La Coral UCA anuncia la primavera con Haydn

Concierto

Con la dirección de Pérez Madueño, el conjunto vocal y la Orquesta Álvarez Beigbeder interpretaron en el Teatro Falla ‘Las Siete Palabras’

La Sinfonía nº7 de Schubert se incluyó en la primera parte de un programa muy completo

Un momento del concierto celebrado el sábado en el Gran Teatro Falla.
Un momento del concierto celebrado el sábado en el Gran Teatro Falla. / DC
Ángel Guisado

07 de marzo 2022 - 06:00

El pasado sábado se pudo volver a disfrutar de un nuevo evento del Proyecto UCA de la Coral de la Universidad de Cádiz acompañado por la Orquesta Álvarez Beigbeder y dirigido por Juan Manuel Pérez Madueño. Dos grandes obras conformaban el programa: la sinfonía nº 7 de Franz Schubert (conocida como La inacabada y Las Siete últimas Palabras de nuestro Salvador en la cruz de Franz Joseph Haydn (en su versión oratorio coral).

La oferta era sumamente atractiva y de alto nivel musical para adentrarnos en una primavera que pudiese gustar al público que está imbuido por la recién estrenada Cuaresma o para todo aquel interesado en la música clásica sin precisar de una determinada confesionalidad religiosa. El formato y la puesta en escena de ambas partituras significó una llamada de atención a los primeros ecos de la primavera. Y creemos que éste fue uno de los primeros aciertos de la producción al no encerrar el concierto en el poderoso simbolismo religioso de la obra de Haydn.

Aunque la sinfonía de Schubert es considerada la primera sinfonía romántica pura, no podemos olvidar que es la obra inacabada de un compositor al que la muerte se llevó prematuramente. Por tanto, ambas partituras interpretadas el sábado pasado están marcadas por el sino trágico de la muerte en sus notas. Realmente, es discutido por los musicólogos la razón por la cual Schubert no concluyó esta obra y unos esbozos de ella los remitió a su amigo Anselm Hüttenbrenner. Se especula con que esta sinfonía quedó interrumpida por haber dedicado su tiempo a otros encargos que le requerían con mayor urgencia o por tener mayor interés en ella. Sea como fuere, la orquesta Álvarez Beigbder nos deleitó con una interpretación que transmitió el romanticismo inequívoco del maestro Schubert. Nuevamente, la dirección eficaz y llena de matices por parte de Juan Manuel Pérez Madueño nos introdujo en una atmósfera que invitaba a recibir a una primavera temprana en un teatro muy adecuado para ello.

Pero el “plato fuerte” llegaría con la segunda parte del concierto: la portentosa versión en oratorio de las Siete Palabras de Haydn (Hob. XX.2.). A pesar del riesgo de resultar reiterativo, debemos insistir en que la obra de Franz Joseph Haydn debería ser más conocida y divulgada en nuestra ciudad, en sus diferentes versiones, dado su extraordinario valor musical, histórico y su vinculación con esa otra joya que es la Santa Cueva. Más allá de su significado religioso o su utilización para la musicalización del Pregón de las Siete Palabras (originado en Lima por el venerable padre jesuita Francisco del Castillo), esta partitura es perfectamente apta tanto para creyentes o agnósticos. Las Siete Palabras es una de las obras maestras de Haydn y de la que cabe a los gaditanos el orgullo de haber originado su composición por el mayor compositor clásico de su tiempo. En muchas ocasiones, el público que no se ha acercado a esta obra intuye por su título que es una composición llena de contenido religioso. Sin embargo, podemos asegurar que su audición no requiere de ninguna adscripción religioso o llevar a pensar que es una obra estrictamente fúnebre o de tono trágico. Ciertamente, Las Siete Palabras fue compuesta con unas condiciones muy concretas enviadas desde Cádiz al compositor vienés para que se estructurase en las siete frases que Cristo dijo en la cruz en aquel momento trágico según los Evangelios (así lo explicaba el propio Haydn en el prólogo a la edición de 1801 de Breitkopf & Härtel). Es conocido que Haydn supo desde su estreno que la obra era más que satisfactoria para su propia autoexigencia y por eso no debe extrañar que la composición fuese adaptada a diferentes versiones: instrumental, orquestal, cuarteto de cuerdas, para pianoforte y la coral (que fue la interpretada el pasado sábado). La versión coral tiene su origen en una interpretación que pudo escuchar Haydn en una de sus giras londinenses, la cual le llevó a crear él mismo su versión coral con las aportaciones de su amigo el Barón Gottfried van Swieten.

