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Arquitectura I Congreso Hispano Cubano
Coincidiendo con el 25 aniversario de la declaratoria del Centro Histórico de la Habana y de su sistema de fortificaciones como Patrimonio Cultural de la Humanidad se ha celebrado en dicha ciudad el Primer Congreso Hispano Cubano de Arquitectura y Urbanismo -Vínculos Hispano Cubanos en la Arquitectura y el Urbanismo- durante los pasados días del 10 al 12 de diciembre del 2007. El encuentro, que contaba además de un taller pre-congreso, días 6-7, tres exposiciones y otros actos periféricos, partía de una iniciativa y organización de la Oficina del Historiador de La Habana y del Colegio de Arquitectos de Cádiz con la colaboración de la Embajada de España y la Junta de Andalucía y a la que se unían distintos invitados de Institutos, Facultades y Oficinas de Conservación de Cuba -Santiago, Camaguey, Trinidad, Cienfuegos y Baracoa-, y Escuelas de Arquitectura y Universidades españolas, Madrid, Barcelona, Sevilla y Cádiz, así como el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España.
Los protagonistas fueron un nutrido grupo de trabajo, entre organización y participantes, ampliamente superior a la centena, entre los que destacaban los titulados, en algunos casos últimos cursos, en arquitectura e ingeniería, historiadores, técnicos y responsables políticos en una dinámica de ponencias y debates, reflexiones e intercambio de ideas entre iguales pero, a su vez, desde prácticas y ópticas muy distintas.
Condicionado por el escenario, tan potente desde el punto de vista plástico como de pulso vital, la ciudad de La Habana determinaba el contenido de los talleres. Bajo el título genérico de La Bahía y su entorno construido se articularon cuatro grupos de trabajo de una quincena de integrantes más profesores responsables y oyentes. El urbanista gaditano Manuel González Fustegueras, director de distintos planes generales de ordenamiento urbano, Marbella y Sevilla, entre otros, y su equipo con una resolución espectacular, presentación, textos y planos, se ocupó del puerto y dependencias portuarias, desechando lo antiguo, recuperando el litoral y el olor a mar y poniéndolo en contacto con el interior, núcleos tradicionales, e incorporando nuevos espacios y usos, parques logísticos y tecnológicos sin olvidar áreas residenciales, a través de una fluida y mejorada red de transporte y comunicaciones.
El arquitecto cubano José Antonio Choy con otro grupo reorganizaba el asentamiento de Regla, al otro lado de la bahía y donde junto al poblado del mismo nombre se incluían otras dependencias de carácter industrial, caso de unos astilleros y refinería de petróleo. El resanado del borde, muy degradado y contaminado, y la recuperación de las instalaciones industriales para usos urbanos y sociales se compaginaban con unas visiones plásticas y coloristas muy acordes con el paisaje y paisanaje.
También al otro lado y a la entrada de la bahía, el lugar de Casablanca fue reivindicado por el veterano arquitecto cubano Mario Coyula, a su vez también profesor principal de los talleres, quien aportó además de su conocimiento y experiencia, el reordenamiento de un espacio maravilloso con bordes al Atlántico y a la bahía, salpicado de legendarias fortificaciones, El Morro y El Cabaña, zonas verdes y distintos niveles o alturas.
Finalmente, un último espacio, situado en el centro de la bahía y prolongándose desde el puerto hacia el interior urbano, Atares-Tallafigo, es estudiado por el grupo encabezado por el catedrático de la Escuela de Arquitectura madrileña y miembro del Estudio Frechilla & López-Peláez Javier Frechilla. El resultado será un concienzudo análisis del territorio al que despojan de lo obsoleto e inútil, fábricas, almacenes y otros, para proponer soluciones audaces, bulevares abiertos y muelles flotantes, espacios de ocio y residenciales y una renovación de las comunicaciones.
Los trabajos de los talleres, que se prolongaron al mismo sábado 8 y días del Congreso, y a los que habrá que prestar mayor atención cuando las actas y conclusiones se publiquen fueron presentados el último día 12 por la tarde en una apretada y densa intervención.
Quizás de menor intensidad pero más abiertas y variadas fueron las jornadas propiamente del Congreso. Inauguradas por el Embajador de España y el Historiador de La Habana y un visión panorámica de la Bahía de Cádiz del arquitecto Julio Malo de Molina se dio paso a un amplio registro de intervenciones tanto de ponentes y como de conferenciantes. Las constantes formales y espirituales de las arquitecturas de los dos lados del Atlántico, las herencias e interferencias y su debate estético, el estudio concreto y material de los elementos y arquitecturas singulares existentes, tanto en Cuba como en España, los programas e intervenciones posteriores aplicadas, y otros tantos asuntos fueron desgranándose y dando contenido y cuerpo científico al evento. A destacar las intervenciones de los profesores cubanos Felicia Chateloin, Juan de las Cuevas, Carlos Venegas, Daniel Taboada y Mario Coyula, y de los españoles Carlos Sambricio, José Mellado, Francisco Márquez y Francisco Gómez.
El debate posterior a las distintas sesiones abría nuevamente brecha en los asistentes quedando siempre la sensación de la carestía del tiempo y de la prodigalidad de la controversia. Como en el caso de los talleres se hace necesario la publicación y lectura de las aportaciones para su menor dimensión y entendimiento.
En el mismo lugar en el que se desarrollaron Talleres y Congreso, el rehabilitado Convento de San Francisco de Asís, en La Habana Vieja, junto a la Aduana y el puerto, monumental y taciturno escenario, se desarrollaron dos de las exposiciones: Muestra de libros andaluces de arquitectura y Arquitectura contemporánea en la provincia de Cádiz, ambas inauguradas el martes 11. La tercera La Habana Vieja. Una experiencia singular de rehabilitación se realizo el día anterior en el vestíbulo del edificio que alberga la Maqueta de la Ciudad de La Habana, réplica reciente de su análoga gaditana, de mayor tamaño y detalle pero de menor delicadeza.
Un último acto en el templo de la casa profesa franciscana marcó la despedida y cierre de las actividades. El concierto de cámara con la voz solista de Luiba María Hevia quien en su sentimiento volvió a hermanar, y de manera definitiva, las dos orillas del Atlántico.
Es por ello que este esfuerzo, ya conseguido, no puede quedar sin consecuencias y así debe tenido por los organizadores. Su continuidad, un segundo y siguientes, quizás en un marco más amplio, más y otras instituciones, aprovechando coincidencias y afinidades con el advenimiento del Centenario del 12, con una estudiada periodicidad, en Cádiz o en otro lugar de Cuba, sea Santiago o Trinidad u otra, con líneas de trabajo determinadas, de antemano o en su curso, etc.
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