinistas nos dejara con el corazón un poquito partío.
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