El escenario del Teatro Falla se llenó con las voces de Lucía Millán, María Ogueta, Manuel de Diego, Andrés Merino y la experimentada coral de la UCA en una magnífica sincronía con la orquesta Álvarez Beigbeder bajo la excelente dirección de Pérez Madueño. Además de la puesta en escena músico-vocal, la coral UCA ha apostado por una innovadora presentación introduciendo una iluminación variada y efectiva que llevó al público a disfrutar de la interpretación sin distracción pero traslada a una atmósfera primaveral y alejada de la densidad simbólica del texto del oratorio. Más arriesgada fue la aportación del actor Miguel Cubero que no dejó indiferente en los silencios entre las sonatas con unos textos y apariciones que sorprendieron al público por su novedad y su cambios de registros respecto a lo que estamos acostumbrados en esta obra.

Del mismo modo que ocurrió en el anterior concierto de la coral UCA (con la novena sinfonía de Beethoven), la dicción alemana era de suma complejidad, así como el adecuado efecto de conjuntar cantantes solistas, orquesta y coral. Nuevamente, asistimos a una obra perfectamente engarzada gracias a la sabia dirección de Pérez Madueño, que sin excesos de gestos ni buscar la atención -a diferencia de otros directores- supo llevar el conjunto con armonía, sutileza y efectividad. Nuevamente podemos afirmar que las producciones que ofrece la coral de la UCA es la optimización de los recursos en su máxima expresión. Una tras otra, se fueron desgranando las diferentes partes de la Siete Palabras en su versión coral, con sus diferentes matices y ecos, sin estridencias ni excesos, en su tiempo y en su lugar, ofreciendo un concierto sobresaliente. La obra de Haydn no es precisamente sencilla ni para un elenco profesional, menos aún cuando tenemos un coro que se multiplica en esfuerzo e ilusión contra un texto marcadamente consonántico en alemán.

El balance de la interpretación de esta compleja versión coral de la obra de Haydn volvió a confirmarnos la dilatada experiencia y calidad de la coral de la UCA que merece el apoyo indiscutible de público y de patrocinadores. El Proyecto UCA sigue creciendo por el camino de la excelencia y con la añadida connotación de su colaboración solidaria de ceder parte de la recaudación a la Asociación Española contra el Cáncer. En conclusión, no es posible dejar de apoyar los conciertos propuestos por la coral de la UCA dada la calidad que ofrecen (tanto en la acertada elección de sus programas como en su labor divulgativa de obras vinculadas con la historia musical de la ciudad) así como enorgullecernos de esta agrupación que cumple cuarenta años ofreciendo música con mayúsculas.

Solo cabe un “pero “ a lo que sucedió el sábado: la patológica falta de programación coordinada de la cultura gaditana, donde se ofrecen eventos del mismo sesgo en la misma fecha, lo cual restó a muchos gaditanos de haber disfrutado de este anuncio de la primavera con la que nos deleitó la coral de la UCA en el Gran Teatro Falla (lo cual no es achacable a la organización de este evento si no al resto que no respetaron esta fecha ineludible en el calendario). Esperamos ya la próxima cita con la que debe ser la coral de todos los gaditanos que aman la música clásica, la cultura y el deleite por el arte.

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