“Creo que la música tiene poder suficiente para comunicar todo lo que se necesita”

Lina Tur Bonet | Violinista

La violinista abre esta noche el Festival de Música Española de Cádiz Manuel de Falla con el concierto ‘Obstinadas: entre chaconas y folías de España, que protagoniza junto a Silvia Márquez

La violinista Lina Tur Bonet en una imagen promocional. / Klaus Feichtenberg
J. A. L.

12 de noviembre 2021 - 06:00

Cádiz/La XIX edición del Festival de Música Española de Cádiz Manuel de Falla comienza hoy con un concierto inaugural, en el Palacio de Congresos, protagonizado por Lina Tur Bonet (violín) y Silvia Márquez (clavichémbalo) y que se presenta con el título Obstinadas: entre chaconas y folías de España. Se trata de un concierto, encargado por el propio festival, que está integrado por estas populares y bailables melodías del barroco. La violinista Lina Tur Bonet explica en esta entrevista las particularidades de la cita inaugural del festival.

–Inaugura junto a Silvia Márquez la cita gaditana con un concierto que se presenta como un encargo del propio festival, incluso con una pieza a estrenar. ¿Cómo será a grandes rasgos el concierto?

–Se trata de un concierto que presenta una de las formas musicales que más gustan, las que se basan en un bajo ostinato, un bajo que se repite y sobre el que se realizan variaciones; y en ello precisamente radica su popularidad, ya que el oído agradece especialmente reconocer y aventurar en parte lo que va a seguir escuchando, a la vez que sobre ello van ocurriendo variaciones que deleitan y sorprenden dicha escucha. Es una fórmula muy antigua, y de igual vigencia actualmente, pues la música actual popular se basa también en estos principios.

–Chaconas, folías... bailes populares, molestos para algunos en su época. ¿Cómo es el proceso de integrar estas músicas en un concierto?

–Dentro de las características de las piezas sobre un bajo que se repite hay mucha variedad, y hemos querido mostrar de manera caleidoscópica Follias y Ciacconas, obras del siglo XVII y del XVIII, pero también del XX y del XXI..., precisamente para que se escuche la variedad de algo que podría, en principio, parecer monótono. Además de muy bailable.

Juntar además a compositores tan dispares como Biber e Ysaye, Schmelzer, Sierra y Bach, Corelli... e incluso añadir una bellísima obra de Barbara Strozzi, compositora magnífica, es un proceso muy gratificante.

–Hay una obra de Ricardo Sierra encargada por el festival: ¿qué cree que puede aportar al programa de piezas elegidas para acompañarla?

–Es una obra dedicada a mi querida compañera Silvia Márquez, que se basa en todo lo mencionado y lo actualiza con ritmos caribeños (de donde viene el propio compositor) dejando incluso escuchar alguna referencia a la célebre Follia que también interpretaremos. Como curiosidad, es una obra que fue nominada a los Grammies latinos, lo cual es bastante inusual para una composición para el clave.

–¿Necesita el espectador de este concierto tener algún conocimiento previo del programa del concierto? ¿O se plantea algún tipo de didáctica antes de tocar las obras?

–Soy consciente de que existe esa creencia, sobre todo en España, de que no se puede asistir a un concierto de música clásica sin ser entendido, y no la comparto en absoluto. Creo que la música tiene poder suficiente para comunicar todo lo que se necesita, y ahí entra también nuestra responsabilidad como intérpretes, en mostrarla con preparación y de manera comunicativa para que llegue a todos. Somos una especie de médiums de los compositores y tenemos que hacer disfrutar a la vez que transmitimos el mensaje de la manera más fiable posible.

–Uno lee su currículum personal y le parece fascinante, pero intuyo que el camino andado para construirlo ha tenido de todo.

–Por supuesto. Nadie que no sea músico o esté muy cerca de uno sabe lo que supone esta profesión. Y además es cierto que yo, personalmente, he tenido que superar bastantes obstáculos por circunstancias y sucesos varios, pero también creo que las vicisitudes pueden ser favorables, que cuanto más vives y experimentas en tus propias carnes, más tienes para comunicar como artista, más historias para contar, y más registros de expresividad, para ponerte en el lugar de los demás y tocarles la fibra.

Mis circunstancias son algo que solo conocen mis muy cercanos, pero a pesar de ello, siempre me ha merecido la pena y me ha ayudado la música... y también ser ‘obstinada’, como se ha titulado este programa.

–Wikipedia (lo siento) la define, según citas de críticos musicales, como “violinista del diablo” y como “violinista del alma”... ¿Con cuál se identifica más?

–Jaja, como músico, con ambas seguramente. Son afirmaciones que se han hecho en Alemania y en Japón, e imagino que es lo que he transmitido en mis interpretaciones. Me gusta buscar los contrastes e ir hasta los límites de las obras. También me gusta mucho profundizar en la parte espiritual y hasta diría que esotérica de la música. Pero eso sólo es la parte artística y el resultado final, ya que en realidad soy bastante estudiosa y reflexiva sobre cómo interpretar cada obra.

–Una última reflexión sobre festivales como el de Cádiz, sobre su necesidad y pervivencia.

–Siempre lo digo y siento repetirme: creo que, en este país, cualquiera que se dedique a la cultura, y en concreto a la música clásica (intérpretes, estudiantes, padres de estudiantes, profesores, programadores, público, melómanos...) es un héroe; así que cualquier heroicidad en este campo es necesaria, y por supuesto muy aplaudida por mí. Que sea por muchos años.

Estoy muy contenta de subirme por primera vez al escenario en Cádiz, y también de hacerlo por primera vez con mi compañera Silvia Márquez. Nos conocemos hace mucho, siempre nos hemos llevado muy bien y creo que hay bastantes y curiosos paralelismos entre nosotras. Así es que estoy deseando tocar.

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