El parqué
Ascensos moderados
"Entre otros muchos blindajes, el político se blinda ante el humor", dice Felipe Benítez Reyes que lleva poniendo a prueba la coraza de la clase gobernante casi treinta años -"el próximo año se cumplirán treinta", apostilla- desde su espacio en prensa diaria. Cada artículo del escritor roteño es "una reducción al absurdo" de la actualidad política y, sobre todo, de su "anecdotario". Prueba de ello es Política y polichinela, una recopilación de 150 artículos publicados en la última década con los que el también poeta, novelista y traductor logra desmontar a la política, y a buena parte de sus artífices, "por la vía del humor", reconoce. El resultado: No hay blindaje que se le resista. La tarde de ayer, durante la presentación de la obra en la Asociación de la Prensa de Cádiz, la tesis quedó demostrada.
Tan hábiles son las tretas de Benítez Reyes, tales son sus ganas de "echar un buen rato" y de dar la vuelta a la tortilla, que optó por escoger a un político para la presentación de este libro, "bueno, era político", precisa el maestro de ceremonias, Rafael Román, que rivalizó en ironía y buen humor con el protagonista de la cita a la que acudieron una treintena de personas.
"¿Qué he hecho yo para merecer esto?", bromeaba Román que se quejaba de haber descubierto con esta obra "la nefasta opinión" de Benítez Reyes "de los políticos y de los que han sido políticos". "Yo era su amigo y no me lo esperaba", sentenciaba ante la sonrisa cómplice del aludido. Tal era su fingida indignación que llegó a amenazar con "abdicar, que ahora está muy de moda," como presentador del acto que estuvo introducido por Rosario Troncoso, editora de Política y polichinela, que vez la luz con el emergente sello gaditano Dos Mil Locos Editores.
"Es un sueño editar a Felipe Benítez Reyes a quien admiro desde muy jovencita. Además, este es un libro redondo por dentro y por fuera", se congratulaba Troncoso haciendo también alusión a la portada del libro, ilustrada con un collage realizado por el escritor.
Un libro "redondo", un libro escrito con "un ingenio finísimo", repleto de "exquisiteces literarias", definía Román, que se encargó de leer para el público varios de los artículos como El reloj nacionalista, La última palabra, Meadas públicas, además de hacer hincapié en todos aquellos relacionados con la crítica a las diputaciones provinciales, "una obsesión de este hombre que yo no sabía", se sorprendía con guasa. El escritor, más directo, no se arrugó al reconocer que lamenta "no haber visto a Rafael Román como alcalde de Cádiz". "Hubiera sido un alcalde honesto e ilustrado", dijo.
Con esta pequeña excepción, Benítez Reyes no habló de política. Habló de articulismo. De "lo complicado" de ajustarse a un "espacio estricto" del que ya tiene "el molde" para decir lo que quiere decir "de manera rápida". "No es tanto talento sino costumbre", opinaba, modesto, sobre la habilidad de reflexionar sometido a la dictadura de los caracteres.
Confesó el autor su gusto "por jugar con el lector", de permitirse ese "merodeo por los ángulos" antes de llegar a la cuestión central. Y denunció, según su parecer, los errores en los que puede caer el articulista como "el tono de homilía" y "el narcisismo moral de recrearse en la rectitud de sus opiniones". Peligros que el roteño esquiva por esas vías "del humor" y de la "reducción al absurdo". Escogiendo, siempre, ser "el personaje cómico de polichinela" antes que "un predicador".
También te puede interesar
Lo último
El parqué
Ascensos moderados
Tribuna Económica
Carmen Pérez
Arte conceptual, criptomonedas y economía digital
Editorial
Sombras sobre el Congreso del PSOE
No hay comentarios